-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

viernes, 3 de abril de 2009

X Expedición a Maroc

Instrucciones de lectura y otras zarandajas

Con objeto de que las personas que no han asistido a esta húmeda expedición, comprendan la realidad de la situación, se añaden unas “apostillas” al final de algunos comentarios.

Donde convenga, o simplemente, donde a mí me dé la gana, incluiré entre paréntesis notas que remitirán a las apostillas para su comprensión y que serán reseñadas como: “Ver Apostilla nº” y abreviándolo conveniente y eficazmente como: “V.A. nº”

Está claro ¿no? Pues eso.



Introducción

Este nuevo viaje al continente Africano ha sido compuesto principalmente por nueve personas y… Tano. Entre los días 16 y el 26 de Octubre de 2.003.

Preparamos con muy poco tiempo esta expedición y puesto que eran fechas de poca actividad turística, decidimos no realizar reservas, excepto en el hotel del último día, lo cual fue un acierto sin parangón e incluso me atrevería a decir sin igual, pues raro fue el día que caímos donde teníamos previsto.

Realizamos la compra de la intendencia una semana antes de la salida y a diferencia de otros viajes, decidimos llevar estrictamente el equipamiento necesario, procurando dejar en la península cualquier objeto superfluo con el fin de que nuestra experiencia se ajuste lo más fielmente posible a la vida de los nómadas.

En esto fuimos muy radicales y hubo consenso generalizado al respecto.

¡Vamos a sobrevivir! y utilizar los recursos que la naturaleza nos pone a nuestra disposición y que nosotros, con nuestra experiencia solo tenemos que encontrar y manejar. (V.A. 1).

Apostilla 1:
Equipamiento básico:

· Dos neveras de alta capacidad con cuatro posiciones y departamento congelador “no frost”.
· Cocina de dos fuegos con protector de aires y sirocos varios hasta 270º.
· Sartén con maneta anatómica y perforaciones diametrales en toda su base de 15 y 18 mm. para asar castañas.
· Platos apetalados a los 4 colores con señalizador de desbordamiento mediante contacto de dedo pulgar con el alimento.
· Sillas plegables, ajustables, anatómicas e incluso ponderables. Los vehículos con más capacidad, hamaca con reposador de piés y cabecero interfrontal.
· Cuatro botas de vino, tres de ellas de la marca ZZZ, debidamente preparadas y curtidas con piel de plátano de Canarias.

· Toldo color azul-cielo, con palanqueta roja de extensión, nivel de equilibrado de la toldilla mediante bombeo al neumático ajustador de bares. Jalones de apoyo en diferentes estratos mediante redondillas de tres diámetros distintos, todo ello pintado a la laca a dos colores, rojo y gualda y con sensor de profundidad para posibles sondeos en vadeos incontrolados. Vientos tensores en tono rosa-camuflaje con torsión lateral y piquetas de agarre con doble forflullo de vaivén.
· Kit jamonero compuesto de: jamón pata negra de los montes extremeños alimentado hasta su pubertad con bellota y paseos soleados con pendiente no superior al 6%.
· El kit se completaba con: mesa con nivel ajustable de horizontabilidad frontal y lateral y terminada con base antideslizante y autodesengrasante, piedra de afilar de 30 cm. y pequeña piedra de reserva de 6 cm., jamonero en madera de tálamo con tuerca de apriete irreversible y antidesgajante y cuchillo de hoja equilibrada y tarada en Albacete por maestro armero de larga tradición. Acompañando a la piedra de afilar secundaria, pito de afilador.
· 6 brújulas de expedición con medidor de ángulos profusos, difusos y distorsionales y dos más (por pura precaución) electrónicas de reserva, con localización de paralelos, meridianos y trópicos por eso de si el norte es interferido por desfases de imantación.
· Aparatos de radio sintonizados con Radio Nacional (Departamento de emergencias) para estar al tanto de cualquier posible incidente grave en la península que precisase de nuestros recursos y que al final, no fue operativa debido a que por avería, solo sintonizaba los partidos del Madrid.
· Ropa de paseo “más 10º” en satén y suplemento más “5º” en tres colores, completado todo ello con gorra explorador.

El resto del equipo es omitido por asuntos de espacio y posibles problemas con el coste de la edición, aunque cabe reseñar con el fin de que futuros estudios analicen el comportamiento humano algunos útiles de supervivencia extrema como:

Imperdibles del 3 y del 5, mondadientes de faena, espejito de señales y acicalamiento, gafas de esquiar, botiquín con Aerored, chaleco reflectante modelo servicio limpiezas Ayto. de Madrid (solo parte superior con el fin de aprovechar espacio), gorras con visera móvil mañana-tarde y este-oeste, ducha eléctrica con doble velocidad y caudal ajustable con depósito de 5 litros y otro suplementario de 5 l. por si es preciso segunda jabonada, vestuario desplegable por extensión vertical y plegado de emergencia en 14 segundos, Chiflanillo y carcamusa para las noches de asueto y jolgorio propiamente dicho.

El resto del equipo de supervivencia lo deja el autor a la imaginación y libre albedrío del lector, pues se trata de conseguir con este diario un libro interactivo en el que todos participemos como no podría ser de otra forma. Vamos digo yo ¡No te jode!

