-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

lunes, 25 de febrero de 2019

Tuareg. Vosotros teneis el reloj, yo el tiempo


Extracto de la entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a MOUSSA AG ASSARID,

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
-¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
-A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...- También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso... A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió.... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome... 
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo... Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa.... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde... - Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Con el tiempo los problemas son anécdotas.

martes, 12 de febrero de 2019

La cajita de los puntos Movistar


¡Me lo he conseguido sacar del bolsillo! Ya no viene conmigo.

El telefonito, esa caja con botones que han conseguido meter en nuestras vidas y ponerlas al revés creándonos tal ansiedad que si no suena de vez en cuando nos llevamos sobresaltados la mano al bolsillo ¿Estás estropeado? ¿Quieres sonar maldito cacharro? ¿Nadie quiere saber de mi?

Esa ansiedad que provoca que continuamente estemos esperando "la llamada de nuestra vida", esa llamada que normalmente no llegará.

De su mano hemos aprendido a reduplicar nuestra mala educación y tomarla como una actitud normal en nuestra vida. Da igual si estamos en una reunión, charlando en la barra de un bar, o escuchando el problema que nuestro mejor amigo solo nos confiaría a nosotros. RIINNGGGG....perdón me llaman al móvil.

Y ahí se queda, la reunión en el segundo punto del orden del día o el codo de tu amigo apoyado en la barra, de pasmarote, mientras clava sus ojos en tu cogote viendo incrédulo y desesperanzado como te alejas hacia la puerta del bar mientras te llevas el telefonito a la oreja. Mientras, él duda en apurar la cerveza pagar y marcharse a casa preguntándose ¿pero yo que le he hecho? Me acaba de dejar con la palabra en la boca porque a una máquina le ha dado por vibrar cuando se lo empezaba a contar.

Da igual donde estemos, cuando suena el telefonito hay que parar el mundo, el aparato tiene preferencia absoluta sobre cualquier cosa que estemos haciendo o diciendo, o sobre quien nos acompañe y la importancia de lo que nos esté contando.

El telefonito es ese aparato que ha conseguido convencer a todo el mundo y a ti mismo, de que siempre, a cualquier hora, en cualquier minuto, tienes que estar disponible para quien te llame, dejar todo y descolgar.

Me lo he conseguido sacar del bolsillo. Ya no viene conmigo.

He podido concluir que hay vida detrás del móvil, que hay amigos a los que escuchar sin que este maldito cacharro me interrumpa y que, quien me quiera localizar, seguro que puede esperar a que tenga un momento, en otro momento, para él.

“Este es el contestador de Ignacio, ahora está trabajando, charlando con un amigo o dando un paseo con su compañera, cuando termine, le devolverá la llamada”.

...La cagué. Me acabo de pillar con los puntos de marras un Iphone y otra vez liado con el aparatito en el bolsillo.

¡Suéltame asqueroso. Déjame en paz. Déjame vivir!

martes, 5 de febrero de 2019

Un pequeño gran juego

Consigue que te den cada día diez veces las gracias, aunque sea por algo insignificante.
Siempre gana el mismo.......