-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

miércoles, 22 de abril de 2009

3ª Ruta a los Picos de Europa "El Tanete"




6 de Agosto

Salimos camino de Cervera de Pisuerga, donde a pocos kilómetros, en un pueblecito que se llama Resoba salía la pista que paralela al río Carrión y vadeándolo en varias ocasiones nos acercaba a los Picos de Europa.
En Resoba tuvimos que meternos en el coche a un paisa para que nos guiara hasta el otro lado del pueblo que como andaba en fiestas lo habían cortado.
Comimos a orillas del Carrión y continuamos ruta hacia Tudanca, el pueblo de Nieves. Nieves había cerrado el local como alojamiento, manteniéndolo como casa de comidas, por lo que nos gestionó la pernocta en la casa de uno del pueblo, que la había “acondicionado” para recibir huéspedes.
Al llegar a Tudanca, saludamos a Nieves y primero fuimos a una casa rural que tenía muy buena pinta para ver cuantos podíamos alojarnos en ella y escaquearnos de la otra. Finalmente conseguimos dos plazas que utilizaron Consuelo y Chelo.
Los demás no tuvimos más remedio que pasar por el aro e irnos al “casero morro” de Tudanca.
Nos enseñó las habitaciones, en alguna, a base de apilar camas nos metimos cuatro o cinco. En un desván que había que entrar a gatas, nos dijo que podíamos hincharnos un colchón y dormir allí, otros.
Como pudimos nos acoplamos todos a razón de 2.000 Ptas. cabeza. En un acto de diplomacia comercial, con la intención de que saliésemos contentos y quizás volviésemos, nos condonó el precio de una persona, lo cual agradecimos y prometimos volver en una próxima reencarnación.
Subimos a cenar y celebramos el cumpleaños de Belén entre cánticos y jolgorios, charlamos un rato con Nieves y su marido, dos forofos del todo terreno y nos fuimos a dormir a los aposentos del “casero morro” de Tudanca.
El Tano mamífero sin duda, pero alejeado de la definición de humano por voluntad propia, durmió poco y los demás menos. El dueño de la casa había dejado una bombilla -que no lámpara- encendida para que no nos descornásemos si teníamos que bajar por la noche al baño, el Sanchi la desenroscó y así pudimos conciliar el sueño. Poco tiempo duró la cosa, el Tano roncaba.
No era un ronquido normal, era “el ronquido”, de mamífero si, de humano no. Por lo que turnándonos toda la noche para chistarle, avanzamos unas cuantas horas de descanso.
A las cuatro o las cinco, como “no le dejábamos dormir”, decía que porqué chistábamos, se desveló y ya terminó la noche leyendo a la luz de la luna en el poyete de la ventana, no se que libro era, pero si recuerdo que era de esos tostones insoportables no aptos para esas horas de la madrugada, bueno ni a ninguna otra hora, excepto para nuestro peculiar amigo Tano. Yo, cuando abría un ojo, le veía leer y beber horchata, aunque más tarde averiguamos que no era su bebida favorita, traía una bota hasta arriba de ron.


7 de Agosto

Desayunamos en casa de Nieves y salimos por la pista que sube desde el mismo pueblo camino de Bárcena Mayor, donde teníamos previsto comer.

Durante el trayecto ya el Tano se había hecho buen amigo de la emisora, trincaba la “patata” y comenzaba a hablar. No decía nada muy concreto, tan solo hablaba, como si se le olvidase de que estábamos todos a la escucha.
Posiblemente sin darse cuenta, empezaba tratando de decir algo preciso, pero se le iba la olla y terminaba pensando en voz alta sin percatarse de que nos lo estaba radiando. Molesto en si, no resultaba, porque llegaba un momento en que ya era como el tráfico en las ciudades, que se te mete el soniquete y ya no lo oyes.
Así que el Tano “pensaba y pensaba” con esa voz ininteligible y rota que su alcohólica garganta le produce, mientras, los demás nos evadíamos y charlábamos con nuestros respectivos acompañantes en el coche, puesto que la emisora la tenía expropiada y no estaba operativa para los demás. Lo peor, Antonio, su compañero de camarote, pero nada que un par de botes de aspirinas no solucionasen.
Fue una tónica durante todo el viaje que nos mantenía incomunicados entre coches, pero que potenciaba la conversación en el interior de cada cabina, lo que ayudó a conocernos mejor a los integrantes de cada automóvil.
Entre pensamientos y reflexiones llegamos a Bárcena, nos acercamos a saludar al Pin y le pedimos que nos preparara una mesa mientras dábamos una vuelta por el pueblo.
Después de comer retomamos la ruta en La Celsa, donde subimos hasta el refugio de cazadores que habíamos descubierto el año anterior y ahí nos pegamos una tumbada entre mierda, chinches, piojos y garrapatas .
Después de sestear, nos desinfectamos y salimos ya con destino a Abiada, nuestra siguiente parada. En el camino nos topamos con una gran charca que no nos resistimos a vadear. Era una mezcla de agua, fango y mierda, pero no nos hicimos de rogar. Como nos quedábamos enfangados, teníamos que quitarnos los pantalones y el calzado para meternos en ella y fijar las eslingas y así poder ser rescatados por el servicio de pocería y desatascos.
¡No lo pasó bien el Tanete!, viendo como destrozaba el coche que al parecer le correspondía a su mujer en la disolución de su matrimonio y pronto le debía entregar.
Echamos un par de horas y luego entre una espesa niebla salimos a la carretera y llegamos a Abiada.
Embarramos todo el hotelito, por lo que pedimos fregona y cepillo al dueño para ir limpiando cada poco.
La mujer del hostelero no soltó la mocha en toda la tarde.
Cenamos y después de pasear un rato por el pueblo nos fuimos a descansar.

8 de Agosto

Salimos hacia el Puerto de la Palombera, la pista de los años anteriores, paramos en el riachuelo de siempre a comer y seguimos ruta pasando otra vez por Uznayo, donde saludamos al alucinado Moisés, un paisano que conocimos en viajes anteriores y que nos miraba de arriba abajo con extrañeza, supongo que por lo numerosos que éramos, cuando le conocimos éramos nueve y éste año ya doblábamos. Nos confirmó que mantenía su viejo “G”.
Seguimos camino hasta Potes donde teníamos que apañarnos un camping para una veintena de personas durante dos noches.
Cuando llegamos, el camping de otros años estaba lleno, pero la encargada nos hizo una gestión en el que está al pié del teleférico y nos comunicó que les quedaban dos parcelas ¡para seis tiendas! Pero es lo que había y la verdad que nosotros borrachos nos contentamos con poco.
Cuando llegamos el camping estaba alicatado, fuimos a visitar nuestras parcelitas y empezamos el encaje de bolillos. La primera tarea era situar la tienda del Monstruo y Mar que ocupaba lo que dos, después nos fuimos ubicando los demás como pudimos. “El chabolismo” en su plena esencia.

9 de Agosto

Día libre. Nos disolvimos en grupos según gustos y planes. Unos se quedaron en la zona montando a caballo y paseando, otros se fueron a ver pedruscos, como el de Santo Toribio de Liébana y supongo que la iglesita de Piasca y la de Santa María de Lebeña. Nosotros, Juanma, Sanchi, Esparteros y yo, subimos en el teleférico e iniciamos una ruta a pié, que pasando por el refugio de Cabaña Verónica –una armadura metálica para cuatro plazas y que es la parte superior de un barco bombardero de la 2ª guerra mundial que subieron allí en pedazos sobre mulas por los años 50 o 60-, ascendimos a los Horcados Rojos y sujetos con el cable que han instalado para ayudar a descender, iniciamos la peligrosa bajada de cuatrocientos metros con tramos casi verticales hasta la Garganta de los Boches, de ahí pasando por el Jou sin Terre –unas depresiones muy características de los Picos – llegamos al Picu Urriellu, donde comimos y descansamos en el refugio de Delgado Úbeda, que ya conocimos anteriormente pernoctando en él.
Después de comer nos dispusimos a iniciar el descenso por la senda que llega al refugio de la Tenerosa. Habíamos conocido a dos parejas que no pretendían haber llegado hasta allí al no tener forma de volver si alcanzaban el Urriellu. Les animamos a venir con nosotros ya que les solucionaríamos el regreso.
Habíamos quedado con el Nene y Rafa en que nos fuesen a recoger con el Monterey al collado de Pandébano, subiendo por las pistas de Espinama, por lo que les hicimos una llamada para que viniesen con otro todo terreno más a recogernos.
Regresamos pasando antes por el refugio de La Tenerosa, donde está su guardesa “La Tenebrosa”, la anciana amiga del Topo que nos vende los quesos. Al grito de TENEBROSAAA salió de su cabaña secándose las manos en su negro mandilón y contestando “QUIENNN ME LLAMA”. El Topo después de saludarla y hacerse una foto con ella, no sin antes en un femenino y coqueto gesto, colocarse los pelos para el mismo lado, inició un laborioso esfuerzo de regateo para que le rebajara un queso 200 Ptas. La Tenebrosa no es de las que se dejan amilanar y mucho menos domar, con lo que el Topo desistió, agachó las orejas y se despidió de su vieja amiga.
Descendimos sin queso el Collado de Pandébano echando una mano a Esparteros que llevaba una rodilla tocada del palizón y nos sentamos a esperar a que vinieran a recogernos.
Sobre las seis llegaron Rafa, Chelo y el Nene, nos montamos todos en los coches y por pista regresamos al camping. Una de las parejas nos acompañó a tomar unas cervezas con nosotros.
Después de contarnos cada grupo nuestras vicisitudes, preparamos la cena y nos acostamos.