En Marruecos está prohibido pasar la frontera con más de 2 litros por persona de alcohol por lo que decidimos ser comedidos en este aspecto y no arriesgarnos a un altercado fronterizo. (V.A. 2)

Apostilla 2 Trasladamos más de cien litros de alcohol. (15 litros de orujo de hierbas, 5 de orujo blanco, 30 litros de vino, 150 latas de cerveza, varias botellas de cava.

Día 16

Nos agrupamos en una gasolinera de Perales de Tajuña, donde después de hacer las oportunas presentaciones y carantoñas marchamos al kilómetro 70 donde en una estación de servicio con mas infraestructura para desayunar, echamos el rato como si nada.

Seguimos camino hasta Murcia (Murcia) donde habíamos quedado con nuestro amigo Torrente, el juez terror de los maridos murcianos que este año no pudo acompañarnos al estar arruinando a un pobre marido adúltero.

Le recogimos en los juzgados y nos acercó a un restaurante que estaba a la vuelta de la esquina a comer un arroz (V.A. 3)

Apostilla 3 Después de darnos tres vueltas a la comunidad murciana, nos metió en unas huertas a comer en un restaurante donde creo lleva comisión




















Durante la comida, charlamos de nuestros asuntos por eso de pasar el rato y hacernos los importantes, y ya para los postres, vino Ramona a saludarnos. Realizamos las primeras cuentas, pusimos fondo y tras despedirnos del Torrezno y Ramona, iniciamos camino para Almería, donde a las 23 horas salía nuestro Ferry hacia Nador.

Llegamos al puerto sobre las 21 horas, tramitamos nuestras tarjetas de embarque y nos preparamos una cena de bocatas en el puerto, bajo una agradable y soleada noche.

Embarcamos y charlamos al calor del orujo, más tarde, vencidos por el agotamiento de la dura jornada que puso al límite nuestra capacidad física, -hay que tener en cuenta que recorrimos todo el trayecto por autopista y eso cansa y además, jode, para que nos vamos a engañar- por lo que nos retiramos a nuestros camarotes a dormirla, no sin antes hablar con el capitán e indicarle que no corriera.

Día 17

Atracamos (el barco) a las siete de la mañana y ajustamos nuestros relojes al horario marroquí, retrasándolos dos horas más o menos, con el fin de tener más tiempo libre.

Esta práctica, que recomendamos a todo el mundo, es fundamental si se va mal de horario, pues con un simple movimiento de la corona (ruedecita dentada de los relojes) se gana un par de horas o más, dependiendo de las necesidades y siempre se llega puntual a todas partes.

Debido a esta hábil y astuta maniobra, comenzamos el día en el continente Africano a las 5 de la mañana, que aunque con nuestra larga experiencia en pasar las fronteras meridionales, siempre conviene ser precavido y ganar un tiempecito extra por eso de los porsis.

Ya curtidos en los pasos fronterizos africanos y con el fin de hacer los trámites a la mayor brevedad, convinimos ponernos en manos de un meritorio para que nos rellenase los papeles y así, saltarnos a todos los novatillos y despistados que trataban de acelerar inútilmente sus trámites fronterizos con más ilusión que experiencia. El elemento en cuestión, después de rellenarnos nuestros papeles…. nos colocó los últimos de la fila el tío simpático. (V.A.4).

Apostilla 4 Nos puso a rellenar los papeles bajo sus precisas indicaciones, con el fin de ponernos los primeros de la cola y saltarnos al resto de los viajeros del barco. (Para eso somos europeos)

Nos llevó a una mesita, donde más estirados y altaneros que pavos reales nos pusimos de espaldas a la ventanilla de policía a rellenarlos.

En tan solo diez minutos, teníamos toda la documentación completa, por lo que altivos, nos dimos la vuelta y vimos una larga cola de unas cien personas.

Je je je, mira estos pobrecillos, lo que les queda aquí por no saber como moverse (burocráticamente hablando ¡claro!

Seguimos a nuestro amigo, nos puso al final de esa cola y se fue.
Adiós majo. (dos horitas de espera) Te va a dar propina tu madre de usted.

Como nos aburríamos, decidimos reparar una pequeña contingencia mecánica que le vaciaba el radiador al Range y que no nos apetecía que esto fuera así.

Perdimos mucho tiempo, pero tampoco era un gran problema, si veíamos que se nos echaba el día encima, volveríamos a ajustar otro par de horillas nuestros relojes y santas pascuas ¡Menudos somos nosotros!

Continuamos camino y después de reparar el segundo manguito averiado del Range Rover en un taller y costarnos la reparación “nada señor, regalo señor”, compramos pan, bebimos un té árabe en Mont Aroui, hicimos los cálculos para comprobar la velocidad media hasta este momento y dándonos como resultado 6 Km./hora, decidimos tomamos un poco más en serio el asunto, dado que en 4 horas solo habíamos avanzado 25 kilómetros y teníamos que estar para navidades en casa.

Llegamos a Guercif donde estaban celebrando la fiesta del caballo y tras quince kilómetros, tomamos nuestra primera pista con rumbo al Plateau du Rekkam.

