-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

sábado, 2 de junio de 2018

La máquina definitiva


Por fin se le ha ocurrido a alguien.
Después de malvivir por mal llegado en la era de la estupidez y el desparrame friki-pijo de tías dándose botox en los morros, los asiduos a los baños de barro, barro de descampados, las que se untan de todo en las fauces que parecen un eral, las que se llenan las ubres de plásticos, las que se los vacían.
Después de malvivir emocionalmente en la era en la que en el telediario de las 3 nos meten los colores que se van a llevar en la próxima primavera, el puto sujetador casposo con cazoleta chorropringue que tenemos que lucir en nuestra próxima cita, o el tinte de pelo con el que las tías van a caer derrotadas en cuanto salgamos por el portal.
Inmerso en el mundo de los perfumes, que el que no los usa no perderá la virginidad nunca, los futbolistas de cuerpo de eunucos y pelo lila. La era de la comida estúpida, la oriental, la jalapeña, la de diseño. Tiempos de colesterol, ácido úrico, gimnasios de gimnasia pasiva, de niños con déficit de atención, de futurólogos con cara de memo, de poner pasarelas en el monte o de pincelar las empresas con un tipo que le llaman de "recursos humanos".
La era de la gilipollez en su máximo exponente y que a mi madre se le puso en sus narices que en ella me tenía que depositar a mi cuando se lo dije bien clarito: Mamá no me des a luz ahora, yo quiero ser hijo de la postguerra, no nieto de ella con sus punkies, sus góticos, los pijos y los repijos.
Pero al fin alguien ha dado ya con el no va más.
El despertador que no despierta. Me lo han encalomado en el Carrefour, le programas y cuando llega la hora, no hace nada.
¡Biennnn!

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