10 de Agosto

Nos acercamos a Potes después de recoger el chaboleo y estuvimos paseando por sus calles y visitando las típicas tiendas de paridas y recuerdos, donde no puedes irte sin comprar algo, lo que sea, meterlo en algún rincón libre de nuestros TT y que más tarde, ya en nuestros destinos, tendríamos tiempo de tirar.
A media mañana iniciamos la ruta, subimos a los repetidores de TV del cerro de Arabeles y después de algunos despistes, conseguimos llegar a Bejes sobre las dos, por lo que antes de entrar en el pueblo, en una pequeña pradera sacamos la artillería y nos dispusimos a comer.
Nos tomamos unos cafés y unos helados en el bar del pueblo e iniciamos la subida hacia la terrorífica pista del Macandiú. En el camino un paisanote –el padre del alcalde- me pidió que le acercara a la fuente de los Lobos. Hubiera sido muy agradable su compañía si no fuera por el olor que me dejó en el coche. En Bejes ya han subido la red de agua al pueblo, pero éste parecía no haberse enterado.
Entra peste y charla, conseguimos llegar conscientes a la fuente que en esta época del año manaba un hilillo de agua, no suficiente para recomendarle un lavado de bajos a nuestro amigo. Nos despedimos de él, nos desinfectamos y nos metimos en el bosque de hayas previo a los precipicios de la pista del Macandiú.
Los que no conducían, viendo justo debajo de su ventana la caída, optaron la mayoría por apearse e ir andando y así evitar en lo posible “La gran guarra” si había algún despiste de conducción.
La pista estaba totalmente suelta, por lo que según pasábamos con un lado del coche totalmente pegado a la roca cortada a pico y barrena y que acariciaba nuestras chapas, por el otro caían al vacío los guijarros que desplazaban nuestras ruedas. ¿Qué habría pasado si hubiera venido un coche de frente?
Llegamos unos sentados y otros andando al Casetón de Ándara y junto a él, nos tomamos unos refrescos mientras respirábamos hondo y comentábamos nuestras sensaciones. Después nos acercamos a Sotres, donde en la típica tienda de objetos inservibles, adquirimos alguna chorrada más, pues todavía quedaban pequeños huecos en nuestros maleteros.
Emprendimos el camino que nos llevaba al refugio de Áliva, llegamos, nos duchamos y después nos acercamos con los coches al teleférico, donde contemplamos las vistas desde un pequeño mirador metálico colgado en la pared de la montaña. Bajo nuestros pies, entre las separaciones de los perfiles metálicos, veíamos los 800 metros de caída vertical que hay hasta Fuentedé y el camping donde habíamos pasado las dos noches anteriores.
Regresamos, cenamos como unos señorones, después de las penurias de días anteriores y nos fuimos a dormir en este privilegiado lugar inmerso en el corazón de los Picos de Europa.
A la mañana siguiente, volvimos juntos hasta Torrelodones, comimos en el Cazador y nos despedimos.

domingo, 12 de abril de 2009

Pequeña guía para movilidad africana

NOTA.- La única pretensión de esta estúpida guía es la de tratar de acercar al viajero a países remotos sin grandes esfuerzos oracionales o de idiomas.
Ha sido una labor ardua y laboriosa de dos largas horas, que espero que el gran esfuerzo que ha supuesto para su confección, tanto la recopilación de datos, accesos a bibliotecas, o viajes a habitaciones lejanas para confrontar información, produzca grandes satisfacciones a todo aquel aventurero que un día, decide dejarlo todo, colgar los bártulos y encomendarse a la noble y gratificante afición de traspasar fronteras sin tener ni puta idea de hablar en Arameo. Si se ha conseguido: LA TAREA HA VALIDO LA PENA O NO, YO QUE SÉ.

Edición 2.002. Autorizada su reproducción parcial o total Incluso su destrucción en bolsa amarilla.

FLEJE: Cualquier elemento, pieza, piececilla, útil o segmento que forma parte de cualquier objeto ajeno al cuerpo humano.
Normalmente sirve para denominar a los elementos de tornillería – cerraduras - asas de maletas - partes metálicas del chorizo – iluminación – fontanería - pinchos de brocheta - parte superior del envase del tajine - aceros y ornaflos en general.
También puede utilizarse para designar elementos que aunque en contacto con el cuerpo humano, no forman parte de él. Véase: hebillas de pantalón - forflullo del sostén - remache de los zapatos por el que pasa el cordón - excepcionalmente también puede denominarse al agujero para inserción de anillos en las orejas.

NO TEM: Conjunto de palabras con identidad propia que provienen de “no” y de “tem”. Se utiliza como el “no compre pa” pero con sujetos árabes.
Significa: no tengo - no te entiendo - se me ha terminado - no me toques los cojones – no necesito – “pide a los del coche de atrás.
Se puede ampliar su significado para explicar: Estoy cansado - No sé que te pasa - estamos perdidos ¿tiramos al norte? Y en general cualquier situación de desconocimiento, incredulidad, desazón, incluso desasosiego.

POTO-POTO: Tierra – madre- barro- caca – culo – pedo –pis – nación y cualquier otra cosa que forme parte de uno mismo. Véase : yo, mi, me, nos, coche, bota vino, llave de la habitación, billetera, pasaporte, papel higiénico, en algunas zonas es habitual el “POTO POTO NI DE COÑA” esto es, lo que no se puede o debe ceder o enajenar, como cama grande, silla plegable, cacerola para fabada, cuchara, inflador de colchoneta…

UAJA: Significado espasmódico para definir una situación de aceptación o agradecimiento. Equivalente a “OK” en el oeste, “Vale quillo” en Andalucía o “su solicitud ha sido aceptada” en diversos estamentos públicos. Se usa para denotar conformidad.

RODAMIENTO: Fleje gordo y normalmente bastante cabroncete.

MECAGÜENMICALAVERA: Se me ha roto un fleje.

BALLETA: 20 Dirham.

MOHAMED de Zagora: experto en flejes – loctite con patas – apaño. Normalmente el que te saca de apuros, se lleva las hostias, evita que te vuelvas a España. No necesita dormir, va a 220 W y normalmente es de bajo consumo.

CHARLY: Elemento entre 0 y 15 años capaz de sostenerse en pié, correr descalzo por las piedras, salir de cualquier parte del desierto y pedir de forma insaciable, bolígrafos, caramelos, dirham.

OBY WAM: Elemento, normalmente de más de 15 años recubierto con capucheto que le tapa las orejas y las cejas. Se suelen mover por los arcenes de las carreteras, bien andando, bien dando pedalines o en burrito.

YOTECONOZCO: Sufijo que sigue a la primera frase de un moro al que no has visto en la vida y pretende llevarte a algún sitio.

GUARDACOCHES: (Ver Obi Wam) tiene la misma forma que éstos pero en posición cubito supino, esto es, horizontal. Disponen de ojos pequeños o carecen de ellos. Suelen vestir con pijama, manta y almohada. No son útiles y si han dormido bien, se les suele dar Dirham (ver bayeta). Es entonces cuando mantienen posición vertical y si disponen de ojos.

ÑAPA: Cualquier arreglo que lleva implícito el uso de Loctite, cinta americana, latas de Coca Cola. (También vale de Fanta), flejillos pequeños, grasa, cuerda de pita, incluso bramante. No funciona en España.

GARANTÍA MARROQUÍ: Factura que gestiona a la vuelta el concesionario de cada marca tras el “apaño” marroquí o ñapa.

6ª Caravana al López Ibor (maroc)


6ª Expedición a Marruecos.- La caravana del López Ibor

23 febrero

Salimos hacia la gasolinera de Aranjuez donde a las 8 nos agruparíamos para salir.

Habíamos quedado a la una con mi compi, Esparteros, en Santa Fé, un pueblo junto a Granada. Puntuales nos encontramos con él. Llevaba un Stratus que pensaba dejar apoyado toda la semana en la tapia de algún cuartel de la Guardia Civil.

Láchar, un pueblo que había poco más adelante, tenía Cuartel, así que nos dirigimos a él.
Llegamos, plantamos el coche y avisamos al Cabo de guardia, que nos tomó los datos y nos dijo que no había problema. Seguimos camino.

Paramos a comer en un restaurante de carretera, donde dos Alemanas, madre e hija, distraían a mi amigo y compañero Esparteros. Allí mismo preparamos la primera tanda del fondo, para los primeros gastos y pagar en la agencia.

Llegamos a Algeciras y buscamos nuestra agencia, Indotour, Gregorio y su hermano Emilio nos estaban esperando, nos facilitaron los papeles y nos acompañaron a embarcar en el Ferry de las nueve, el último del día. Embarcamos y puntuales salimos rumbo a África. Durante el trayecto y después de deambular y curiosear un rato por el barco.

Sobre las once, llegamos, cambiamos nuestros relojes a las diez, habíamos ganado una hora que ya se encargaría la policía fronteriza de hacernos perder.

Nos tuvieron dos horas pidiéndonos papeles, leyéndolos al revés, mirándolos por delante, por detrás, se los llevaban, los traían, nos los devolvían y cuando los teníamos guardados, nos los volvían a pedir. ¡Estamos en África! No hay ninguna duda.

