-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

martes, 6 de junio de 2023

MAURITANIA. OBJETIVO RIO SENEGAL



MAURITANIA

-DAT0S

-DIARIO

-REFLEXIÓN

 

DATOS:

 EL PAIS:

 -Una de las 3 repúblicas islámicas en el mundo.

-Puesto en el mundo por tamaño el 29 en extensión y solo 4.5 millones de habitantes.

-4 habitantes por kilómetro cuadrado (Marruecos 81, Singapur 7.745)

-Sueldo base 73.-€ al mes. Renta percápita 1.800.-€/año. 

-65% analfabetos.

-Su flota aérea comercial la componen 4 aviones.

- Aunque la esclavitud está abolida desde 1.981 y penada desde 2.007 se mantiene de forma alguna en el 20% de la población y de forma expresa en el 1% que acostumbrados a ella no sabrían vivir libres.

-El 60% de las mujeres sufren mutilación genital.

-La obesidad prima en la belleza femenina por lo que las niñas son llevadas a granjas de engorde para poder ser casaderas.

 NOSOTROS:

 5 coches

10 Participantes

9.600 kilómetros

2.185 litros de combustible

1 palier delantero roto

1 transmisión trasera rota

1 eje trasero fisurado

1 luna rota

1 para golpes chafado

1 pajarera voladora

90 fichas de los participantes entregadas en los controles militares mauritanos,

Estos son los datos a primer porrazo. Luego veremos más.  


                     DIARIO:

  Nos concentramos desde distintos puntos de España el Sábado 20 de buena mañana en el puerto de Algeciras. 

Embarcamos y comenzamos nuestro periplo, tratando de avanzar las mayores distancias en territorio marroquí para tener el mayor margen de días en Mauritania.

OBJETIVO: Llegar hasta el río Senegal, frontera natural con el país que lleva su nombre. 

En estas expediciones el reloj no es necesario, las etapas y la vida se rigen por la luz solar. Al amanecer debemos estar en ruta y poco antes del anochecer buscar lugar  que la última luz del día nos permita montar el campamento. 

 


Esta vez toca montar las tiendas y las pajareras en un área de servicio, rodeados de camiones. Romanticismos para otro día.  Hemos sobrepasado en una tarde Marrakech. Buen tirón.

Domingo y lunes, seguimos acercamiento. Queremos alcanzar la frontera mauritana el martes por la mañana. antes de que la cierren y tengamos que pernoctar en ella, algo que no es de nuestro gusto. Pero para nada.

La segunda noche la pasamos pasado Tarfaya y la tercera en la antigua ciudad española Villa Cisneros, hoy llamada Dakjla, donde la Minurso sigue vigilante las gestiones del conflicto Saharaui-Marroquí.

Tras pasear por la ciudad y montar en los cochecitos de feria cenamos en un lugar recomendadísimo por su especialidad en pescado que no tenía pescado. Así que nos comemos unas brochetillas y unos zumos de frutas y nos quedamos tan anchos.

Encontramos un camping que nos ofrecen unas casetillas para dormir que antes deben de despejar de la bacanal del día anterior y desinfectar con una escoba que es lo más que desinfecta allí. Los que tenemos pocos escrúpulos nos atrevemos a pernoctar en ellas. Los demás se van a sus pajareras a dormir lejos de las chinches que hay a ras de suelo. 

Nos facilitan agua en una ducha atada a una manguera que ensucia más que limpia. Es mejor ducharse vestido y luego tirar la ropa al río. Una vez duchados cortan el agua y la luz. Si alguien tiene necesidades mayores ya echarán agua otro día, cuando haya nuevos y valientes clientes que se atrevan a alojarse allí. 

 Los colchones andan, las mantas reptan, pero nos mentalizamos de que estamos en el África de África, y que hay que adaptarse al medio. 

Al día siguiente escapamos de ese parque de piojos y garrapatas que previamente habíamos negociado creo recordar que a 5€ por persona. 

Abandonamos la península de Dakjla y desayunamos en el Barbas, hospedaje mítico previo a la entrada a Mauritania. 


