-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

sábado, 17 de mayo de 2014

La madre de todas las pájaras

 

Aprovechando que Chelo se pira al Camino de Santiago, que mi huerto este año da asco, que a la piscina se le ha subido el PH por los cerros de übeda y que me despisto y le hecho polvitos  de aumentador con lo que la lío más todavía y ya tiene menos solución que mi huerto. Así que me espera un largo fin de semana reparando desaguisados o....  huir como alma que lleva el diablo y quizás, solo quizás a mi vuelta algún hada haya puesto las cosas en orden.


Unos cuantos wasab para buscar haragán que me acompañe pero esta vez no toca, el gallinero está ocupado. "Yo me voy a Alemania, yo a Alicante, a mí me es imposible, yo no tengo bono, el otro que si trabaja y el de más allá que todavía no está en forma.  Pues nada, esta vez toca de asceta con la única compañera que nunca me dice que no, mi vieja Heckler, esa bici que me vendieron como de enduro pero a mi me sirve para todo.
 













Decido repetir mis viejas andanzas que ya recorrí tantas veces en TT por la arquitectura negra, desempolvo las alforjas, las relleno con algo de ropa, mis viejos planos con los que aprendí a moverme antes de que llegasen los nuevos adelantos, mi saco y mi mugrienta colchoneta pues no sé si tocará cama u hotel de mil estrellas, mi viejo farolete por si toca lo segundo, mi navaja plateá y aquí se queda el huerto, el PH, la humanidad, la declaración de la renta y las frías jarras de cerveza.
Por eso de ir ya de hippy del todo me podía haber echado también una guitarra pero no me cabe en la bici y no sé tocarla.




Dejo a Chelo a las 6:30 de la mañana en el autobus que le lleva a su Camino y me encamino a Retiendas donde  planto mi coche y empiezo un pedal tras otro a avanzar metros. ¡Cooño que frio! Ni un alma en el pueblo. Me coloco los aparejos y comienzo a pedalear. Me acerco al monasterio de Bonaval, ya casi en ruinas y amenazando derrumbe. Pretendo vadear el rio para llegar al embalse del Vado pero lleva mucha agua y con el frio que hace no me animo así que media vuelta para ir por otro lado.


En una hora llego a la Vereda, el pueblín que ya cuando hace años visitaba, los perro-flautas se encargaban de arreglar a ritmo caracol. Está igual que siempre, quizás algún geranio más, tampoco aquí me encuentro un alma.

Sigo pal norte, por pistas y caminillos. Tengo que llegar a la provincia de Segovia y llegar a Riaza pero no hay prisa, hay bono largo y el reloj no rige por estos lugares la vida, mejor mirar el sol y mientras haya luz y no se esconda por la rayita del fondo hay camino.

Paso por varios pueblos negros, todos desiertos, parece que solo los ocupan los fines de semana. Ni un bar abierto para meterme algo. Bueno, realmente ni abiertos ni cerrados. Aquí no hay humanos y tampoco bares.


Me meto en una larga pista que tiene cuatro puertos, voy sin comer desde las 5 de la mañana y noto que me falta gasolina. El sol en la vertical arreándome bien.

Reventado cambio de valle una y otra vez, llevo 60 km. Y ya voy sin combustible. Más subidas. Ni pueblos, ni coches, ni gente.

Los últimos 40 km. se me hacen asesinos. No puedo más. A las 5 llego a Riaza tras 95 km. y en ayunas desde las 5 de la mañana. Me meto un bocata de tortilla, no me gusta la tortilla de los bares que parecen ladrillos pero la otra opción era salchichón.

Mi intención era vivaquear pero no puedo con mi alma. Me he planteado una ruta de dos días recién dejados los fríos, solo, sin estar aún aclimatado al calor, sin haber usado alforjas desde hace un año. Necesito cama.

El domingo me espera para desayunar otro puerto, el de la Quesera y llegar a los 1.750 m. Pues no. Me quedan unos cuantos.

Por fin, a las 3 llego al coche. He petado bien. Creo que me va a costar coger tono para grandes rutas visto lo visto. La madre de todas las pájaras me ha puesto en mi sitio.

Me queda el mal sabor de boca de no haber tenido fuerzas para ese vivac que tanto me apetecía, aunque con los 5 grados que daban y el saco que llevo podía haber amanecido tieso. Ya lo haré cuando sea joven.

162 km. 3.450 m. Desnivel positivo. 14 horas de pedaleo efectivo. Un bocadillo de tortilla el sábado y uno de chorizo el domingo fueron las dos comidas de llegada y una bolsita avellanas mi alimento durante la ruta me han salvado la vida.

No me queda nada para hacerme hombre...