-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

domingo, 26 de julio de 2009

Picos de Europa

Salimos el martes 21 de julio furgoneta y media con 12 pax, 12 bicis, 36 pares de calzados, alforjas y 2 maletas de herramientas.

Por delante nos esperan 5 duros días donde reventar altímetros, quemar piernas y castigar el cuerpo con muchas dudas sobre la posibilidad de completar la ruta, no todos tenían la forma adecuada para lo que teníamos por delante y era cuestión solo de saber cuando empezarían a surgir las primeras bajas.

La previsión es ascender 9.000 m. de desnivel positivo acumulado y unos 200 km. parte andando, parte en bici.

A las 3 llegamos a Panes, algo ligero para comer y acabar nuestro trayecto en coche en Sotres donde montamos nuestras bicis y emprendemos nuestra primera ascensión, 16 km. con un desnivel acumulado de 1.250 m. teníamos un gran viento de cara que nos hacía muy difícil mantenernos en nuestras bicicletas y consiguió tirarnos de ellas en varias ocasiones.

Cuando llegamos nos acomodamos en 2 habitaciones en el refugio de Áliva, visitando antes el cable del teleférico. Ya en la cena dimos cuenta de unos espaguetis al cabrales para carbonatarnos el cuerpo y riego interior de nuestros cuerpos con un par de botellas de orujo y a domir entre los gritos nocturnos de Luis. Mañana nos toca una buena tunda.

Nos levantamos tranquilos y algo sobresaltados por las conversaciones nocturnas en valenciano, en principio tenemos un gran desnivel acumulado por delante pero pocos km...... más tarde la cosa se complicaría.

Nos acercamos hasta el mirador del cable, unas fotos y con mucho viento iniciamos marcha hacia el refugio Cabaña Verónica. Pasamos varios neveros, seguíamos con mucho viento y la ascensión se hacía dura. Llovía a intervalos, a mi me preocupaba el descenso por los Horcados Rojos, no sabía si en la cara norte habría mucha nieve e incluso el cable de seguridad para el peligroso descenso pudiera estar tapado por la nieve. Aquí es donde más muertes se han producido en el parque de Picos de Europa y el fuerte aire no ayudaba.

Alcanzamos el pequeño refugio de Cabaña Verónica donde Mariano, el guarda que durante 35 años lo ha vigilado y cuidado de los montañeros ha fallecido, ahora está custodiado por dos montañeros, uno de ellos, el más mayor pelín borde.

Como el día estaba muy complicado decidimos no perder tiempo y tratar de llegar cuanto antes al refugio Delgado Úbeda, al pié del Urriellu. El guarda nos advirtió, la bajada era muy complicada y peligrosa dada la climatología y nos avisó que si sucedía algo no harían rescate en esas circunstancias. Yo seguía con mis dudas sobre el problema que se planteaba si había tramos de cable cubiertos por la nieve, solo llevábamos una cuerda de escalada de 30 m. y algunos mosquetones.
En 20 minutos llegamos al collado donde ya se divisa el Urriellu, seguía soplando mucho viento que algunas veces nos hacía perder el equilibrio, un golpe de aire en el descenso y…..uffff.

Nos enganchamos al cable y lo que me temía, un tramo estaba cubierto por la nieve, era un paso complicado de nieve helada de 10 m. de longitud con apenas 30 cm. de anchura, abajo….no había segunda oportunidad. Pasé en cuarta o quinta posición, aseguré lo mejor que pude clavando bota, dejé que la primera oleada de aire pasara y en un segundo, en cuanto calmó pasé.

Quedaban muchos por detrás para pasar, cuando me di cuenta Nano ya estaba pasando y con verdaderas dificultades, su calzado no era el adecuado, apalancaba su rodilla contra la parte superior del paso y eso le podía hacer resbalar, la verdad, si alguien hubiera pisado mal o en ese momento el aire le desnivelaba se iba al vacío. Aguanté la respiración, se me hizo eterno el paso de Nano y cuando lo consiguió le dije a Dani que no pasara nadie más y que asegurásemos con la cuerda y los mosquetones el paso. Lo prepararon entre Dani y Juan Carlos y ya más seguros, pasó el resto del grupo.

El resto del descenso ya solo las complicaciones del desnivel, pero asegurados con el cable de lo único que nos debíamos de preocupar es de no tirar piedras a los que estaban más abajo. Una de ellas, de gran tamaño nos vino directa botando de piedra en piedra hacia Luis y hacia mi y pasando a un metro de distancia a la altura de la cara de Luis.
Ya abajo seguimos por el Jou de los Boches y poco después por el Jou Sin Tierra llegando a comer al refugio del Naranco, llevando hasta ese momento 10 km. pero con mucha altitud acumulada.