Comimos con vistas a un pueblecito que habían pintado de colores y que a todos, ¡sin faltar uno, oye! nos recordó a Benidorm.

Proseguimos ruta y encontramos ¡Un barrizal!
¡Había barro en Marruecos! ¡la repanocha!


Explicamos a las cuatro personas que venían por primera vez a Marruecos, que esta era una circunstancia única y que rara vez podrían ver este fenómeno, por lo que decidimos quedarnos un rato a pegar unas derrapadas y embarrarnos como gorrinos en el lodazal.

Se nos echaba la noche encima, por lo que aprovechando que las pistas invitaban a correr pusimos rumbo rápidamente a Er-Rachidia, donde teníamos previsto dormir la primera noche.

Ya anochecido y faltándonos 125 km. para llegar, decidimos puesto que queríamos ver las vistas del Atlas de día, sacrificar nuestro ímpetu aventurero y quedarnos a dormir en Midelt.

Tuvimos que contenernos, porque el pié nos pedía más carretera y devorar más kilómetros pero finalmente, optamos por buscar hotel en Midelt. (V. A. 5)
Apostilla 5 No podíamos con nuestros cuerpos, así que decidimos descansar en Midelt y al día siguiente ya recuperaríamos y si era necesario ya retrasaríamos una horita nuestros relojes con el fin de recuperar el tiempo perdido.

Cenamos un Tajine y un par de Cous-cous. De postre no recuerdo, pero seguro que eran naranjas. Tomamos un té árabe, un orujo gallego y nos fuimos a dormir… la.
Día 18

Nos levantamos temprano, desayunamos y después de hacer unas fotos y dar una propineja al que vigila los coches, continuamos camino.

Curiosos personajes donde los haya estos elementos que se supone vigilan los automóviles, pues todos son coincidentes en acomodarse en atenta y vigilante posición horizontal y debidamente uniformados al efecto con almohada, manta y gorrito cónico con bolita de peluche, se atumbarran a hacer que duermen y al día siguiente se despiertan casualmente a la hora de la propina.

Subimos por un tortuoso puerto el Antiatlas, atravesamos el famoso túnel del legionario realizado a pico y barrena por la legión francesa durante su protectorado y llegamos a la plaza militar de Er-Rachidia, donde nos encontramos con uno de los 78 primos que tiene nuestro amigo Mohamed y que nos prometió unos cigarrines a nuestra llegada al albergue de Erg-Chebbi.

Compramos pan y agua para los próximos 4 días que nos internaríamos en el desierto, después de discutir la cantidad más conveniente de agua que deberíamos de portar, y que convinimos en 5L. persona/día.

Cinco kilómetros antes de internarnos en el desierto, cargamos nuestros depósitos de combustible e igualmente nuestros Jerrican de reserva e iniciamos la ruta despidiéndonos para unos cuantos días del asfalto.


Llegamos a las primeras dunas donde se quedó atrapado uno de nuestros coches, jugamos un rato a sobrepasarlas y seguimos camino.

Se nos metió la noche en ruta, por lo que decidimos salirnos de la pista para acortar distancias y navegar los últimos kilómetros a rumbo.

Llegamos al albergue La Hamada, donde nos invitaron a un té y nos enseñaron las haimas donde pernoctaríamos y que están mucho mejor aseadas que las “habitaciones”, sucios antros con dos catres, chinches y demás bichejos reptadores, corredores, picadores etc.

Cenamos unas pizzas marroquíes hechas con carne de cordero y especias y de postre pastel de naranja, de difícil y larga realización. Una simple naranja en rodajas y unos polvos por encima.

Mientras en el interior, la fiesta se encontraba en su momento álgido, el Tanete en la calle, se entregó al noble y difícil arte del regateo y negociación. Sus técnicas, no conocidas por mí a pesar de mis profusos viajes a África e incluso al Rastro Madrileño, fueron objeto de mi curiosidad y pormenorizado estudio.

Trataré de transmitir al lector, las diferentes etapas de tan especial, curiosa y delicada gestión de adquisición y mercadeo, en la confianza de que mentes más despejadas que la mía, sean capaces de comprenderlo mejor que yo. Reconozco mi insolvencia al efecto.
Técnicas de regateo y adquisición
(variante Canaria) (V. A. 6)

Apostilla 6 Al Tano en una coloquial charla bañada en orujo, le “soplan” 200 dirham a cambio de una supuesta haima miniatura para que sus hijas guardasen las muñecas y que el vendedor le prometía vería al día siguiente.

La haima nunca apareció. Además humedecido en alcohol se dejó olvidado el pasaporte y el saco de dormir en la haima, no pudiendo recuperarlo hasta finalizado el viaje.

Se compone de tres partes claramente diferenciadas:

· Escaparate, “virtual”.
· Negociación y su desarrollo.
· Cierre de la operación y fianza.

Intervinientes:

El Adquirente, en lo sucesivo denominado “Interfecto”.
Y el Timador en lo sucesivo denominado “Susodicho”.

