Recién llegados de África toca posar lo vivido, como siempre........ África impactante. Ninguno sabremos trasmitir todo lo que hemos vivido y sentido y tampoco las imágenes de nuestras cámaras lo harán.
Un
viaje duro en nuestras bicicletas e inolvidable, en el que como un
encaje de bolillos todas las circunstancias e "imprevistos y
contratiempos" que nos han surgido han ayudado a hacerlo más mágico.
No
contábamos con situaciones como que se nos metiera la noche en el Atlas
y que nos premió con una preciosa ruta nocturna sobre nuestras
bicicletas, atravesando siniestras y oscuras aldeas llenas de brillantes
ojos observándonos y sin posibilidad ya de cenar en el hotel montamos
nuestra cena en una tétrica gasolinera.
No
contábamos con una puntual tormenta que desbordó algunos puentes y que
hizo subir la adrenalina y los nervios de algunos del grupo sin saber si
podríamos sobrepasarlas con nuestros TTs.
No contamos con esos 52 grados, que nos hicieron meternos en un inmundo río de removidas aguas a refrescarnos.
No
contamos con las lágrimas de algunos de nuestro grupo cuando catamos la
hospitalidad de las gentes y las miradas inocentes de esos niñitos
marroquíes.
No
contábamos con la extrañeza de ver como entregábamos las llaves de
nuestros vehículos a los mecánicos de Zagora y veíamos como se los
llevaban para trabajar en ellos durante la noche.
No
nos imaginábamos que nuestra bicicletas pudieran quedar abandonadas en
cualquier vieja pared de cualquier aldea y dejarlas sin candar, solas y
rodeadas de gente extraña y que sabíamos que ahí podían quedar porque
nadie nos las iba a tocar.
No
contamos con esa dura tormenta de arena que clavaba sus granos como
cristales en nuestros brazos y piernas y que estábamos a muchas horas de
cualquier población.
Nuestra
meta era llegar a un grupo de nómadas que nos dieran cobijo. Cuando
llegamos, dos inmundas cuevas de menos de 10 metros era lo que teníamos.
Una nos la ofrecieron para pasar la noche y la otra no podían hacerlo,
solo una cosa lo impedía, que una la necesitaban porque horas antes
había parido una mujer y necesitaba proteger a su hijo.
No
contamos con que nuestro anfitrión, un hombre de una sola pierna, nos
dirigiera en las dunas en la oscuridad y que corriendo más que
cualquiera de nosotros en la arena con sus muletas, subía y bajaba las
dunas para ayudarnos a desatrancar nuestros coches y que al final de
agotamiento vomitó.
Tampoco
contamos con que nos acompañara 24 horas sin cobrarnos un solo dirham y
nos fue dando cobertura buscándonos las sombra que él solo conoce en el
desierto para protegernos y darnos descanso.
No contábamos con que la gente solo nos sonriera, solo nos ayudara o solo nos ofreciera, aunque no pidiéramos.
Cuando
todo parecía que había pasado tuvimos otra “desgracia”, se había
averiado el buque y teníamos que esperar otro por lo que saldríamos 2
horas más tarde, para colmo de “desgracia” Melilla estaba en fiestas y
la avería nos dio dos horas extras para desvariar en los cochecillos de
choque y dejando nuestros últimos dirham en tratar de conseguir un
estúpido peluche.
Hay mucho más que contar pero seguro que alguien lo hará. Yo tan solo
decir que necesito volver...... y cuanto antes o reviento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario