-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

martes, 25 de febrero de 2025

Y no me saludó

 
 

En las ciudades, esas frías jaulas de hierro y hormigón nos cruzamos unos con otros y tontería seria (de seriedad) sería (de seriaser) saludarnos todos, lo dejamos para cuando te encuentras a alguien en el ascensor y ya que vas a tener que subir con él, con esa cara de palo que se te queda una frente a otra y los ojos desviados al techo para eso de no invadir el espacio atmosférico de tu compañero de ascenso, le echas un saludo.

O lo dejamos para cuando llegas a la consulta del médico y ya que vamos a estar todos callados oteándonos y poniéndonos faltas, que menos que saludar al que vamos a analizar hasta desnudarle el alma y tratar de averiguar si está en la consulta por un catarro o una gonorrea.

En el monte es otra cosa, allí si nos sale el saludo de dentro como si nos encontráramos todos fuera de nuestro espacio natural, que pena, haber perdido ese concepto de que ese es nuestro sitio como mamíferos que somos por mucho racionalismo e inteligencia que nos queramos atribuir. Quizás por ello, donde queremos ser menos inteligentes y más humanos pero más animales también, más sencillos y menos racionales, allí en el monte si nos saludamos, e incluso, nos sonreímos.

Yo saludo hasta a las lagartijas y normalmente todos, menos las lagartijas, me saludan a mi.

Pero hay veces que con quien te cruzas te niega esa cortesía, falsa en la urbe, pero sentida en el monte. Hoy me he cruzado con uno de estos mamíferos, le he puesto mi mejor cara, dentro de lo simpática que puede ser una cara que sube arrastrando una bicicleta, estoy seguro de que me ha oído, pero no ha tenido a bien devolverme mi saludo y mi sonrisa, que se los ha quedado. Y yo sin ellos.

¿Pero que le he hecho yo? Los dos somos usuarios del monte, los dos tenemos problemas seguro, los dos acabaremos de pagar una multa, a los dos nos habrán tirado la ITV, nos habrá pillado la inspección del IVA, nos habrá tocado un IRPF positivo o vendremos de hacer cola en un funcionariado para pagar los AJD y nos habrán despachado con un vuelva usted mañana.

¿Pero yo que le he hecho?

Le he dicho ¡Hola, buenos días! y se ha quedado con mi saludo y mi sonrisa y se los ha llevado.

Yo iba agotado y febril, sudando como un gorrino y quizás cercano a un golpe de calor, pero consciente en todo momento y estoy seguro que no le he pisado ni le he pedido que me lleve la bici, ni que me preste a su mujer, tan solo le he dicho "Hola, buenos días", si le hubiera dicho: "Hola, buenos días Capullo", entiendo que no me salude, que me ignore, pero no ha sido así, tenía mis constantes vitales casi despejadas y no ha sido así.

Lo he pensado que lo es -lo de Capullo digo-, pero lo he pensado cuando me ha sobrepasado, él no ha oído mi sentir, pero me ha negado su saludo y se ha quedado el mío. Y la sonrisa también. Se la ha llevado. Capullo.

En fin, que buenos días a todos, incluso a los mamíferos de la ciudad y a los capullos del monte. El último se ha quedado mi saludo y mi sonrisa, pero tengo más:

miércoles, 19 de febrero de 2025

Tiempo de caza

  

Cada vez que llega la época de caza los foros de actividades en la naturaleza echan humo.

Siempre ha sido difícil aunar los criterios del urbanita con los de la gente rural. Hay muchas cosas que los "chicos de ciudad" no entenderán nunca. Son una especie invasora. Recuerdo un pastor que contaba que había llegado una pareja huyendo de la ciudad y su estrés para  "criar gallinas" y le denuncian porque sus perros no les dejan dormir.