Material necesario:

Dos personas al azar, una de ellas española, pongamos por ejemplo aleatorio……mmmmm …..El Tano sin ir más lejos y otra, marroquí.

Dos sillas, una mesita, un litro de orujo.

Dos vasos, uno de ellos convenientemente agujereado en su base y que se lo adjudica el marroquí y el objeto a adquirir, en este caso una haima “virtual” en miniatura.



Escaparate virtual:

-El Susodicho (Timador) le señala al interfecto el cielo y le dice:

Elige lo que quieras de mi tienda virtual amigo.

El interfecto, (Timado) frotándose la barbilla, mira al cielo y elige una pequeña haima virtual para llevársela a sus interfectitas o hijas y que guarden sus muñecas y que está situada a unos 366 metros de altura, como por Casiopea a la derecha, para entendernos. A partir de aquí, el interfecto empieza a dibujar con aspavientos y gesticulaciones varias, una haima en el aire.
Le da forma con sus manos con el fin de transmitir al Susodicho su deseo.

El Susodicho escucha atentamente las instrucciones del Interfecto y si, él ve en el aire esa preciosa haima. Al mismo tiempo el Susodicho o timador coge los vasos, quedándose él con el agujereado y dando el otro al Interfecto, los llena y el Adquirente se lo bebe de un trago y el Susodicho…...no.

Vuelve a llenar los vasos y repite la operación treinta y tres veces más.

Por fin queda transmitido y captado el deseo virtual.


Negociación y su desarrollo.

El Susodicho pone precio. Son 1.000 dirham señor, precio de amigo.

El Interfecto, acerca su cuerpo a la mesita, se bebe un lingotazo de orujo, el Susodicho….no.

El Interfecto apoya su brazo derecho en la mesa, coge aire y clavando sus vidriosos ojos en el Susodicho, le dice con una voz rota y grave:

¡Tú! ¿Qué pasa? ¿Te quieres quedar conmigo, no?

Solo te lo voy a decir una vez mozárabe de tres al cuarto, ¿a que coño me pides por esta mierda haima 1.000 dirham?

Mira majete yo tengo un currículum en Canarias que tú no me vas a echar por tierra. Te doy 1.500 dirham y ni uno más, lo tomas o lo dejas.

El Susodicho comienza a movilizar sus músculos tensores de la frente elevando las cejas 45 grados, los ojos convergen perpendicularmente sobre su nariz, la oreja derecha se le cae, los huesos movilizadores de la mandíbula entran en estado latente, soltando ésta y dejándola caer sobre su peso y permitiendo adivinar el interior de su epiglotis.

Realmente está desconcertado ¡le ha subido la oferta!

Tenuemente, con un hilillo de voz, traga dificultosamente saliva y dice….. 1.800 dirham, señor ¿cerramos trato?
El interfecto contesta: ¡Vamossss! Que tú y yo no quieres que nos llevemos bien.
¿Pero tú me has visto cara de primo o que?
¿Qué me quieres endilgar?
¿Esta mierda haima a precio americano?

Chavalooteeeee que estás tratando con un español de las Canarias, como te pases te encasqueto una Isa, tu verás, que luego vienen las lamentaciones.

Venga, venga mozárabe, que me has caido bien, te voy a dar 2.000 y no me rechistes que te quedas con tu haima.

¡Trato señor! Gracias señor, yo no ganar. ya ganar otro día, ahora yo pobre mozárabe, contento, yo haber conseguido amigo español.



Cierre de la operación y fianza

Señor, tú debes de comprender que haima virtual necesita mucho esfuerzo.

Yo pobre berebere, necesito dibujar planos en el aire, imaginar colores, tú debes darme algo de dinero para yo ponerme a trabajar.

Venga, huevón toma 200 dirham a cuenta y empieza ya que mañana tenemos que marchar al amanecer.

Bien señor, lo acepto como parte de pago, pero necesito una fianza, por ejemplo ese librito rojo que tiene usted en el bolsillo con su foto. (El pasaporte)

Anda, anda, toma, que pedís más que niños y cógete también mi saco de dormir para que veas que confío en ti.

Fin de la transacción. Quien pueda aportar datos objetivos puede hacerlo a mi correo electrónico privado.

Finalizada la operación, depositamos cuidadosamente al Tano en una haima tapándole con una servilleta y nos fuimos a dormir.


Día 19
Desayunamos, echamos un partidillo de fútbol Hispano-marroquí y nos despedimos de nuestros amigos.

Conectamos la ruta en nuestros GPS y nos dirigimos hacia Merzouga. Atravesada la población, un reventón nos hizo parar y cambiar la rueda que se encontraba asín como perjudicada.

Fue en este momento donde Tano se percató que se había olvidado el pasaporte y el saco de dormir en el albergue. Contactamos con Mohamed y convinimos que dentro de una semana nos lo llevaría a la Casa Tuareg en Rissani, con el fin de no tener que perder dos horas en desandar lo avanzado.
Cubrimos la mañana quitándonos 50 o 60 Km. y en unas dunas, localizamos una acacia donde prepararnos la comida y descansar un rato.

Después seguimos camino intentando llegar al punto previsto de acampada. Como la pista nos cambiaba el rumbo y estaba anocheciendo, decidimos salirnos de ella y acortar directos a destino.
Mala decisión. Nos metimos con la noche encima en un cordón de dunas y no encontrábamos la salida.

Cuando pensábamos que había encauzado el rumbo, las dunas y las grandes piedras nos volvían a desviar. Llegado un momento en el que, incapaces de encontrar la salida, decidimos montar el campamento y ya al día siguiente con la mente más despejada y descansados, buscaríamos la salida y recuperaríamos los 70 kilómetros que llevábamos perdidos.


Hicimos la cena, encendimos fuego, asamos unas castañas y al calor del orujo charlamos y convinimos en perfecto acuerdo donde estaba el norte con el fin de marcarlo y tenerlo localizado al amanecer.

Al no localizar en esta latitud la Osa Mayor, debíamos situar el norte mediante la Casiopea o la Vía láctea. Una vez conseguido y ya cansados, nos fuimos a dormir….la. (V. A. 7)

Apostilla 7 No hubo acuerdo y aunque yo personalmente solo conozco el norte geográfico y el norte magnético, encontramos unos siete nortes diferentes Así que cada uno marcó su norte personal en el suelo, con el fin de al día siguiente, tenerlo perfectamente situado.

Efectivamente no se podía localizar en este paralelo la Osa Mayor hasta las dos de la madrugada y como con el resto de estrellas no teníamos ni pajolera idea, nos fuimos a dormir un tanto desorientados.

Día 20

A las 5.30, media hora antes de amanecer, tocamos diana con el fin de ponernos lo antes posible en marcha y salir del laberinto de dunas y encontrarnos a nosotros mismos.

Desayunamos e iniciamos la etapa. Más de una hora nos costó situarnos en el rumbo correcto y otra hora más en alcanzar la pista adecuada.

A media mañana, tras pasar un control militar fronterizo con Argelia donde nos pidieron los pasaportes y tabaco, alcanzamos Tagounite, donde repostamos combustible, compramos huevos y tomates e hicimos una reparación de emergencia a mi neumático reventado.




Con los depósitos llenos nos dirigimos en un enlace de 20 Km. por carretera a Mhamid donde volvimos a entrar en el desierto y circulamos durante largo rato por un río de arena.

Alcanzamos el oasis, donde nos preparamos la comida y recuperamos fuerzas en su haima.

A las cuatro, asegurándonos de llevar con nosotros a Tano, continuamos viaje por ríos de arena que nos obligaron a bajar la presión de nuestros neumáticos hasta nuestro siguiente punto de acampada previsto.

Llegamos de noche, por lo que montamos el campamento y nos dispusimos a cenar. Celebramos el cumpleaños del Sanchi entre pitos y flautas y brindamos con cava, mientras le agasajábamos con presentes que le colmaron de regocijo. Después extenuados, nos retiramos a dormir unos en tiendas y otros al raso.

Como Juanma se encontraba cansado y puesto que llevábamos eminentes roncadores, decidió esa noche alejarse 200 metros de nosotros para ganar en tranquilidad. Por la rapidez en que desapareció, parece que tenía bastante prisa. (V. A. 8)
Apostilla 8 Cuando se acostó en el techo de su coche, con una eslinga fue remolcado por el servicio de bromas varias a 200 metros.

Día 21

Como estaba comenzando a llover y nos encontrábamos en un lago seco, decidimos levantar el campamento rápidamente y sin desayunar, ponernos en lugar seguro pues si arreciaba, estábamos en una trampa de arena de la que nos sería difícil salir.

Una vez en lugar seguro, desayunamos y emprendimos marcha hasta el siguiente control militar, donde ya preparados para el gorroneo de los militares, les ofrecimos un paquete de Habanos. Antes de que se encendiesen uno y por si no les sentaba bien, pusimos pies en polvorosa hasta las inmediaciones de Foum-Zguid, donde el último control militar nos volvería a revisar los pasaportes.
Volvimos a repostar y en 5 km. de carretera, entramos en la vertiente norte de la sierra que nos llevaría en 180 Km. de desierto, hasta Zagora.

La conducción era rápida y en tracción trasera algunos, aprovechamos a meter el zapato al acelerador y descargar tensiones acumuladas, con unas buenas derrapadas.

Al anochecer como es costumbre, -no es habitual en nuestro grupo alcanzar objetivos de día- llegamos a Zagora. Buscamos plaza en el hotel de los últimos viajes y allí, como por arte de magia, estaban esperándonos nuestros amigos, Omar, Youssef, Jauyan y como no, Mohamed, el regordete mecánico que nos saca de todos los apuros.

Nos saludamos, besamos, sobamos, intercambiamos regalos y nos despedimos de ellos hasta la mañana siguiente, donde estábamos invitados a su casa, en una aldea cercana, a tomar té y darnos más regalos que la madre de Omar había hecho para María.

Mohamed se quedó con las llaves de los coches para repararlos durante la noche y tenerlos listos a la mañana siguiente.

Tomamos unas cervezas y pasamos al comedor a pimplarnos una comida libre (La llaman boufette). Después, en una haima que había en el exterior del hotel, tomamos nuestro orujo y el té y tras animada charla, nos fuimos a dormir….la.

Día 22

Salí pronto a la calle y allí estaba esperando Mohamed con los coches reparados a los que hubo que engrasar, soplar los filtros y cambiar un amortiguador a un Monterey colocándole unos especiales que llevábamos de repuesto y que mejoraban ostensiblemente las reacciones del coche al ser especiales para la navegación y el vaivén

Lauyan, Omar, Youssef y el plasta de todos los años.

Al poco llegaron Omar y Youssef con unos coches de regalo para Juanma y para mí que confeccionan con hojas de palmera.

Le obligué a venderme una bicicleta realizada en alambre que se negaba a venderme. Le convencí de que era un regalo que quería hacer, por lo que estaba obligado a abonársela y así, accedió.

Quedamos después de desayunar, en ir al taller a ajustar cuentas –económicas- con Mohamed y luego a la tienda de chorradas, taflisnillos y ornoflastos, a comprar unos cuantos objetos inservibles y dejarnos timar un rato.
Después de dejarnos los cuartos en la tienda de todos los años y de comprar todas las estupideces que ya tenemos repetidas y apiladas en nuestras casas, decidimos marchar a casa de Omar. Antes, los Sanchis compraron una puerta por eso de llevar alguna cosilla. Pipi se hizo un tatuaje con jenna y yo, me lié a besos con un mendigo al que confundí con una persona que un año antes me llevó en su desvencijado Peugeot. Resultó ser el alcohólico del pueblo y dos horas me duró la tajada que a través de los vapores me endilgó.

Por fin conseguimos deshacernos de todos los gorrones que pululan por Zagora y llegamos al cartel de fotografía obligada de “Tomboctou, 52 jornadas a camello”

Nos fotografiamos con nuestros amigos y marchamos a su aldea, a seis kilómetros de Zagora, comprobando antes que a Tano le teníamos embarcado.

Entramos en la “casa” de Omar. Una ruinosa habitación con alfombras y como única decoración, un desvencijado aparador y en el centro de la cueva, una vieja claraboya dejaba pasar la luz y el agua de este lluvioso día.

Nos descalzamos y tomamos asiento alrededor de su madre a la que Pipi la desbordó a besos en un encadenamiento ilógico (6-12-1-7-4-45-3 alternando las mejillas). Después su madre, realmente perjudicada y desorientada de tanto beso, vizqueando y tambaleándose, me entregó la alfombra que con todo cariño había tejido para María con su nombre bordado en árabe. Tomamos té, frutos secos, Youssef me regalo una caja de dátiles y unas cadenas grabadas para mis hijos con su nombre.

Emocionados e impactados de tanta hospitalidad de QUIEN NO TIENE NADA, pero lo poco que tiene, te lo ofrece, nos esforzamos en recuperar la perspectiva de la cruda realidad y a pesar de encontrarnos tan a gusto con ellos, debíamos de sobreponernos y seguir camino.

La lluvia arreciaba y esa noche no teníamos donde dormir. Teníamos previsto acampar en cualquier punto del desierto y el temporal, no nos daba muchas expectativas.

Nos despedimos de nuestros amigos, agradeciéndoles como siempre su cordialidad y yéndonos con la inquietud y el malestar que te ocasiona saber que por mucho que tú les des, ellos siempre te darán más, simplemente….. Porque te lo dan todo.

Habría sido un buen sitio para dormir y ellos se habrían sentido honrados de que así hubiese sido, pero debíamos de seguir nuestro camino y cuanto menos guardar una reflexión sobre los que en nuestro “avanzado” país tratamos a estas gentes con el título de “ciudadanos de segunda” a los que humillar y vejar. Gentes nobles y generosas, que sin pedir nada a cambio te ofrecen su techumbre y su escasa comida aunque ellos ese día, pasen hambre para dárnoslo a nosotros.

El temporal comenzó a ocasionar riadas, derrumbes y anegar los caminos.

Decidimos seguir ruta por pistas que eran ríos y realizar vadeos con aguas incontroladas que con su fuerza empujaban a nuestros vehículos fuera de la zona de vadeo.

No podíamos parar a comer, así que continuamos intentando llegar tras los innumerables obstáculos del agua, hasta Tissemoumine, una pequeña aldea donde trataríamos de que alguien nos diera cobijo. Sobre las cuatro, divisamos una haima. Con los prismáticos pudimos comprobar que estaba deshabitada, por lo que nos acercamos a ella a guarecernos y poder comer algo.

Como en muchos kilómetros no había ninguna población, optamos por acabar aquí la tarde y utilizar la haima como refugio para dormir esa noche.

Pasamos la tarde jugando al mus y desvariando con el orujo al calor del fuego, hasta que nos dio la noche. En la lejanía veíamos el reflejo de un automóvil que seguro había quedado atrapado en las arenas por el barro.

Así era y a las 8 de la noche, aparecieron en la haima 14 marroquíes, ateridos de frío y empapados.

Les ofrecimos comida y puesto que no teníamos cena para todos, decidimos no comer tampoco nosotros y calentarnos unos vasos de leche con cacao para todos. Les ofrecimos bollos, madalenas y convinimos con ellos que ocupasen media haima y nosotros la otra media.