Entre papelito y papelito, pululaban por nuestros coches, pizpiretos moretes con unos batines de color azul que nos metían una mano por la ventanilla con la palma hacia arriba, la cabeza levemente inclinada hacia la derecha y una mueca de solicitud. “Dirham, messié, Dirham.” Eran los ayudantes de la policía de aduana. Cada uno se los ventilaba como podía, al Monstruo se le oía: “Venga Torpedo vete a dar la vara a otro lado”. Otros les mandaban al coche de los Sanchi, explicándoles que el Nene llevaba el fondo, que le dieran la murga a él. Yo les decía en mi Francés de andar por casa No tem y parece que funcionaba, me miraban, vizqueaban y se iban a otro coche.

A las doce conseguimos escapar. Salimos del Puerto y buscamos nuestro hotel en Tánger, “el Solazur”. Cuando llegamos, aparcamos en la puerta, un hombrecillo con chilaba marrón y garrota en ristre dirigía las operaciones de aparcamiento. Era el guardacoches. Mientras sacábamos nuestro equipaje, dos chavalillos con un barco de marquetería grandísimo sobre sus cabezas nos lo intentaban vender. ¿Dónde íbamos a meter ese trasto en nuestros cargados automóviles? Se lo tratábamos de explicar pero no atendían a razones. De repente nuestro guardacoches se lía a garrotazos con otros chavales que rondaban nuestros coches hasta que los puso en fuga. ¿Teatro para ganarse la propina? Supongo.

Entramos en el hotel y otra sorpresita. A las 12.30 de la madrugada sin cenar, nos ponen a hacer los deberes, en Marruecos es obligatorio cada vez que entras en un hotel, rellenar unos papelitos. Nombre, domicilio, destino, procedencia, profesión. Aquí los más avezados en estos viajes se entretenían poniendo en la profesión, piloto de caza, taxista, prostituta, torero, monja de clausura, da igual no lo leen.

Por fin conseguimos ir a cenar. Una cena fría que habían tenido la atención de ponernos, pues a esas horas el restaurante ya estaba cerrado. “Cortesía Marroquí”. Esto no tiene ironía, es verdad. De postre, naranjas. Esto si tiene ironía. Después de cenar, en los salones del hotel nos tomamos un té moruno y nos fuimos a dormir. A las 5 de la madrugada el Imán con sus cánticos desde el minarete, me despertó.

24 de febrero

Las 6.45. Diana.
Nos duchamos. Lo pongo, porque como posiblemente fuese la última vez que lo hiciese, quiero que quede manifiestamente publicado.
Bajamos a desayunar, un buffet – ¿cual será la traducción de esta cursi palabra al español?- estaba muy completito y por supuesto amenizado y decorado con naranjas.

Cogimos nuestros equipajes y al salir, socorro, allí estaban todos, a las 7.30 de la mañana, con sus manos repletas de colgantes, sortijas, camellitos, gorros de lana, y todas las pijaditas que tratan de encasquetar a los turistas. No nos podíamos desprender de ellos, se nos echaban encima.
Adquirimos algunas cosas mientras colocábamos nuestras emisoras y antenas, que antes de pasar la aduana tuvimos que esconder. En Marruecos está prohibida la entrada en el país de emisoras de radioaficionados. Motivos de seguridad nacional. Creo que llevamos la misma frecuencia que el ejército Marroquí.

Salimos de Tánger y paramos en una gasolinera a repostar y seguir nuestra marcha bajando por la costa hacia Casablanca, donde hicimos un alto para visitar la impresionante mezquita de Mohamed V, el abuelo del actual rey y realizada por su hijo Hassan II.
En las proximidades de Kenitra, paramos a almorzar. Llevábamos un jamón que ante la atónita mirada de los marroquíes empezamos a depilar.

Llegamos a Casablanca y aparcamos junto a la mezquita, en dos segundos teníamos media docena de guardacoches encima de nosotros, pactamos con ellos 5 Dh. ¡Por coche! nos decían ellos. ¡Una leche! contestamos nosotros. No recuerdo quien se llevó el gato al agua, pero imagino que ellos.
La mezquita se levantaba en la costa, Hassán la había mandado construir ganándole terreno al mar. Cuando levantaron el minarete no le pareció suficientemente suntuoso y lo mandó derribar para hacerlo más grandioso.
Paseamos un rato por los alrededores y proseguimos camino, nos quedaba mucho hasta Marrakech.
A las dos paramos a comer en la terraza de un baretillo de Settat. Creo que fue aquí, donde en una excursión anterior, el Carlitros atropelló a una persona que finalmente murió.
Negociamos con el dueño que nosotros poníamos nuestra comida y él ponía la bebida, allí es normal. Sacamos nuestros embutidos y por supuesto nuestro jamón. El Sanchi se había traído hasta el jamonero para cortarlo. El Sanchi piensa en todo, por traer se había traído hasta una radial.

Después de comer seguimos nuestro camino y ya para las siete llegamos a nuestro hotel en Marrakech. Gestionamos en recepción después de hacer los deberes, que viniesen a buscarnos unos taxis. Allí en Marruecos tienen los “petit taxis” que apilan a cuatro y los “gran taxis” que apilan a siete. Como estábamos en carretera y a los pequeños no les permiten salir, pedimos dos de los grandes.

Cenamos pronto, tajine o cous cous, no se, uno de los dos y de postre… ¡Hombre! aquí había dulces marroquíes ¡que buenos! Y por supuesto naranjas.
Después de cenar y de entoligarle una botella de Margot a uno de los de la recepción, que rápidamente se escondió entre los pantalones, -en Marruecos está penado con la cárcel para los nativos el consumo de alcohol- nos montamos en nuestros taxis camino de la famosísima plaza de Djemma el Fna.
Llegamos a la plaza, que estaba abarrotada. Encantadores de serpientes, sacamuelas, aguadores, cuentacuentos, boxeo entre niñas de 13 o 14 años y un montón de espectáculos en los que el público hacía numerosos corros.
Si te quedabas mirando alguno, a pagar. Más allá, los numerosos chiringuitos con su característico olor a grasa, carne de cordero y especias. Había decenas de ellos, todos en fila, formando calles entre unos y otros. Paseamos entre ellos y con caritas de no haber roto un plato agradecíamos y esquivábamos sus invitaciones para que nos acercásemos a tomar algo.
Nos acercamos a las tiendecitas que rodeaban el gran Zoco, que ya estaba cerrado y nos embebimos en el difícil arte del regateo. –técnica que trata de que el timo sea lo más leve posible.-

¿Cuánto vale esto? –Cara de desinterés absoluto-.
30 Dh, señor –Cara de “le estoy haciendo un regalo”-
¿¡¡30 Dh!!? Cara de “¿tú te has vuelto loco?”.
¿Cuánto pagar señor?
¡5 Dh! ¡Como mucho, donde vamos a parar!
¡¿5 Dh?! Gesto de que va a sacar una daga y me la va a hacer tragar. Ofendido total. Gesticulaciones varias. Movimientos descompasados de brazos. Palabras altisonantes. Alá me castigará sin paraíso.
…Se relaja. ¡Uff menos mal! ... 25 Dh señor.
¡6 Dh! ni uno más.
20Dh, ¡no 6!
Señor 18Dh. ¡he dicho 6!
15Dh señor, último precio.
¡Diez!, le tiendo la mano, pone cara de estafado, me mira, sonríe y me da la suya.
Hemos hecho trato. “Gracias amigo, tú amigo”.

En quince minutos de laborioso trabajo he adquirido algo que no me sirve absolutamente para nada.
Y no lo hagas de otra manera, quizás aquí, más resabiados que en el sur, si no regateas, extrañados te lo darán. Pero el buen marroquí, el Bereber, no admitirá que te lleves algo sin regatear e incluso te invitará a un té moruno durante la negociación que nunca debes despreciar. Y si prolongas la charla, incluso te invitará a su casa y te ofrecerá todo lo que tenga.

En Marruecos no hay prisas, no las demuestres, esto no es Europa. Charla con ellos, despacio, el reloj es malo.
“Prisa mata” “En Europa mucha prisa” “cuando llegan ¿Qué hacen?” “En Europa muchos corazones puff”, suelen decir golpeándose su pecho.
Después de nuestras compras nos fuimos a tomar una abominable cerveza y a las doce, nuestros taxis nos estaban esperando para devolvernos al hotel.

25 de febrero

Otra vez madrugón. Esquivando los mondongos gigantes que una manada de pavos reales dejaban por los jardines del hotel, llegamos al comedor. Otro suculento Buffet –maldita y cursi palabreja- y por si era de nuestro gusto… naranjas.
Recogimos nuestro equipaje y nos despedimos de nuestro amigo, un camarero que cada vez que nos veía nos decía “Hola, Coca Cola”…era todo su español.

Nos esperaba otra dura etapa por carretera hasta Foum Zguid, la auténtica puerta del desierto y no Ouarzazate, la que venden a los turistas.
Llegamos a media mañana al Tizin Tichka, en pleno corazón del Atlas, subimos el puerto y paramos a descansar y cotillear las tiendecitas de los vendedores de fósiles. Allí conocí a Hare, mote que me puso un morete y que ahora cada vez que nos vemos nos llamamos mutuamente así. Hola Hare. Que tal Hare.
Después de cerca de dos horas intentando escaparnos de ellos. Todos decían que les habíamos dado palabra de visitar su puestecillo. ¡Que morro! Te hipotecan con el honor.
Picamos algunos con compras y seguimos camino. Aquí nos metíamos en harina, comenzaban las duras pistas del Atlas.