No soy cazador, no simpatizo con los cazadores de trofeo, también me fastidian muchas de mis salidas en bici aunque no pienso dejar de hacerlas aunque sea temblando y mirando de reojo a ver por donde me va a venir la posta. Aún así, nosotros los ciclistas hemos llegado después que ellos al monte y ellos, si además del placer de disparar, que seguro sienten, lo que matan se lo comen, no entiendo muy bien que dista de los urbanitas que van a la carnicería a que se lo den pelado.

Por poco o nada que nos guste la caza, ellos llegaron antes que nosotros, además disfrutan, además equilibran el sistema y además y lo más importante, SE LO COMEN.....

¿A que venimos los "chicos de ciudad" a poner normas al monte? No podemos echar a quienes ya estaban de siglos practicando una actividad. Ahora, aparecemos nosotros con nuestras lustrosas bicicletas a pasearlas y queremos quitar de en medio todo lo que nos molesta.

Seguro que cabemos todos, aunque sea mala época para salir al monte.

lunes, 10 de febrero de 2025

Sentirse vivo no es solo seguir respirando

 No te dejes apresar por un televisor, ni engullir por un sillón, ni por un gélido día.


Ahí fuera está complicado pero....cierra el periódico, no escuches la radio. ¡No les escuches!

No te dejes llevar, menos aún que te lleven.

La vida es fácil si te dejas llevar, pero más gratificante llevarla tú a ella.....y a "ellos”.

No les des el juego. Es tu juego, mueve tú tu ficha y no les permitas que lo hagan por ti.

Si comprendes que vivir no es respirar, sino los momentos que te dejan sin respiro y sales a quemar tu adrenalina, no acabarás quemado.

Un frío día hoy, supongo que un televisor esperando y en su recuadro un estúpido programa. Al lado un sofá.....me piro....a cualquier lugar.

No quiero olvidar que no se deja de jugar porque se envejece, se envejece porque se deja de jugar. 
 
......Ya habrá tiempo de descansar en el cementerio.

martes, 4 de febrero de 2025

el mundo rural Vs mundo urbanita

 

Caza, protección del lobo, fiestas populares con animales... es difícil que urbanitas y gentes rurales podamos aunar criterios. Circunstancias, mundos, pensares diferentes. 

Lo que sí es cierto es que los de la ciudad nos metemos demasiado desde nuestros despachos y grandes butacones con el vivir de los demás. Cuando la mayoría solo viven esa realidad desde lo que ven en televisión y lo más cerca que han estado de la vida de un pueblo, sus costumbres y sus necesidades es una semana santa de turismo rural, con tele, calefacción y coche cerca para hacer la excursión a la vaquería, visita a pitas y a la segunda sesión de como se amasa el pan.

Yo desde mi mundo, huidizo de la urbe pero obligado a pisarla en horario laboral, me encuentro en terreno de nadie de presencia, pero no de sentir. Ello me posibilita a tener un pensamiento más empático. 

Ni me gusta el ataque al lobo, ni me gusta la caza deportiva, ni me gustan las fiestas populares con uso y abuso de animal, pero no me siento legitimado, desde mi cómodo butacón y mis megas contratados, para intentar con firmas movilizar manifestaciones domingueras para cambiar la vida de los que tienen diferente vivir al mío. 

Ellos tampoco se manifiestan de la mierda que a sus pueblos les enviamos. 

Recuerdo la lectura en un diario en el que se hacían eco de unos huidos de la ciudad, él abogado, ella programadora, los dos vendieron todo para irse a vivir a un pequeño pueblo. "calidad de vida", sin prisas, sin el agobio de la gran ciudad. Poco tardaron en denunciar al vecino porque sus gallinas y perros les despertaban temprano y protestar en el Ayuntamiento porque las campanas de la iglesia tañían fuera de horario normal y no les dejaban descansar.  

En la ciudad nos gusta arreglar lo nuestro, y de paso lo de los demás. 

No siempre lo nuestro es lo mejor. Hay parámetros fuera de nuestra asimilación.