Nos explicaron que eran tres camiones con más de treinta personas en ellos y que uno de los camiones estaba atascado. Como eran muchos y no cabían en la haima decidieron quedarse a dormir las mujeres excepto una, en los camiones y acercarse solo catorce hasta nosotros –los únicos que esa noche cenaron y durmieron protegidos por el fuego-.

Para dormir, nos quedamos los 14 marroquíes hacinados como podían en media haima y en nuestra mitad solo dormimos Wallace, Sanchi, Tano y yo. Los demás se fueron a dormir a los coches.

Tano fue el encargado de las relaciones diplomáticas y sociales con nuestros amigos. (V.A 9) y algo cocidete, ofreció su saco al único niño que estaba en el grupo y que no tendría más de 2 años.
Apostilla 9 Envuelto en orujo y molesto porque a la única mujer y al niño les tenían en un rincón sin dejarles protegerse del frío, les conminó a acostarse a todos. Tras definir la frontera entre la haima española y la parte marroquí, situándose en medio con una silla y advirtiéndoles que no se les ocurriese pasarse un centímetro.

Esa parte para vosotros y ésta para nosotros y ¡ojo! Al que se pase

Cuando lo estimó conveniente les conminó a todos a dormir y a guardar silencio. Yo le requería para que moderase sus gesticulaciones pues se lo podían tomar como a mal y estábamos en franca minoría. Pero no atendía a razones.

Ignacio, no me fío de éstos un pelo. Gritaba.
¡No quiero ver que os movéis un pelo, mozárabes.

Los términos más frecuentes usados durante toda la noche
fueron:

-¡Que no quiero oír una palabra, a dormir todo el mundo!
-¿Tú que miras?, deja de tramar
-¿Queréis dejar de moveros? Me vais a hacéis perder la paciencia atajo de …
-No os voy a permitir tramas, estoy vigilante y atento a vuestras traicioneras maniobras ¡mediocres!.
-Baisss baissss, Fusss fussss.
-Ferme le port haraganes.

Las demás por ser este un libro dedicado a todos los públicos lo dejo a la entelequia de los lectores, pero podéis imaginar lo peor.



Día 23

Nos levantamos al amanecer. Yo, como el Tano no me permitía dormir, a las 3 de la madrugada, tras caerse de la silla encima de mí y aburrido de apagar continuamente las brasas que sus innumerables cigarros echaban sobre mi saco, opté por irme a dormir al coche. Además, había serias posibilidades dado su comportamiento, de ser pasados a cuchillo.

Nos levantamos pronto, hicimos desayuno para todos y recogimos el campamento para tratar de ayudar a sus compañeros, desatascándoles los camiones.

Con el cabestrante sacamos a uno, que inmediatamente se quedó atascado otra vez. Nos asomamos a la caja del camión y estaba lleno de mujeres escondidas. Les explicamos que si querían que les ayudásemos, debían bajarlas a todas. No les parecía bien, pero les amenazamos con macharnos y dejarles allí. Tras unas conversaciones entre ellos, las bajaron y se alejaron de nuestra presencia formando un grupito a 200 metros ocultas de nuestras miradas.

Enganchando desde dos de nuestros vehículos una eslinga al camión, conseguimos dando fuertes tirones en reductora, desatascarlos, pero inmediatamente se quedó enganchado otro. Hicimos la misma operación, liberándole también, pero el primero se había vuelto atascar.

Les dijimos que debían de permanecer quietos hasta que el sol secase las arenas, pues no podíamos destrozar nuestros coches en mover vehículos tan pesados y tan cargados como los tenían, por lo que solo desatascaríamos uno más y nos iríamos. Nos agradecieron la ayuda, desatascamos al tercero y nos fuimos.

Decidimos acortar ruta y coger la pista de Tazzarine, quitándonos cien kilómetros de ruta, pues llevábamos mucho retraso acumulado. Desplegamos la cartografía y buscamos el camino.

El Atlas, con sus montañas cargadas de agua, seguía anegando los caminos a nuestro paso. Por fin llegamos a Tazzarine y de aquí, a las proximidades de Nekob, donde se iniciaba la subida que atravesaba el duro Jbel Sarhro.

Tuvimos que atravesar un desbordamiento e iniciamos la ascensión

Bajamos al valle evitando algunos derrumbes, los vecinos nos hacían señas indicándonos que no siguiésemos.

Tras pasar algunos desbordamientos más, llegamos a un pequeño riachuelo. Como no nos apetecía nada mojarnos los pies decidimos darnos media vuelta e irnos a dormir a Tazzarine. (V. A. 10)

Apostilla 10 La naturaleza nos puso por fin el límite. Nuestra opción era esperar dos horas a que bajase el nivel de las aguas y cruzar el Atlas, en lo que emplearíamos toda la noche para abrirnos camino en los innumerables desprendimientos que desde la otra orilla unos ciclistas madrileños nos habían informado que había.