Hicimos un alto para comer, unos niñitos nos miraban, primero tímidamente, de lejos, después, poco a poco, con pasitos imperceptibles se iban acercando.
Como aquel juego que hacíamos de pequeños “El escondite Inglés”. Cuando no mirábamos, se acercaban, si mirábamos, se paraban.
Les dimos algo de ropa, unas chucherías y seguimos hasta Ouarzazate, donde nos desviamos 20 kilómetros para conocer su Kashba, una de las más famosas de Marruecos.
Después deshicimos los 20 kilómetros y ya anochecido cogimos rumbo a Foum Zguid. Al llegar ya sobre las nueve, un control de policía nos paró, nos pidió los pasaportes, preguntó donde íbamos y nos dejó continuar.
Entramos en el desierto de la mano de nuestros GPS, recorrimos 30 o 40 kilómetros de una malísima y pedregosa pista buscando una zona para acampar.
Sobre las once la encontramos. Molidos montamos el campamento, nos hicimos la cena y caímos desplomados en nuestras colchonetas. Nuestra primera noche en el desierto.

26 de febrero

Las 7, música clásica en el desierto desde mi destartalado aparato de música.

Fuimos saliendo de nuestras tiendas, nos preparamos el desayuno, recogimos y salimos por una dudosa pista que enfilaba directamente a Argelia. Nos comunicamos por las emisoras que seguiríamos unos kilómetros y si no rectificaba rumbo, nos daríamos la vuelta.
Viendo que nos llevaba irremisiblemente a la dudosa e indefinida frontera entre Marruecos y Argelia, decidimos dar la vuelta. Cogimos otra pista rumbo Este y al cabo de unos kilómetros en un puesto militar, nos dio el alto un desaliñado soldado. Preguntó donde íbamos, nos gorroneó un cigarrillo y continuamos.

Un poco más adelante, optamos por abandonar la pista y guiándonos a rumbo penetramos de lleno en el desierto, dirigiéndonos a las zonas de dunas. Bajamos la presión de nuestros neumáticos y nos perdimos entre ellas. Había que ir esquivándolas y buscando pasos que el color de la arena es el que nos indicaba por donde debíamos ir sin atascarnos. Después de varios atrancos que necesitaron de eslingas y pala para desatascarnos, decidimos parar en un lugar rodeados de dunas y entretenernos en atacarlas a ver quien conseguía subirlas.

Estuvimos un par de horas jugando en las arenas y decidimos buscar el divertido río de arena que nos llevaría al Oasis.
Para salir de ese laberinto, fuimos siguiendo la estela que nuestros GPS nos habían dejado marcada en sus pantallas y cuando sorteamos las dunas, tomamos rumbo 60 y nos fuimos acercando al río de arena. Nos topamos con él, un cauce seco, con una blandísima arena que retiene los coches y que el más mínimo descuido te atascaría obligando a los demás a parar con el consiguiente peligro de quedarnos todos enganchados en la arena.
Seguimos por el río hasta que en un bote imprevisto, la pajarera del Topo, el catre que lleva sobre el techo de su automóvil, salió despedida. Buscando zonas de arena dura fuimos parando.
No tenía buen arreglo la cosa, así que decidimos sacar la radial del Sanchi y cortarla en varios pedazos para que pudiera entrar en el coche y más tarde cuando saliésemos del desierto, en algún taller se la pudiesen soldar. No pudo ser, nuestra baterías de energía no daban la potencia suficiente a la radial para girar, por lo que la tuvimos que trocearla y entre varios coches ir acoplándola.

Seguimos camino hasta el Oasis, allí comimos, bajo unas Haimas y viendo que la noche se nos echaba encima y nos iba a costar mucho navegar de noche por el desierto, intentamos negociar con el del oasis precio para dormir en él. No hubo acuerdo, por lo que decidimos atravesar el desierto y llegar a Zagora.
Subimos la presión de nuestros neumáticos que al entrar en las dunas habíamos quitado y ya casi anocheciendo nos pusimos en marcha.
A las diez de la noche conseguimos salir del desierto y una vez repostamos combustible en Tagounite, enhebramos por carretera hasta Zagora.
Llegamos a las once, buscamos hotel, nos dieron de cenar tajine y de postre naranjas y nos fuimos a desplomarnos en los catres.

27 de febrero

Por la mañana salí de la habitación y un morete regordete con un grasiento mono azul nos estaba esperando, era Mohamed, que había olisqueado que llegábamos y ahí nos estaba esperando para ofrecernos sus servicios y experiencia mecánica.
Quedamos en que después de desayunar le acercaríamos los coches.
Desayunamos buffet y nos fuimos al taller.
Mientras Mohamed y su prole de mecaniquillos nos limpiaban filtros, engrasaban rótulas y revisaban nuestros amortiguadores, nos fuimos a la tienda de su primo.
Rodeados de niños que nos trataban de vender de todo y que por supuesto consiguieron, entramos en la tienda del primo de Mohamed. Allí nos sentaron alrededor de una mesita, nos sirvieron un te moruno y como borreguitos que van al matadero, nos sacaron los cuartos.
Nos llenaron la mesa de baratijas y nos dispusimos a negociar.
Todo lento, muy lento. Tú mirar, da igual si no comprar, tú mirar.

Cuando nos endilgaron media tienda nos volvimos al taller, pagamos a Mohamed y ya para las 12 de la mañana nos dirigimos a vadear el Drá. Mal asunto, estaba seco. Lo cruzamos y por la ribera contraria seguimos pista hasta una zona sombreada donde decidimos para a jalar.
Unos niñitos nos miraban agazapados tras un árbol. Después de la manduca, les hicimos algunos regalos y seguimos pista.
Antes de meternos nuevamente en el desierto, el grupo, en un despiste se rompió. Estuvimos una hora buscándonos entre unos cerrados palmerales cortados continuamente por acequias que nos obligaban repetidamente a dar la vuelta y buscar otros pasos.
Nos subimos a un alto a cogernos con las emisoras y cuando pudimos conectar, nos dimos coordenadas y así conseguimos agruparnos y retomar la ruta juntos.
Una avería en una de las emisoras nos hizo perder otra hora. Estábamos abocados a entrar otra vez de noche en el desierto.
Cuando la reparamos y después de sacudirnos a las decenas de niños que nos rodeaban seguimos camino y ya de noche nos metimos a navegar por el desierto. Sobre las nueve o las diez, en las cercanías de Tissemoumine, localizamos un buen sitio para acampar.
Montamos el campamento, nos preparamos la cena y al calor de un fuego que los hermanos Sanchi, con leña que habían conseguido perdiéndose en el desierto con sus linternillas en la frente, nos hicieron unas castañas asadas que regadas con un orujo nos ventilamos en la estrellada noche. ¡Fuego en el desierto! ¡Que cosas!

28 de febrero

Recogimos y a seguir. Nos esperaba un duro día. Para “recuperar kilómetros” pusimos peso al acelerador, duró poco, primer pinchazo, el coche del Topo.
Después de buscar en lo más recóndito de su coche la tuerca antirrobo de las ruedas, el Nene, intentando abrir el candadito de la tapa de la rueda de repuesto, rompió la llave. Intentamos abrir el candado con unas tenazas y con una sierra de metal, tuvimos que desistir. Acabábamos antes si el Sanchi le pasaba su rueda.

Seguimos metidos en el mismo corazón del desierto y después de unas horas de navegación, alcanzamos la carretera que cogiendo rumbo 270 nos llevaría primero a Alnif y más tarde a Nekob, donde salía la durísima pista que cruzando el Atlas por el pedregoso e inhóspito Jbel Sarhró nos conduciría a Boumalne Dadés.

En Alnif paramos a reparar la rueda del Topo y a comer en un bar de carretera.
Después de descansar un rato y de desatascar al Lequio que en una maniobra con su Toyota se había encastrado en una alcantarilla, repostamos combustible y seguimos carretera hasta Nekob.
Entramos en la pista que nos introducía en el Atlas y a los pocos kilómetros, segundo pinchazo. Al coche de Sanchi, no le quedaba de la cubierta ni la muestra.

Abocados como ya es costumbre en nosotros a terminar las rutas de noche, seguimos camino. Los puntos de nuestros GPS nos marcaban el siguiente punto de alcance al lado nuestro. Eran espejismos. En línea recta estábamos en ellos, pero antes había que descender y volver ascender unas sierras que ya con el cansancio acumulado se nos hicieron interminables.
A las nueve, tercer pinchazo, éste le tocó al Monstruo.

Conseguimos alcanzar Boumalne Dadés sobre las once. Llegamos rotos, nos agenciamos un hotel, nos dieron de cenar tajine y naranjas y otra vez reventados, nos desplomamos en los catres.

1 de marzo

Fuimos a un taller después de desayunar a reparar todos los neumáticos que la jornada anterior habían tenido percance.
Después nos metimos en un tascurrio a tomarnos una especie de tortilla que es típica en Marruecos- una especie de revuelto- como nos gustó, repetimos y tripitimos.
Hicimos una foto al tigre, que asquerosidad de letrinas, no la habían limpiado desde que construyeron el bareto. La cadena era un pequeño y putrefacto cubo que solo cogerlo por el asa ya daban arcadas.

A media mañana iniciamos ruta por una pista ya asfaltada que trascurre paralela al Dadés. Una impresionante garganta. Tras un incesante zigzag fuimos ascendiendo. Paramos en alguna curva a ver las vistas y a hacer unas compras a unos moretes que no dejaban de perseguirnos con su viejo “127”.

Llegamos a Msemrir, aquí comenzaba la pista. Cogimos un desvío equivocado que nos metió en una durísima trialera. Cuando nos percatamos del error dimos media vuelta y entramos en un desfiladero. Nos quedaban 6 o 7 horas de dura ruta hasta llegar a las Gargantas del Todra siempre en reductora por lo roto del camino.

Comimos en el desfiladero, donde vimos pasar una numerosa expedición de portugueses. Después proseguimos, pues la situación parecía que iba a ser la de siempre, de noche conduciendo.
Descendimos el Atlas por una estrecha carretera que dejaba ver a nuestra derecha unos cortados de 200 metros. Era una inhóspita zona distinta a cualquier cosa que podamos tener en nuestra península.

Ya en plenas pistas, vimos quizás el mayor caso de pobreza de los muchos que habíamos percibido en el sur de Marruecos. En unas grietas de las rocas, protegidos con telas negras, vivía una familia. Los niños de 8 y 3 añitos les calculé, descalzos. Agua debían de tener la justa, la que la roca escupiese en algún escondido poro y alrededor, piedras. Supongo que tendrían algún borrego que les alimentase y poco más.

Llegamos al atardecer a Tamtattouchte, el pueblo de los “niños capullos”. Se entretienen en enviarte por dirección contraria, con lo que es mejor ignorarlos y seguir las indicaciones de nuestros GPS.
Aquí conocimos a Omar, un simpático morito que subí en la estribera de mi coche y que nos dirigió –éste si- correctamente hacia la salida del pueblo y nos indicó la pista que nos llevaba a las gargantas del Todra.
Omar, que le íbamos enseñando palabrotas en Español, se lo pasó de lo lindo practicándolas con la emisora.
Cuando nos sacó del pueblo, le hicimos unos regalos, le dimos las gracias y nos despedimos de él.
Llegamos de noche a las gargantas, impresionaba ver sus paredes verticales sobre nosotros. Debajo de ellas, se levantaban un par de albergues, donde en uno de ellos teníamos reservadas unas habitaciones.

Cenamos y charlamos con el encargado del albergue, Amún. Se te arriman con el fin de “hacer amistad”. Realmente lo que quieren es gorronearte todo el alcohol que lleves.
A las doce, cortan los grupos electrógenos y el agua caliente hasta las siete de la mañana, con lo que continuamos la tertulia con quinqués.

Como algunos querían comprar alfombras, nos planteamos si al día siguiente viajábamos hasta la Casa Tuareg, en Rissani, lo que nos suponía hacer 200 Km. más de lo previsto. En una votación decidimos que compraríamos las alfombras en Tinerhir, que estaba a quince kilómetros y donde el gorrón de alcohol nos iba a presentar a un pariente suyo que vendía alfombras. Nos fuimos a acostar, dejando a Amún cogorza perdido tirado en el restaurante, donde pasó toda la noche.

2 de marzo

Salimos con el gorrón de alcohol hacia Tinerhir, a mitad de camino, en Zaouia Sidi Abdelall, un coche apunto de volcar entretenía a todos los habitantes del pueblo. Se había salido de la carretera y estaba afianzado con unas maromas y apuntalado con unos postes para evitar el vuelco.
El gorrón de alcohol nos solicitó que le ayudásemos. Por lo que sacamos eslingas y el gato Hi Lift, enganchamos una eslinga al vehículo, otra a un poste de la luz y entre las dos, pusimos el Hi Lift que utilizándolo como cabestrante, fuimos recuperando el coche a la carretera. Después, seguimos camino.

Llegamos a Tinerhir y enseguida nos salió el guardacoches de rigor. Negociamos con él y nos fuimos a ver las alfombras.
Pasamos por un lugar donde estaban curtiendo piel y que su penetrante olor se esparcía por todos los alrededores.
Nos metimos en una casucha, donde nos sentaron en el suelo, nos sacaron un té moruno y nos explicaron el proceso de fabricación de las alfombras mientras dos mujeres tejían una.
Tardan seis meses en confeccionar una alfombra de tamaño medio, pero solo trabajan cuatro horas al día porque las realizan sin luz eléctrica y es agotador para sus ojos.
Después de la charla económico-cultural llegó la hora del regateo.
Extendían una alfombra detrás de otra hasta que nosotros, como si fuese una baraja española “cortábamos”.
Compramos un par de alfombras Sanchi y otra yo.
La mía me solicitaron al cambio 125.000.-Ptas. Y después de arduos esfuerzos me la llevé por 25.000.-Ptas. ¿Cuánto me habrían timado?
Después bajamos a la planta de los cachivaches, donde seguimos comprando chorradas inservibles que taparán el polvo por algún rincón de nuestras casas.

Era tarde, teníamos que llegar a Missour, así que nos despedimos de nuestros amigos, compramos en una tenducha unas chocolatinas, cuya fecha de caducidad señalaba un par de años antes e hincándolas literalmente el diente nos las pimplamos.
Llegamos a comer a Er Rachidia, tras un nuevo pinchazo del Topo, una plaza militar de amplias avenidas. Buscamos un bar y liquidamos nuestro jamón ante los expectantes clientes de la taberna.
Como era la fiesta del cordero, hicimos una fructífera gestión de venta de nuestro güisqui, que rápidamente se lo escondían tras sus pantalones.
Después entre una tormenta de arena seguimos hacia nuestro destino.

Llegamos de noche a Missour, el “hotel de los pelos” para seguir nuestra tónica habitual. Hicimos los deberes. Aquí el Lequio harto de rellenar papelitos poniendo siempre lo mismo, decidió variar:
Nombre: James, James Bond.
Procedencia: Londres.
Profesión: Agente secreto.
Destino: Rusia
Después nos dirigimos a nuestras habitaciones a apartar las cucarachas y a pasar revista a las sábanas de nuestras camas, como estaban infectadas de pelos, -habitual en este hotel- les hicimos montarlas nuevamente con sábanas limpias.
Después nos tragamos la charlaplastorra del pelmazo de turno sobre lo malo que había sido Franco y cuando le mandamos a cagar nos dirigimos al comedor a cenar.
Tajine y naranjas.

3 de Marzo

Decidí darme una ducha. A los cinco minutos el agua me llegaba por las rodillas. Me puse una toalla y salí a recepción. Ahí estaba el palomo, un maricón de primera división.
Tapándome pudorosamente y sin darle la espalda en ningún momento, le hice venir a mi habitación. Le enseñé el “superatasco” que tenía mi bañera. Él, mirándola fijamente, se rascó la sien, pensó unos segundos y se agachó sobre la bañera. Metió su pulcra y femenina mano en el agua –caldo con tres días de pistas acumuladas- y con cara de satisfacción, como el que hubiera descubierto América, me enseñó el motivo de tal atasco.
¡El tapón de la bañera! Estaba puesto y no me había dado cuenta. Le di las gracias sin perderle la espalda y le mandé a recepción.

Las 7.30, era la hora de la formación. Desayunamos y salimos por carretera hacia Melilla. Trescientos kilómetros nos separaban de España.
Paramos a mitad de camino a repartir los restos de la comida entre un grupito de niños, les dimos también ropas y calzados.

Yo vi un pequeñín descalzo, pedí unas zapatillas a alguien del grupo y se las di. Me miró agradecido y se puso una, le pregunté ¿no te pones la otra? ¡No, es para mi hermano! y echó a correr hacia su hermanito.

Nos entretuvimos en hacer un rato la ola a los coches que pasaban hasta que nos ligó la policía, les explicamos que estábamos saludando a sus compatriotas, se lo creyeron y seguimos viaje.

No he comentado nada de las carreteras marroquíes y el peculiar estilo de conducción de sus habitantes.
En ellas solo cabe un vehículo, al lado arcenes de tierra para apartarte cuando algún coche viene de frente.
Los cambios de rasante son ignorados, no hay líneas ni continuas ni discontinuas, tampoco es necesario, las ignorarían. Da igual si hay visibilidad o no, ellos adelantan cuando les parece, se incorporan de cualquier camino a la carretera sin mirar y pueden ir tan panchos a 40 por en medio de la calzada sin inmutarse.
Poco a poco te vas haciendo al estilo de conducción marroquí y usas las mismas técnicas que ellos No es posible conducir “a la española”, saldrías despedido a la cuneta continuamente.
Cuando viene un coche en dirección tuya, el juego consiste en ver quien aguanta más sin apartarse.
Centrado totalmente en la calzada, en el último metro, quizás centímetro, el menos templado, volantazo y a la cuneta.
En España te pondría los pelos de punta, aquí, en África, es así. No hay otra forma.

Llegamos a las proximidades de Nador, la frontera marroquí.
Comimos en una gasolinera unos pinchitos morunos, echamos tres o cuatro litros de gasóleo –lo justo para entrar en Melilla- y nos pusimos en la cola de la frontera.
Cerca de un par de horas de inútil papeleo nos llevó entrar en España. La frontera de Nador, bueno realmente es Beni Enzar, sucia y pestilente contrastaba con la pulcra frontera española, donde los aseados guardias civiles nos dieron la bienvenida.

¡Estábamos en España!