Hacemos la gestión de frontera marroquí, algo que comparado con la que nos espera es fluida e incluso diría inmediata según las tablas de medida de tiempo africana que se regula en lustros. Nos encaminamos a la brecha de Guergerat, un enlace de 3 km. considerado tierra de nadie y que salvo el carril abierto para llegar, mejor no salirse de él por encontrarse minado. 

 El primer tramo asfaltado, el segundo con unos agujeros que se comerían un camello.

 


 Entramos en la frontera mauritana. 

 Los trámites se nos facilitan mucho, tras presentarse ante nosotros Arturo, el meritorio buscahabichuelas que va captando viajeros a los que hacerles todos los trámites entre las diferentes dependencias. 

 En el tercer o cuarto despacho -nosotros vamos siguiendo nuestros pasaportes que cambian de mano en mano y despacho en despacho-, en éste caen en manos de un policía que le tiene que poner algún tampón, pero cuando ha visado 3 o 4 le da un aire de calor, lo que debe ser un sofoco premenstrual o menopáusico varonil, y se sale del despacho y se pone al lado nuestro a lavarse los pies. Con dos cojones. Bueno, pues nada, ahí quedamos aplaudiendo el número y viendo como se saca la roña y que se le quedará en los dedos que luego trasvasará a nuestros pasaportes. 

 Ya cuando descansa de su aseo personal, retoma la gestión de nuestros pasaportes. 

Le agradecemos a Arturo, el buen Arturo, sus habilidades burocráticas que se mueve en la frontera como camello por su casa, le damos su propíneja tan bien ganada y tomamos camino a Nouadhibou. 


 

 Nos proponemos pernoctar en la zona oeste de la península, pero antes ir a cenar pescado a un restaurante español pues los siguientes días ya no saldríamos de la comida precocinada.

 Antes de la cena visitamos el puerto pesquero. En paro biológico cientos o ¿miles? de cayucos hacinados,  y sus pescadores en la orilla, tumbados o charlando en grupos.  Dejando pasar la vida O tan solo, viéndola rodar. 

 Los únicos blancos en la zona éramos nosotros en su mundo. Muy impactante meternos en su hábitat rodeados de cientos ¿miles? de sus ociosos habitantes. 

 Mis compañeros muy impactados por este nuevo mundo que desconocían un siglo por detrás de sus vecinos marroquíes, y que nosotros a estos, ya los suponemos un siglo por detrás de nosotros. 

 Yo también impactado, pero por motivos diferentes. Ya conocí el país en 2.009 y me impactó comprobar que el país está EXACTAMENTE igual que cuando lo visité. Lo único que ha cambiado es que sus destrozados coches de mi primera vez, ahora están 15 años más deteriorados. ¡Son los mismos!

 Después de esta desconcertante escena ya nos dirigimos al restaurante, regentado por una gallega y otro elemento de buen vivir, su hijo.  Centrémonos en este singular personaje. 

 22 años. Seguro y experimentado especialista en recibir collejas en la nuca en el cole, lo que ahora los frikis llaman “bullíng”. 

 Su conversación: Hola me llamo (ni me acuerdo, pongamos Tontoelculo Yáñez pero llamémosle para más correcta identificación  “El jeque de Nouadhibou”.

 JEQUE DE NOADHIBOU: Trabajo aquí en ratos parciales (10 minutos al día como relaciones públicas) pero a los 30 años, si no antes, me jubilo. (Está cansado). 

 “Es que trabajo desde los 16. (6 años de duro trabajo en jornada laboral de 10 minutos los martes víspera de jueves le han dejado exhausto). Merece un descanso. 

 

Cada 20 días me vuelvo a Galicia a despejarme de toda esta panda de inútiles, son lo peor, vagos, primitivos, malajes. Les repites una orden como si fuesen subnormales 3 veces y lo hacen mal. No sirven ni para coger billetes de 50€.

 Nuestro amigo Boticario le hace el comentario de “Se te ve integrado en el país, totalmente adaptado a sus gentes…

 Pues nada, el tío despotricando de quienes le han acogido para que sus padres se ganen la vida. 