El albergue tenía 4 habitaciones de 24 plazas cada una, cogimos media habitación, nos secamos, comimos y dado que era muy pronto, estaba lloviendo y poco había que hacer para matar el tiempo convinimos en seguir 15 km. más hasta Sotres aprovechando así la tarde y dejándonos la mañana del día siguiente para descansar y visitar alguna playa.

La bajada se me hizo muy dura, el tendón rotuliano se me irritó del largo castigo de los grandes peldaños y apenas salir del refugio, lloviendo, con mucha niebla y aire ya iba cojeando y con gran dolor. La bajada se me iba a hacer un infierno y lo que más me preocupaba, podía, si no conseguía recuperarme dar por finalizado mi viaje, pero de momento lo que me debía de preocupar es en lo que me quedaba por delante.
Santi me hizo una reparación de emergencia sujetándome con una cinta tensora la rótula y bajando el último y sufriendo cada paso que daba fui avanzando. Solo descansaba en las pocas subidas que había, pues en posición de subida el tendón no trabajaba, y otras veces descendía de espaldas, que tampoco me dañaba hacerlo y la rótula descansaba.
Llegué al pueblo con 90 minutos de retraso sobre el primero en los 15 km. de infierno, vernos a Oscar y a mi entrar en Sotres era un espectáculo, cojeando y arrastrando la pierna izquierda por el asfalto. No podía dar por terminado el viaje así que aunque no me gustan mucho chutarme porquerías me metí 2 Ibuprofenos intentando evitar la inflamación y con la tranquilidad que me daba tener toda la noche y la mañana para poder recuperar me acosté animado y pendiente de las conversaciones que Luis se traería esa noche con su almohada y de las que se enteraba todo el albergue.
Para mi ha sido la ruta más dura que he hecho andando en mi vida, no por el kilometraje que no era excesivo, solo 25 km. pero si por el desnivel acumulado, 2.250 m. y la lesión, pero allí estaba, bastante optimista pues por lo menos no estaba cansado.

Al día siguiente fuimos a la playa de Andrín donde los amantes del líquido se bañaron, comimos en un chiringuito y recibimos a Manolo que se incorporaba al viaje con fuerzas sin gastar, dándonos tralla y poniéndonos retos, por lo que tuvimos que trucarle la bici para cansarle un poco y sin que se diera cuenta le bloqueamos 3 piñones y le metimos unas pesas de gimnasio en la mochila.

Llegamos a Sotres e iniciamos la subida, antes de iniciar el ascenso había que descender 3 km. con mi rótula era un castigo por lo que yo dije que me dejaran allí para no castigar en la bajada la rodilla y así solo tener que hacer los 9 km. de subida pero entre bromas me dijeron que si no hacía los 3 km. sería apeado de conseguir el reto de completar la semana programada, por lo que decidí salir desde arriba y bajé tranquilo no sin antes mandarles a paseo, ya recuperaría en el ascenso. Subimos todos andando y Manolo con su bicicleta, sus pesas y sus piñones trucados. Llegamos a Áliva donde sumamos otros 9 km. y otros 900 m. de desnivel acumulado.
Al día siguiente nos tocaba la etapa estrella, 80 km. y casi 3.000 m. de desnivel positivo con grandes rampas inciclables y de meter riñones y donde daríamos completamente la vuelta al macizo oriental con cotas desde 200 m. sobre el nivel del mar hasta cerca de los 1.600 m. en cota de Áliva. Llegamos tras 10 km. de ascenso por una carretera de montaña y por una rota pista que nos iba socavando fuerzas al refugio de Ándara, un viejo casetón de madera donde cobramos fuerzas tomando unas barritas. Seguimos luego un largo descenso entre hayas y donde enfrente veíamos la subida a Tresviso con sus grandes zig-zag. Luego un vertiginoso descenso hasta Bejes y……¡a sufrir! delante de nosotros se nos plantó una pared de 2 metros de ancho y desniveles que llegaban hasta el 30%. dos kilómetros y medio por delante hasta llegar al Collado Pelea y que nos dejó exhaustos cuando solo llevábamos apenas 40 km. de ruta y teniendo por delante lo peor.

Desde aquí otro brutal descenso por pistas de cemento que nos dejó en la cota 200 y nuestros frenos quemados, algunos los perdieron del desgaste. Llegamos a Potes y de aquí siempre subiendo alcanzamos Mogrovejo donde comimos un bocadillo y tomamos un respiro antes de acometer nuestros últimos 25 km. con 15 de ellos de un ascenso durísimo, con grandes rampas y sin dar descanso.