Nos dirigimos al puerto, donde gestionamos con la Guardia Civil la protección de nuestros automóviles. Nos indicaron donde dejarlos y luego, andando nos fuimos a la ciudad a comer.
Comimos sobre las seis, después un paseo por la ciudad, unas últimas compras para gastar los dirham que nos quedaban y volvimos al puerto donde en una terraza nos vimos un partido televisado que por los gritos que pegaban los Melillenses, debía de ser muy importante. Creo que era un Madrid Barcelona.

A las once, ya hora española salió nuestro barco. Antes pasamos el férreo control antidroga, donde la guardia civil te metía a los perros dentro del coche. Estos más pendientes del olor de nuestros chorizos que del hachís se volvían locos.
Cenamos en el restaurante del barco y después de un paseo por la borda nos fuimos a nuestros camarotes. A la mañana siguiente atracamos en Málaga a las siete, volvimos a pasar el control de la guardia civil y salimos hacia nuestras casas.

martes, 7 de abril de 2009

Vámonos a Picos


6 días por el corazón de los Picos mezclando alpargata con bicicleta y que nos de el sol y eso.

Aprovecharemos estos días para quemar suela, sudar la gota y amancebarnos con las chinches de los refugios que también tiene su aquel y no todo tiene que ser en la vida colchones Lo Mónaco y mantas Mora.

Primer día: Viaje a Sotres, allí dejamos los coches y subimos al refugio de Áliva en bicicleta. Al atardecer subiremos hasta el cable del teleférico a ver si se ve algo y eso y luego bajar de noche al refugio a cenar si no nos la calzamos con algún pedrolo.
Segundo día: Dejamos las bicis en Áliva y vamos hacia el refugio de Cabaña Verónica por una senda capulla ella, de ahí subiremos a los Horcados Rojos para bajar por el cable que ahora estará dentro de la nieve por una bajada chungaleta de unos 400 metros que hay que ayudarse del cable para descender.

Dormiremos en el refugio de Delgado Úbeda al pie del Naranjo de Bulnes con los porretas de los montañeros que se descuelgan del Naranjo para colgarse de los porros.

Tercer día: Regreso hacia Sotres por el Jou Lluengo pasando por el refugio de la Tenerosa que a la que te descuides te encaloma un queso y subiendo, esta vez a pata, hasta el refugio de Áliva nuevamente por las Vegas del Toro donde pernoctaremos algo derrengados digo yo.

Cuarto día: Ruta en bicicleta bajando a Mogrovejo y bordeando el desfiladero de la Hermida por las aldeas de las zonas altas para ir por las pistas mineras hasta el Casetón de Andara, bajo la Pica Macandiú, donde podremos hacer la comida de bocata en el refugio y posteriormente llegar a Sotres donde deberían estar nuestros coches y dormiríamos en Casa Cipriano, donde Juanjo, uno de los tipos que mejor conoce Picos nos dará de cenar o algo.

Quinto día: En coche hasta Cangas para subir en bicicleta los lagos e iniciar camino hacia el refugio de Vegarredonda, al que hay que llegar a pata por las prohibiciones ecologistas esas raras, escondiendo y candando antes las bicis detrás de algún pedrolo. De allí subiremos al mirador de Ordiales a extasiarnos de vistas propiamente y vuelta a Cangas para al día siguiente volver cada mochuelo a su olivo.

Y a ver que tal sale ¿no?

lunes, 6 de abril de 2009

Estos son mis amigos....

Algunas reacciones a mi comunicación de la apertura de mi nuevo blog:

Deivid: Madre de dios... lo que le faltaba al mundo internáutico...

Nano: Que Dios nos asista...

Álvaro: Toma yá ...

Josera: Que Dios nos pille confesaos.

domingo, 5 de abril de 2009

Un hombre y un destino (de mi querido Nano)




UN HOMBRE Y UN DESTINO (por Nanotron foro mtb)

Como en la mítica película de Robert Redford y Paul Newman, la vida me ha enseñado que hay gente ineludiblemente ligada a su destino. Gente que por más que quiera, y por más que luche en contra, está condenada a seguir su senda hasta el final, sin salirse del guión.
Bendita condena y bendito guión. Y bendito Ignacio.No sé si llamarle "amigo". En realidad no he compartido con él más de 80 horas de bicicleta y unas pocas cervezas, y llamárselo podría haceros pensar que esto que escribo es intencionadamente parcial.
Sin embargo, sé que al margen de mi opinión sobre él, todos estaremos de acuerdo en afirmar rotundamente que Ignacio es único.
Igual que en la mencionada película, en la que Redford y Newman interpretando a Butch Cassidy y a Sundance Kid atraviesan todo tipo de vicisitudes y están condenados a terminar sus días de bandoleros juntos y no de la manera que les hubiera gustado, en la vida real el amigo Ignacio parece destinado a sufrir (o quien sabe si disfrutar) todo tipo de trompazos. Y él lo sabe. Destinado a caerse, una y otra vez. Y a demostrar con su constancia que no importa cuantas veces caigas, sino que lo importante es saber levantarse y seguir adelante.
Destinado a dejar su sangre sobre las piedras, pues no le vale con sorprendernos en cada salida con una nueva acrobacia, sino que le encanta decorar esas peripecias con nuevas heridas de guerra de las que presumir.
Destinado a demostrar que no importa si llevas una Decathlon o una Santa Cruz, sino que se es capaz de ir más rápido que ellas si vuelas por encima del manillar independientemente del pepino que conduzcas. Y siempre trasmitiéndonos esas ganas de luchar, trasmitiéndonos ese espíritu de sacrificio, y esa necesidad de superar todas las adversidades.
No pain, no gain.
Parece que Ignacio no pudiera permitir que su hijo Tato le viera caer. O mejor dicho, que aunque Tato le vea caer (una y otra vez), lo que no se perdonaría Ignacio sería que un dia tras caer, Tato no le viera apretar los dientes, levantarse y seguir adelante como si no hubiera pasado nada.
¿Y qué hay de los demás, Ignacio, que al fin y al cabo también somos un poco hijos tuyos? ¿Y si un día te vemos caer pero no te vemos levantarte?
Pues te lo voy a decir, si llega el día en que te caes y no te puedes levantar, no pasará nada. Por que allí estaremos alguno de nosotros para darte la mano y ayudarte a ponerte en pie.
Seguro. Es tu destino.

sábado, 4 de abril de 2009

Ruta TT a Galicia y Portugal

“Bruxas piruxas, malas muyeres”






Jueves 22

Salimos sobre las doce Llegamos a la Casa Cruceiro sobre las ocho.
Lo primero, presentarnos al bar del pueblo y sondear el ambiente. Hechas las presentaciones, comenzamos a beber bajo la atenta mirada de Ojo Taba, un lugareño empeñado en enseñarnos sus patatas y darnos conversación.
Ojo Taba trabaja en el bar, sentado. Calentando la silla que según vamos llegando al bareto nos va cediendo amablemente mientras calienta otra para el siguiente.


Conocemos el "chamizo" del cura, muy querido y defendido por el pueblo, un palacio de quitar el hipo que le ha cedido el arzobispado supongo. La placita, con sus decorados y artesonados, muelles y somieres, chamarilería y escombros. La iglesia, donde durante los nueve días que nosotros estamos, la gente se acerca a rezar a la misma hora, será el plan del pueblo. Las Tres Cruces, símbolo del pueblo y con más de 250 años a sus espaldas aguantando guerras y tempestades, erguidas, esbeltas, graníticas ellas y orgullosas, contemplando el paso de las generaciones.......sin que nadie haya consegudo derribarlas.

Mientras unos bebemos, otros se acomodan en sus habitaciones.
Llega la hora de la cena. En el comedor nos agrupamos y preparamos ilusionados el día siguiente. Mientras, dos botellas de vino dumeiro presiden la mesa a modo de rústicos candelabros. Las mismas botellas que presidieron el último día nuestra despedida y que si algún día volvemos ahí seguirán hasta valiente que las tratede domar, viendo impertérritas, junto a las cruces el pasar de los años y el avinagrar de su alcohol.

La hostelera empeñada nos sirve vino y nos habla de sus excelencias.

Líquido elemento contienen, de ello doy doy fe.
Vino lo llama ella.
Mucho llamar es.
Quizás alguna meiga en venganza lo mandó sellar,
Y los dos candelabros decidieron no dejarse dominar
por mucho que la hostelera nos los quisiera encalomar


Viernes 23

Desayunamos a las nueve, hora oficial para el resto de la semana. Torrente lava su coche que tenía una mota de polvo y sobre las diez u once nos ponemos en marcha al lugar de agrupamiento, la gasolinera, esquivando cada uno como buenamente puede a Ojo Taba y sus patatas y donde mientras echamos gasóleo el Torrente lava el coche por segunda verz que había pillado un mosquito en el parabrisas.
Hechas las oportunas compras de intendencia salimos de ruta hacia Portugal cogiendo la carretera de peaje, donde tenemos que esperar a Torrente que se quedó atrancado en la barrera y no encontraba el sistema de pago adecuado y que en un último intento con el cajero y al no aceptarle éste, la tarjeta de Sanitas, decidió pagar el importe del recorrido Pontevedra-Lisboa en un chulesco arrebato murciano de Murcia cuando el trayecto era de 6 km.