 “tengo barcos, naves industriales, 30 camiones, tengo a la policía a mi servicio, tengo un montón de vagos de estos trabajando para mí. He tenido que coger y echar a 300 para quedarme con 20 que sepan o quieran moverse un poco, pero poco. Por tener tengo hasta un Maseratti. Ahora he comprado un terreno que me he construido un picadero para tirarme a la mitad de las putas negras que hay en la ciudad. 

 En fin, un gilipollas de tomo y lomo pero dentro de su gran estupidez y su desprecio por sus semejantes el tipo se portó bien. 

¿Donde pensáis dormir?

Pues íbamos a dormir junto al fuerte 

EL JEQUE de Nouadhibou: Bueno si queréis explotar con una mina…

NOSOTROS: ¡Eh!

EL JEQUE: Tíos, que eso está minado. Mirad os voy a solucionar la vida y os voy a invitar a mi terreno y os alojáis donde me paso por la piedra a todas las negras que se me ponen por delante. 

NOSOTROS: ¡Ah! Pues muchas gracias jeque de Nouadhibou, agradecidos es poco.

EL JEQUE: Ok pero primero os voy a invitar a percebes. 

Y nos trae el puto chalado éste 2 kilos de percebes y postres a tutiplén. Nos cobra las parrilladas de pescado que nos hemos metido entre pecho y espalda que salimos a 20€ y nos lleva hasta su terreno donde se supone que tenía que abrirnos su guarda maliense, un negro de 4x2 que cojea cuando los bandidos se cargaron a toda su familia y solo sobrevivió él, aunque le arrearon con un kalasnikov en la rodilla y se la reventaron. Si te enfrentas a él no corre, pero como te agarre te parte en dos pedazos.

Pues bien, el negro gigante que le habrá seleccionado por ser el mejor guardián entre los 80 que ya ha despedido,  de resultas que no está en su puesto de trabajo…. otro al paro…. 

 Le localiza a la media hora y nos abre el tugurio, nos aseamos, unos más que otros y nos acostamos en el lupanar del jeque. 

 

Otro día consumido y…comienza la aventura. 

 Miércoles 24, Salimos de Nouadhibuu paralelos al tren del hierro, una inmensa serpiente metálica que a veces llega a los 3 km. Y que hace el recorrido Este-Oeste durante cientos de km. Para llevar su mercancía extraída de la tierra al mar. 

En un punto del trayecto Tato y Boticario se enganchan en una duna y no consiguen contactar con nosotros por las emisoras por lo que el resto seguimos dejándoles a su suerte. 

 

Cuando les echamos en falta no conseguimos contactar con ellos y tratamos de interpretar si es que van delante o detrás. En primera instancia pensamos que van delante, así que salimos en su persecución.  Al no encontrarles empezamos a intuir que van detrás, así que damos media vuelta pero siguen sin contacto. Nos empezamos a preocupar. 

 Ya seguros, tras diversas deducciones e interpretaciones de lo que puede pasar por su cabeza y en especial por la del Boticario que la parte alta de la frente la tiene un poco perjudicada, convenimos que están detrás, por lo que sale Marc en su búsqueda deshaciendo km.  Finalmente los encuentra, nos dicen que nos vieron ir hacia ellos en principio  y como en un momento dado nos damos la vuelta y nos alejamos, con su desánimo al vernos alejar. Un camión mauritano les ve atascados y les liberan. Ya agrupados y pasados los sustos de todos menos los de Boticario, que mientras estaban perdidos buscaba geranios, hacía dibujos en la arena y se hacía mechas.

 


Seguimos viaje con dirección a Atar.

Pernoctamos junto al monolito de Ben Amira, una colosal piedra, la tercera más grande del mundo y cementerio de camellos, vimos varios esqueletos y uno que moribundo nos miraba despidiéndose de los que tanto trabajo y carga les sometieron en su camellera vida. Los humanos. 

 El track nos marca una trazada en semicírculo para llegar a Atar dirección Este y luego Oeste. Decidimos acortar tirando recto. Liada gorda. 