Cada uno subió a su ritmo, a mi la rodilla no me molestaba pero el sufrimiento fue grandísimo, solo tocaba empujar bicicleta, mirar al suelo y esperar que eso acabara alguna vez. A las 8 llegamos a Sotres. Anteayer fue la etapa más dura andando de mi vida y esta ha sido la más dura en bici que haya hecho nunca.

Nuevo día, hacemos unos remontes en coche hasta el Collado Pandébano y luego tras 500 m. de subida en bici iniciamos un duro descenso hasta el pueblo de Bulnes y de aquí hasta el inicio de la ruta del Cares en Puente Poncebos. La bajada totalmente inciclable, peligrosa, con grandes losas de piedra empapadas que nos hacía resbalar y caer, totalmente empapados, embarrados y hasta Bulnes de los 4 km. no fui sobre la bici más de 500 m. y el resto bajando grandes peldaños. Los que subían flipaban y uno me dijo ¡que! ¿paseando la bici? Ya en Bulnes era un poco más ciclable pero la caída a la izquierda era de las de que no dan segunda oportunidad, un solo fallo y se acabó. Seguíamos cruzándonos con senderistas que no daban crédito a lo que veían, alguno dijo que estábamos realmente chalados, que un recto allí, y al precipicio. Tras una curva me encontré a Deivid en el suelo y la bicicleta con una de las ruedas girando en el vacío, me recorrió un escalofrío, después del susto del cable días antes y ahora ver a nuestro mejor bajador en el suelo me superaba, así que di una voz a todos y nos bajamos de las bicis, se acabó de jugárnosla y lamentar el viaje de por vida.

Bajamos andando y en Puente Poncebos seguimos otros 8 km. hasta Arenas de Cabrales donde comimos y el pavo del hospedero nos despachó bien despachados con una cuenta de 60 pavos por res que nos destrozó el presupuesto, hasta ese momento contenido y muy bien controlado por Julio y “desde arriba” por Zapatillas que no nos dejaba tomarnos más de 3 vasos de orujo por cabeza. Yo el cuarto me lo bebía a escondidas mientras los demás le entretenían y ya a 4 patas me iba a dormir.

Antes, por eso de sumar km. subimos 4 km. andando de paseín hasta Covadonga pues queríamos llegar a los 8.000 metros de desnivel acumulado aunque fuese yendo de compras.

Aquí la ruta había terminado, por lo que mis zapatillas no daban más de si y decidí que acabaran sus días en Covadonga, bajo el Santuario, que bonito lugar para la muerte de unas zapatillas, así que las mandé a paseo en una papelera y…….¡vaya por dios! Manolo ha tenido una ideita de las suyas.



¡Ignacio recoge tus zapatillas!

¿Qué pasa! ¿Para que?


Mañana antes de hacer el descenso del Sella en canoas nos ponemos el despertador a las 6 de la mañana y nos subimos a los Lagos de Covadonga. Uno que es tonto por estudios y meritación propia y no sabe decir que no pues nada, a rescatar las zapatillas entre los restos de helados de la papelera y la atenta mirada de la tendera y a preparar la ropa de bici otra vez que estaba en la bolsa de la ropa desahuciada.

A la mañana siguiente, los menos desganados emprendimos a las 6 de la mañana el ascenso a Lagos sin más desayuno que las barritas energéticas que todavía nos quedaban y en oscuridad total, con una niebla de flipar y sin iluminación a sufrir 2 horas.

Yo llegué penando como un perro, mi corazón se había puesto ya en “posición avería” y no subía a pesar de los grandes repechos de 135 pulsaciones, me hice la foto de rigor y me bajé que allí no se me había perdido nada.
Total según mis cuentas:

- 150 km. de bici.
- 45 km. andando por uno de los lugares más duros de España.
- Más de 8.000 m. de desnivel positivo acumulado.
- Casi 20.000 calorías quemadas y la satisfacción: prueba superada.

Una mención especial a Oscar, un luchador. Después de verte como estabas el día de la pateada no daba un duro por ti. ¡Mi admiración tío! Y me alegra un montonazo haberte visto disfrutar como lo has hecho, para mi solo por ello ya ha merecido la pena este viaje.

Y para los demás también por supuesto, cada uno ha buscado en estos días una cosa y espero que todos la hayamos encontrado de una forma u otra, disfrutado, y a ninguno os haya defraudado. Pero esta vez Oscar para mí: Se ha salido.