Nos cuesta mucho encontrar el Parque Grundig, punto de salida de la ruta. Cuando lo conseguimos, nos perdemos apropiadamente en la viñeta uno, por lo que decidimos saltarnos unas cuantas y llegar al siguiente pueblo.
A partir de aquí logramos enlazar una pequeña serie de viñetas de nuestros rutómetros de campo sin problemas. Entramos en zonas de polvo y eucaliptos, soñamos con superar una trialera y atacamos unas rampitas que nos entretienen el resto de la mañana entre aplausos, alborozos y jolgorios.
Nos acercamos a comer a un bonito río que yo conocía......pero lo habían quitado. Así que decidimos hacerlo en un bosquecillo cercano al río que ya no existía.
Después por carretera, nos acercamos a España y antes de cruzar la frontera echamos la tarde en una trialera que saldamos con algunos raspones en los coches, un cabestrante para el taller y el protector del carter del Sanchi para hacer chorizos a la brasa.

Sábado 24

Hoy toca playa.
Saludamos al OjoTaba y sus patatas, contemplamos las tres cruces, como siempre orgullosas y pretenciosas. Salimos a la gasolinera para que Torrente lave el coche y en marcha.
Llegamos a Bayona y desde aquí con dirección sur vamos buscando una playita en la que cojamos todos.
Por fin en una gasolinera “nos dan razón”, como dice nuestro amigo Torrente y antes de que se le ocurra lavar otra vez el coche salimos prestos.
Nos acomodamos en media playa para nosotros dejando el resto para los demás y pasar el día. En ella instalamos un par de toldos que llevamos bajo la atenta mirada del personal que ocupaba la otra mitad, y sacamos toda la intendencia de neveras, comida, sillas y mesas.
El Monstruo tenía calor, por lo que decidimos darle acomodo dentro del agua metiendo unos de nuestros toldos, silla y bebida. Ahí se quedó un rato en remojo recuperando su temperatura corporal mientras los demás disponíamos la comida en nuestra media playa.
Teníamos que dejar la playa a las seis, por lo que después del reposo nos fuimos a tomar unos cafelos y posteriormente emprendimos regreso.
Debido a unos despistes, nos separamos de vuelta al pazo y parte del grupo se fue en trasbordador a la ribera portuguesa del Miño y los demás por la ribera española. Nos agrupamos en la casa y rematamos el día preparándonos unos chuletones y de paso............. incendiar el pazo que se nos había encaprichado la cosa.

La cocina tenía una preciosa lareira o chimenea que el Sanchi llenó de leña.

Me considero amplio conocedor de fuegos. He preparado muchos en mi vida. Reflectantes, de pirámide, de consejo, paelleros y a voleo.......Hoy conocí el “tipo Casillas” (Ávila) que nunca, ni en mis peores sueños pude imaginar.

Éste, consiste mayormente en un fuego en el que se apila la leña que los gallegos recogen durante todo el invierno y que el cuarto día de la Novena entregan al primer castellano (Si es de Casillas mejor) que se presente para que se ase unas chuletas.

Éste, respetuoso, acepta el ofrecimiento y lo amolina. ¡Todo!
Posteriormente lo arrejunta y enciende.
Una vez encendido, el castellano al que le parece insuficiente que el fuego llegue al techo, solicita a la dueña del pazo la leña cortada por los gallegos la temporada antepasada. Toda, para que escatimar.
A continuación, cuando la casa echa a arder, prosigue la ceremonia con la entrega por parte de la dueña de la casa de un extintor que es recogido con sumo respeto por uno de los ayudantes del Castellano. El ayudante, en rápido y elegante caminar acerca el extintor a la zona de ritos.
Cuando el tejado prende y las bruxas son llamadas a consejo, y siempre antes de que la región eche a arder, sus ayudantes vacían el extintor en parsimoniosa posición dabajoparriba.
Posteriormente se tira la ensalada a la basura que ha quedado llena de cenizas y se cocinan las chuletas en la sartén al microondas.

Otros ayudantes armados de cubos inundan la cocina desde el tejado ytratando de extinguir el incendio antes de que lleguen los bomberos.

La sagrada ceremonia finaliza desmontando parte del tejado y apartando las tejas para que los espíritus que no sepan nadar escapen por él. Los demás espíritus, se les expulsa inundando con una manguera la cocina desde el tejado ante la atenta mirada de la dueña del Pazo, que con gesticulaciones, aspavientos y santiguaciones, expulsa a los espíritus y duendes que navegan por el agua de la cocina sacándolos al exterior con la fregona, donde el Monstruo (David el enorme) los pisotea y los envía al otro barrio.

(PINCHAR EN EL DIBUJO PARA VERLO EN TODO SU ESPLENDOR)

La dueña, sin salir aún de si,con sus brazos elevados y antes de atizarnos con la azada, lanza su fervorosa plegaria: (Leer con el respeto y entonación gallega pertinente)

¡Non voulváis duendeis y piruxeiros! (a nosotros)
Saluid du este pazu galegu y reuníus con voustros ancestros. (A nosotros y nuestros familiares)
Non suois benvenidus en uesta humailde posauda. (Vamos, que nos vallamos)
Fuora Fuora.
Regreusar al averno en ueste foego pourificador
cue el Castellanu au prepaurado. (Nuestro amigo el Sanchi)
Non Non, piroxuieros, Ojos Tabas y mundeiros.
Pereced en ueste fuago fatuo y sin vulvéis (Que nos vallamos a tomar por culo)
Invoucaré al Castellanu, cuao prestu voulverá a este Pazu Galegu
Y cuon sus auyidauntes ou expulsaurá con un nuovo y gourdo fuogo.

Luego, mientras nos cenamos las chuletas, la dueña recoge lo que queda de cocina y da parte al seguro.

Domingo 25

Por la mañana fuimos a ver como Torrente lavaba el coche y después estuvimos haciendo una ruta de la Jeep por unos bonitos caminos trialeros que terminaban en una romería.
Esquivando a los romeros llegamos a la carretera y como íbamos justos de hora para recoger a Marisa y Rocío que venían en avión y debíamos recogerlas en el aeropuerto de Vigo a las cinco, comimos en una bonita cuneta, con su ralla continua blanca y vistas al páramo, donde también preparamos las pancartas y eventos de bienvenida a las rezagadas del grupo.
Llegamos al aeropuerto a las cuatro y media, inflamos globos, sacamos las raquetas de saludo y nos dirigimos al pasillo de llegadas.


La Pepa, acertadamente, indicó a los niños que no movieran las palas hasta que el avión no hubiera aterrizado. Esto es debido a que pueden desconcertar al piloto y tomar tierra en posición equivocada, provocando algún accidente que en ningún caso deseamos. Una cosa es una juerga y otra muy distinta provocar una seria contingencia.
Entre cánticos y aspavientos hicimos tiempo hasta la llegada del avión.
Comunicamos al público en general que venía “una de Operación Triunfo”, con el fin de conseguir más extras, lo cual logramos y el público sacaba las cámaras para filmar a la Maru, que es una chiquita muy mona que echaron la primera del programa y por eso no es muy conocida.
La gente preguntaba ¿Quién es? ¿la Maru o el Manu?
¡Es la Maru! No es muy conocida por el nombre, pero en cuanto la vean seguro que la conocen.
Había movimiento de policía y guardia civil alertados por el jolgorio y las accidentales explosiones de globos que en un aeropuerto siempre alarma un poquito debido a “estos chicos” como dice el Arzallus.
Guardia civil y policía nacional dudan en intervenir, comentan entre ellos y sin perdernos de vista nos dejan proseguir.
Tenemos a la vista a la Maru en la recepción de equipajes. Empezamos a corearla, La Maru se encoge.
MARU MARU-MARU MARU.
El público se agolpa, la Maru va a salir.
Chemi y otro guía esperan con sus cartelitos a la Maru el primero y a sus clientes el otro.
El Chemi mola más, tiene un ramo de ortigas y flores silvestres.
Por fin sale la Maru, desplegamos el palio para acogerla bajo él.
Los flashes destellan, el público se pone de puntillas para conocer a la protagonista.
Ahí sale, ahí sale.
Comenta la gente. La policía abandona sus lugares de control y se acerca a conocer a la Maru.
¿Quién será la niña que le acompaña? ¿Está casada la Maru?
Es muy mona ella.

Nos dirigimos al pazo, esta noche toca fiesta de disfraces.
Estamos pletóricos e inspirados –unos más que otros- y lucimos nuestros disfraces cuan pavos reales, mirando de reojo al de al lado que no ha tenido ni por asomo la clase e inspiración del nuestro.
La Fina, la casera, no entiende nada.
Nuestros vecinos los valencianos se hacen cruces. ¡Esto no nos puede estar pasando a nosotros! ¿Quiénes son estos descerebrados?
¿Son ustedes familia?
No, somos amigos.
¿Y como se ponen de acuerdo todos para hacer lo mismo? Nosotros cuando salimos con otro matrimonio siempre acabamos discutiendo.
Los otros vecinos, los Ingleses de Inglaterra, tampoco dan crédito.
Good Afternoon, ¿Es la hora del tí?
Oh, Good Good ¡Estos Celtas están todos locos!
El Topo a partir de aquí es rebautizado con el nombre de Joker. Joki para los amigos, debido a su facilidad de adaptación a donde se le mande a dormir.
A partir de este día, como fue expulsado de la habitación de Esparteros, solicitó permiso en la habitación de los niños, donde quedaba una cuna libre, si cuna, digo bien. Las camas ya estaban pedidas.


Aquí solo fue aceptado una noche, puesto que los niños preferían a Chemi antes que a Joki, así que deambuló de catre en catre todo el viaje y los días que no era de nuestro gusto su compañía, le acomodábamos en la plaza del pueblo. Frente a las todavía tres cruces. ...erguidas ellas.