Nos metimos en un mar de dunas que justificaba el rodeo que nos mandaba el track. Poco deductivos estuvimos.

 

 Una arena como no hay en los otros países donde hemos pisado dunas. Es harina. Peor que el fes fes. El color de la arena, las hoyas o las crestas no te dan ninguna pista. Aleatoriamente puede ser arena dura o harina. Engullía los coches

 Tampoco es muy transitado este Erg por beduinos o nómadas y que las heces de sus camellos nos “explicaran” las zonas duras que ellos sí saben encontrar y que por ellas transitan. 

 De remate Sergio e Izaskun rompen palier que nos obliga a llevar un coche en tracción trasera. Trabajo intensivo de cabrestantes y un coche delante señalándole las trampas.

 


 Agotados llegamos a Atar y en un taller (¿taller?) nos piden 1.600 € por quitarle un figura su palier a su coche y ponérselo a nuestro 100. Tras mandarle sórdidamente a escardar cebollinos localizamos quien al día siguiente nos trae por 300 europios un palier a estrenar y… ORIGINAL.

 Nos encomendamos a la Virgen de la pata quebrá sobre lo que ellos querrán entender por “nuevo y original” por 300 cuando en España vale 800. 

 

Para no ir acumulando distancia perdida decidimos seguir viaje al día siguiente visitando el oasis de Terjit donde llegamos atravesando una aldea y nos sale el guía del oasis (Léase él jeta sacacuartos) que pretende cobrarnos 5€ por persona por visitar un charco con 3 palmeras. 

Le ofrecemos 5 € por todos y el tío que no se apea del burro Le decimos que nos vamos. Pues no puede pedirnos 50€ que es su sueldo de 15 días y nos dice sin mucha reflexión, ¨pues aur revoir¨ y se queda más ancho que largo. Empezamos a empatizar parcialmente con el Jeque de Noadhibou).

 Llegamos más tarde a una zona de pinturas trogloditas que extrañamente no tiene meritorio que cobre y seguimos hasta Ouadane y su ciudad en ruinas y después a Chinguetti con sus bibliotecas centenarias y su mezquita. Es la séptima ciudad sagrada del Islam. 

En la biblioteca nos sale un poeta que nos la enseña y nos recita algunas estrofas que nos deja ojipláticos con sus gestos y ademanes poetiles. Nos saca los cuartos por tan bellas odas y por enseñarnos los papiros cochambrosos que tiene y nos vamos por donde hemos venido con viento fresco. 

 

Tenemos que iniciar regreso hacia Atar a por nuestro palier nuevo y a estrenar. 

Cansados y anocheciendo encontramos un pozo. ¡¡Un pozo!, ¡Agua! Acampamos aquí que podemos refrescarnos (46 grados). Y cuál es ¡oh nuestra sorpresa!

Junto al pozo un abrevadero de camellos y cabras. Todos al agua como si fuera la piscina del mejor hotel de Marruecos. Entre meados, babas, moho y mierda nos dimos el gran y reparador baño.

 

 Hacemos fuego, cocinamos, cenamos y entre los vapores del orujo caemos rendíos cada mochuelo en su olivo. 

 Amanece. Vamos a Atar. 

Boticario y Tato se adelantan involuntariamente y vuelven a pensar que son los últimos con lo que aprietan para “cogernos”. Cuando yo en su persecución llegó al control militar, me dice él militroncho que le han entregado la ficha de grupo y se han dado la vuelta sin entender porqué a Atar se piran por otro lado. Pero él no pregunta. Solo respira y pide fichas.

 

“La madre que parió a Paneque”. La han vuelto a liar y pensamos que por allí no llegan con el combustible que les queda. Con lo que me cojo 30 litros de gasoil y me voy por el camino correcto a Atar y allí inicio el track al revés hasta donde me los encuentre tirados en alguna cuneta. Al poco me los encuentro de cara, más pálidos que un mimo. Iban impulsando conI sus cuerpos el coche aprovechando el litro que les debería quedar en el depósito. 