Al descender a la aldea, la carretera se había desbordado por lo que tuvimos que sortear la riada de la siguiente foto y que debido al acojone, no pudimos fotografiar con coches, realizando la foto una vez la rebasamos

Riada que debimos de sortear longitudinalmente para alcanzar la carretera. Una vez llegamos a la carretera, giramos al oeste para alcanzar Nekob, pero las aguas se habían llevado la carretera, por lo que cambiamos rumbo el este para tratar de llegar a Tazzarine. A los 6 kilómetros también se había roto la carretera y hundido el puente, quedándonos aislados en un tramo de carretera sin otra posibilidad que esperar a que bajase el caudal de agua.

Juanma se fue río abajo a intentar cruzarlo. Se metió en el río, pero tuvo que retroceder ante la fuerza de la corriente y la bronca desde la orilla contraria de la policía que le señalaba que no pasase.

Cenamos para hacer tiempo y reparamos una avería en el Range consistente en la rotura del tercer farlopio, lo cual provocó que la fustencia girase sobre si mesma doblando el orcajo izquierdo y mandando a hacer puñetas el forflullo de bombeo, ¡una mala suerte!

Una vez solucionado provisionalmente hasta la localización de un mecánico, nos acercamos al puente y aunque roto, ya no llevaba agua, por lo que pasamos y ya en Tazzarine, echamos gasolina y nos fuimos a un hotel a dormir después de tan largo, intenso y jodido día.

Día 24

Ya habíamos terminado las etapas por pista y teníamos que iniciar el acercamiento hacia el norte para terminar nuestro viaje.

Llegando a Rissani, encontramos una multitud de gente y una larga caravana de vehículos parados en medio de la carretera. Nos acercamos a ver que sucedía y parece ser que ese día había pic-nic y estaban todos mirando el agua correr y echando el día.

Como teníamos prisa y no estábamos para tonterías, seguimos nuestro camino. (V. A. 11) .

Apostilla 11 El río se había llevado la carretera y llevaban horas esperando a que bajase la corriente para poder pasar.

Nosotros, tanteando con una vara, cruzamos y seguimos nuestro camino dejándoles un poco perjudicados y asín como pasmados.

Llegamos como quien no quiere la cosa a Rissani y nos dispusimos a dejarnos timar otro rato en la Casa Tuareg, mientras Tano recuperaba su pasaporte y su saco de dormir.

Conseguimos desembarazarnos de los mercaderes en un par de horitas y tomamos camino hacia Missour, a 300 Km. y donde aquí si teníamos hecha reserva.

Todavía no habíamos acabado con las peripecias y tuvimos que sortear unas cuantas riadas de camino hacia el hotel más cerdo de Marruecos, El hotel peludo de Missour.

Paramos a comer en una gasolinera en construcción, donde los Charlys (Los niños que salen de cualquier parte) nos estuvieron dando la murga toda la comida para que les diéramos “Estilós” y “bombón” Si cedíamos no nos dejarían comer, por lo que negociamos con ellos una distancia de 50 m. y al terminar les daríamos algún regalo. Ni puto caso.

Al acabar de comer, les repartimos algo de comida y dimos unas pataditas con ellos a la pelota.

Les hicimos reír un rato enseñándoles las fotos digitales, nos despedimos y seguimos viaje, montando a Tano antes de que se nos perdiera, pues todavía esperábamos más sorpresitas de nuestra queridísima madre naturaleza.

No tardó en llegar, al ascender el Atlas y cambiarnos a la vertiente norte una fuerte tormenta de lluvia y niebla nos hizo afinar la conducción y esforzar un poco más a nuestros cansados cuerpos.

Llegamos por fin al infecto hotel de Missour, limpiamos los pelos de las sábanas, tapamos las manchas de grasa con las putrefactas toallas y nos fuimos a cenar esquivando las cucarachas que nos acompañaban.

Antes, rellenamos los papelitos que el gobierno marroquí obliga a cumplimentar cada vez que se entra en un hotel con los datos personales, profesión, ciudad de salida, destino, domicilio etc.

En éste, excepcionalmente lo rellenan ellos y solo te solicitan que les des tu profesión.

Aburridos de tanta burocracia, les dimos nuestras profesiones que ellos aplicadamente anotaron: Un turista, un torero, un vividor, una prostituta, .... No lo leen, lo rellenan y seguro que luego lo tiran.

Día 25

Nos levantamos sobre las 8, desayunamos y carretera a cubrir nuestro último tramo. Hoy llegaríamos a España.

A las dos estábamos a 30 km. de Melilla, paramos en un barucho a comer unos pinchitos de cordero y preparar los bocatas del barco con nuestros últimos restos de comida.

A las 5 llegamos a la frontera donde esta vez conseguimos pasarla rápidamente y nos fuimos al puerto de Melilla a aparcar los vehículos y dar un paseo por la ciudad.

Nos acercamos a la tienda de Ismael, el timador más grande de Melilla, nos dejamos nuestros últimos dirham comprando un rosario de estupideces inservibles. A las 10 embarcamos y a las 11 zarpamos.



Al día siguiente, poca cosa, un desayuno en carretera para todos a base de café con leche, excepto Tano que tenía sed.

A las 3 llegamos a Aranjuez, comimos y nos despedimos. Adiós majos.

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