Lunes 26

Ruta desde Bayona.
Por acantilados, con unas espléndidas vistas del Atlántico, recorrimos unos kilómetros hasta acabar en un pinar donde comimos y sesteamos.
La ruta la había hecho un chaval con mejor voluntad que técnica y al final con nuestra ayuda, consiguió perdernos. Rehicimos varias veces las viñetas dudosas y ante nuestra incapacidad, decidimos darle aire a la ruta y volvernos a casa.
Llegamos al pazo y nos fuimos a tomar unos vinos al Ojo Taba, donde conocimos al tiesto, un señor que cada día le sentaba la dueña del bar en un sitio distinto y que donde lo ponía, ahí se quedaba mirando el ambiente.
Este día es muy significativo para el pueblo. Pues una de las cruces, la central, finalizó su existencia. 250 años son muchos y ya estaba cansada, por lo que el Tato, mi terrorífico hijo, se encargó de darle mejor acomodo al trepar por ella y partirla en dos dando un nuevo y rejuvenecido aire a la plaza, que con dos cruces y media siguió presidiendo las ceremonias del pueblo en la Novena.
Hubo varias ideas al respecto inspirados en la película de “Mister Been” para ver si conseguíamos hacer pasar desapercibido al pueblo el suceso y que no notasen los nuevos cambios en la plaza, como suplir el brazo caído por una escoba. Finalmente convinimos que la mejor solución era explicarle al cura al día siguiente lo sucedido.
El Tato aseguró, que esta vez no lo había hecho con intención, pues solo quería escalar. Y prometió comprar “las bolsitas de comida” del Vips para los niños necesitados con el fin de redimir su inadecuado comportamiento.

Y así terminó la historia de las 3 cruces que daban nombre a la casa y al pueblo, esas 3 cruces erguidas y orgullosas ellas, inmunes a vientos y tormentas a través de las décadas.

Martes 27

Salimos hacia Cambados dejando Dos cruces y media atrás y dando un paseo nos acercamos a la iglesia de Santa Mariña del siglo XV donde atamos a mi hijo antes de entrar y visitamos su cementerio donde hay una placa que indica que es digno de destacar en esta iglesia de marcado estilo marinero, una escultura de la virgen embarazada porque barriga tenía y otras efigies que rodean la iglesia. Y entre ellas, en la parte central de un arco románico, llama curiosamente la atención, una del Sanchi. El Manchego pirómano de Casillas.


Luego nos tomamos un aperitivo y salimos hacia la isla de Arousa, donde en un chiringuito negociamos con el dueño que él ponía el pulpo y la bebida y nosotros el resto de la comida.
También pasamos por el “Hogar”. “El Hogar” también llamado “la Destilería”, es el lugar sagrado donde todo peregrino aventurero no debe nunca de dejar de ir una vez en la vida, salvo que se desee no percibir nunca más los aromas y vapores de nuestro credo y guía, de nuestro altar marinero, de nuestro motivo de vida y esperanza. La sede de nuestro más preciado bien, nuestra Cruz del Sur. EL ORUJO.

No es de bien nacidos ser desagradecidos y sin nuestra plegaria y agradecimiento a nuestro mentor, no debemos seguir travesía.
“Ave Orujo, larga vida”.
Varias plegarias más en reverente oración continuaron y así aseguramos nuestra alegría y diversión para los próximos años protegidos por Él.

La plegaria

AVE ORUJETE, TUYOS SOMOS MAJETE.
CUÍDANOS Y PROTÉGENOS,
DIVIÉRTENOS Y ÚNENOS.
PERO SOBRE TODO ORUJETE,
CUANDO REPARTIDO EN NUESTROS GAZNATES ESTÉS.
HAZNOS PLEGAR EN LÍNEA RECTA HASTA NUESTROS CATRES,
SIN ERRORES NI DOLORES,
SIN ENFADOS NI RESQUEMORES.
Y QUE AL DÍA SIGUIENTE, ORUJETE,
CON TUS VAPORES EN NUESTROS EXTERTORES,
NOS INDIQUES EL CAMINO Y LA VIÑETA SIGUIENTE,
QUE ÚLTIMAMENTE ORUJETE
NO NOS ENGAÑEMOS
NOS LO PONES CRUDO, CABRONCETE

De vuelta a casa, en el patio del pazo estuvimos haciendo actuaciones varias y actividades campamentales, ante el regocijo de los presentes.

Miércoles 28 Día de vuelta. Acabamos viaje, desatamos a mi hijo y cada mochuelo a su olivo no sin antes despedirnos apropiada y efusivamente con abrazos, cánticos y carantoñas. Adioooooos.

Las "reglas" de la guerra


BAGDAG 6 A.M. hora zulú

Que dicen los americanos de América que para liberarnos del Sadam Hussein hay que poner una serie de normas porque no puede ser que encima que vamos hasta allí, más allá de Cercedilla a liberaros, estéis continuamente haciendo trampas y saltándoos a la torera las reglas para guerrear. ¡Jodé! si no hay una normativa clara, esto se va a alargar más de la cuenta y a ver si no va a compensar la cosa.

Dice Bushladen que para jugar a esto del guerreo y la belicidad propiamente dicha hay que atenerse a las siguientes y que si no lo aceptan que se van a guerrear a otro sitio que sean menos tramposos y allá se las apañen. ¡Por listos! que quieren saber más que nadie.

O se cumplen las siguientes, o nos vamos por donde hemos venido y nos vamos a liberar a otros:

-Vamos a ver si ya de una vez nos ponemos de acuerdo en que si se muere alguno de los civiles vuestros es un daño colateral pero que si nos matáis vosotros a un marine es terrorismo. Es que si ya ni en esto vamos a estar de acuerdo pues nos lo decís antes y no os invadimos.

-Dan en las noticias que os haceis los muertos y cuando nos acercamos os levantáis y nos pegáis por detrás, no, no, y no, eso no se vale ostias. No puede nadie hacerse el muerto y luego cuando le parece bien volverse a levantar y liarse a tiros porque si se os escapa una nos podéis dar y ya la tenemos.

-Tampoco se vale para nada sacar la bandera blanca para engañar abusando de nuestra confianza.

-Los únicos aviones que pueden intervenir en la partida son los de guerra, es deir, los nuestros que donde ponen el ojo ponen la bala y si no lo ponen volvemos al punto uno......daño colateral. Así que dejaros de secuestrar aviones y lanzarlos donde dios os de a entender. ¡Pero donde se ha visto eso!

-Por tanto, no pueden participar en la partida aviones civiles y mucho menos estamparlos contra los edificios y si están llenos de gente menos aun, redié. El que no tenga aviones para guerrear que no guerree. Haberlos tenido!

-Las únicas armas de destrucción masiva que se pueden usar son las bombas gordas por lo tanto se acabó eso de meter polvos en los sobrecitos y mandarlos a correos. ¿pero que guerra es esta? Si seguimos con mamonadas de estas lo decías claramente y que os salve otro.

-Habíamos quedado que os atacamos porque los únicos que podemos tener armas químicas somos nosotros, los malos ya habíamos quedado que no podéis tenerlas. Así que ahora no nos vengáis con que “yo no tengo, yo no tengo”. Claro que las tenéis, embusteros, que mentís más que habláis.

-Si hay tormenta de arena hay que parar la partida pues no se ve na de na, e ir pa no ver es una chorrada. Así que nos sentamos y aprovechamos a lavar los tanques y vosotros las piedras y cuando escampe pues si os parece seguimos.

-Si vamos avanzando y os sobrepasamos, os debéis de ir al rinchi. No vale ni de coña que empecéis después a armar follón desde atrás si ya habéis sido invadidos porque así no vamos a acabar esta invasión nunca.....e igual dentro de unos años seguimos en la misma casilla....

-Habíamos quedado que "ciudad invadida, ciudad unida" y que nos teníais que hacer pasillo y la ola. Pues que sepáis que os estáis saltando esto también a la torera y que no vale ahora después de liberados hacerse el cabreao y poner morros como que ahora no estáis contentos. Se acabó el rollito de los francotiradores dando por culo ¿ok?

-Ya quedamos que os íbamos a pasar bebida y comida después de invadiros pero hacer el favor de ser ordenados y pedirlas por el lado de las cámaras que tienen el redondelito de cristal, porque si lo hacéis por detrás, como que no sale en la tele y parece que no estamos ayudando nada de nada con el rollito humanitario.

-Bueno y que tampoco hace falta que os esforcéis tanto que parece que os lo estáis tomando en serio joder. A santo de que viene que os pongáis a hacer agujeros en la tierra para esconderos y desde ahí disparar. Así lo único que vais a conseguir es que se ois va a escapar una bala y nos vais a dar a alguna y ya la tenemos. Así esto se va a retrasar más de la cuenta y claro que dice Aznar que se le está soliviantando el personal y no sé que de unas manifestaciones. Así que no jodáis que solo falta que pierda las próximas elecciones por el rollo este.

-Los de nuestro equipo que habéis apresado ni se os ocurra sacarlos por la tele ni humillarlos y no nos vengáis con lo de que nosotros sacamos a los de Guantánamo y les tratamos como perros, porque esos son de la otra partida. No mezclemos las cosas que tenéis una facilidad para liarlas.....

-¡Ah oye! Esto para los españoles, no andéis ahora jodiendo con las manifestaciones, que José Mari está siguiendo lo que le dicta su conciencia que como comprenderéis está muy por encima de vuestros caprichitos. Si no os gusta pues no haberle votado.