En las ciudades, esas frías jaulas de hierro y hormigón nos cruzamos unos con otros y tontería seria (de seriedad) sería (de seriaser)
saludarnos todos, lo dejamos para cuando te encuentras a alguien en el
ascensor y ya que vas a tener que subir con él, con esa cara de palo que
se te queda una frente a otra y los ojos desviados al techo para eso de
no invadir el espacio atmosférico de tu compañero de ascenso, le echas
un saludo.
O lo dejamos para cuando llegas a la consulta del
médico y ya que vamos a estar todos callados oteándonos y poniéndonos
faltas, que menos que saludar al que vamos a analizar hasta desnudarle
el alma y tratar de averiguar si está en la consulta por un catarro o
una gonorrea.
En el monte es otra cosa, allí si nos sale el
saludo de dentro como si nos encontráramos todos fuera de nuestro
espacio natural, que pena, haber perdido ese concepto de que ese es
nuestro sitio como mamíferos que somos por mucho racionalismo e
inteligencia que nos queramos atribuir. Quizás por ello, donde queremos
ser menos inteligentes y más humanos pero más animales también, más
sencillos y menos racionales, allí en el monte si nos saludamos, e
incluso, nos sonreímos.
Yo saludo hasta a las lagartijas y normalmente todos, menos las lagartijas, me saludan a mi.
Pero hay veces
que con quien te cruzas te niega esa cortesía, falsa en la urbe, pero
sentida en el monte. Hoy me he cruzado con uno de estos mamíferos, le he
puesto mi mejor cara, dentro de lo simpática que puede ser una cara que
sube arrastrando una bicicleta, estoy seguro de que me ha oído, pero no
ha tenido a bien devolverme mi saludo y mi sonrisa, que se los ha
quedado. Y yo sin ellos.
¿Pero que le he hecho yo? Los dos somos
usuarios del monte, los dos tenemos problemas seguro, los dos acabaremos
de pagar una multa, a los dos nos habrán tirado la ITV, nos habrá
pillado la inspección del IVA,
nos habrá tocado un IRPF positivo o vendremos de hacer cola en un
funcionariado para pagar los AJD y nos habrán despachado con un vuelva
usted mañana.
¿Pero yo que le he hecho?
Le he dicho ¡Hola, buenos días! y se ha quedado con mi saludo y mi sonrisa y se los ha llevado.
Yo
iba agotado y febril, sudando como un gorrino y quizás cercano a un
golpe de calor, pero consciente en todo momento y estoy seguro que no le
he pisado ni le he pedido que me lleve la bici, ni que me preste a su
mujer, tan solo le he dicho "Hola, buenos días", si le hubiera dicho:
"Hola, buenos días Capullo", entiendo que no me salude, que me ignore,
pero no ha sido así, tenía mis constantes vitales casi despejadas y no
ha sido así.
Lo he pensado que lo es -lo de Capullo digo-, pero
lo he pensado cuando me ha sobrepasado, él no ha oído mi sentir, pero me
ha negado su saludo y se ha quedado el mío. Y la sonrisa también. Se la
ha llevado. Capullo.
En fin, que buenos días a todos, incluso a
los mamíferos de la ciudad y a los capullos del monte. El último se ha
quedado mi saludo y mi sonrisa, pero tengo más:
-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.
martes, 25 de febrero de 2025
Y no me saludó
miércoles, 19 de febrero de 2025
Tiempo de caza
Cada vez que llega la época de caza los foros de actividades en la naturaleza echan humo.
Siempre ha sido difícil aunar los criterios del urbanita con los de la
gente rural. Hay muchas cosas que los "chicos de ciudad" no entenderán
nunca. Son una especie invasora. Recuerdo un pastor que contaba que
había llegado una pareja huyendo de la ciudad y su estrés para "criar
gallinas" y le denuncian porque sus perros no les dejan dormir.
No soy cazador, no simpatizo con los cazadores de trofeo, también me fastidian muchas de mis salidas en bici aunque no
pienso dejar de hacerlas aunque sea temblando y mirando de reojo a ver por
donde me va a venir la posta.
Aún así, nosotros los ciclistas hemos llegado después que ellos al monte
y ellos, si además del placer de disparar, que seguro sienten, lo que
matan se lo comen, no entiendo muy bien que dista de los urbanitas que
van a la carnicería a que se lo den pelado.
Por poco o nada que nos guste la caza, ellos llegaron antes que nosotros, además
disfrutan, además equilibran el sistema y además y lo más importante, SE
LO COMEN.....
¿A que venimos los "chicos de ciudad" a poner normas al
monte? No podemos echar a quienes ya estaban de siglos practicando una actividad. Ahora, aparecemos nosotros con
nuestras lustrosas bicicletas a pasearlas y queremos quitar de en medio todo lo que nos molesta.
Seguro que cabemos todos, aunque sea mala época para salir al monte.
lunes, 10 de febrero de 2025
Sentirse vivo no es solo seguir respirando
No te dejes apresar por un televisor, ni engullir por un sillón, ni por un gélido día.
Ahí fuera está complicado pero....cierra el periódico, no escuches la radio. ¡No les escuches!
No te dejes llevar, menos aún que te lleven.
La vida es fácil si te dejas llevar, pero más gratificante llevarla tú a ella.....y a "ellos”.
No les des el juego. Es tu juego, mueve tú tu ficha y no les permitas que lo hagan por ti.
Si comprendes que vivir no es respirar, sino los momentos que te dejan sin respiro y sales a quemar tu adrenalina, no acabarás quemado.
Un frío día hoy, supongo que un televisor esperando y en su recuadro un estúpido programa. Al lado un sofá.....me piro....a cualquier lugar.
No quiero olvidar que no se deja de jugar porque se envejece, se envejece porque se deja de jugar.
......Ya habrá tiempo de descansar en el cementerio.
martes, 4 de febrero de 2025
el mundo rural Vs mundo urbanita
Recuerdo la lectura en un diario en el que se hacían eco de unos huidos de la ciudad, él abogado, ella programadora, los dos vendieron todo para irse a vivir a un pequeño pueblo. "calidad de vida", sin prisas, sin el agobio de la gran ciudad. Poco tardaron en denunciar al vecino porque sus gallinas y perros les despertaban temprano y protestar en el Ayuntamiento porque las campanas de la iglesia tañían fuera de horario normal y no les dejaban descansar.
En la ciudad nos gusta arreglar lo nuestro, y de paso lo de los demás.