 Bueno, vamos a por el palier. Sorpresón. Efectivamente es nuevo, original y por 300€.  

Sin entender nada de la vida lo pagamos y nos vamos con viento fresco y lo montarán nuestros buenos amigos mecánicos en el próximo campamento. Hay que recuperar el retraso acumulado. De momento un día. 

 Allí no se funciona con el reloj, elemento inútil. El amanecer y el anochecer son los que marcan las rutas y las etapas 

¿Esto lo he dicho ya verdad ? 

Bueno, es que voy para mayor y tengo problemas de retentiva que el buen lector sabrá aceptar y comprender. 

El Islam preconiza la comprensión y la piedad, así que empezad por mí… coño. 

 

 Cada vez más desanimados convenimos que ya las salidas a las 6 AM no son suficientes para recuperar distancias perdidas y empezamos a temer que no lleguemos al río Senegal, nuestro gran objetivo. Si a esto le sumamos el trabajo y carga psicológica que nos supone gestionar la cabeza de Boticario que se debió de dar un golpe con un ancla en el jardín de infancia. Por lo que convenimos adelantar las salidas a las 5 AM. 

 Seguimos dirección sur. Dirección Tiddikja donde antes de llegar tuvimos una confusión con Marc y Clara (Claret para los amigos) y tomaron un desvío erróneo. Afortunadamente por la emisora de 2 metros pudimos pedirles coordenadas encontrándose a 5 km de nuestro punto.  Vamos a buscarles y tras feliz reencuentro del rebaño perdido comemos y seguimos ruta. 


 Nuestro siguiente día nos lleva a a las inmediaciones de Matmata, el lugar donde se encuentran los cocodrilos en libertad. Tras un enlace de polvorientas pistas, por cierto yo rompí anteriormente la corona de la transmisión trasera y nuestro grupo de especialistas me quitaron la cardan y sacaron la corona, lo que me hizo quedarme únicamente con transmisión delantera con sus consecuentes problemas de tracción y nuevo trabajo para los cabrestantes, conseguimos una que en 2 días me instalarían en Nuakchott, la capital del país. Yo que conozco la ciudad de mi viaje anterior pensaba, cuando estos vean la conducción de Nuakchott se desmayan si ya en Noadhibou fliparon. 

 

 A lo que iba diciendo, que me disperso,

llegamos a la zona de los cocodrilos y vemos un camello que ha caído en la charca donde habita el lagarto y le es imposible salir. Sus patas han quedado enterradas en el fango. Tratamos de liberarlo, siempre muy vigilantes del cocodrilo que junto a él y por no entrar en disputa, espera que quede desfallecido para comérselo con patatas. 

 Le echamos una eslinga por el cuello, bajo la barriga no era posible pues el cocodrilo, molesto él de que le quisiéramos estropear el almuerzo mañanero debía de sentirse realmente enfadado y le podía dar por cambiar de bocadillo. Por lo que de la mejor forma que pudimos le enganchamos y con el cabrestante tratábamos de liberarlo. 

Imposible. 

 Tan hundido estaba que lo único que conseguiríamos era partirle en dos y habría que rematarle. Tras varios debates entre los que preferían sacarle aunque le partiéramos para que no estuviese sufriendo horas o un día hasta que muriese, y los que preferían dejárselo al cocodrilo, convinimos que habría que dejarlo allí. Yo no lo tenía claro y me fui al coche a por el cuchillo. Mejor dejarle allí, pero matarle y acabar con su sufrimiento.

Según volvía me empecé a comer la cabeza de que si le mato, los lugareños luego se inventan la historia de que un turista le ha matado su cacharro y a ver cómo le explico a un militar mandinga que no es como dice el susodicho. Así que muy a mí pesar allí quedó el animal con sus quejidos suplicantes que yo interpreté como “no me dejéis aquí”. 

 


En silencio algunos, pesarosos otros, nos retiramos y el Boticario nos explicó que  al que queríamos joderle la vida era al pobre cocodrilo, que para un camello gilipollas que le cae a la charca vienen a joderle la manduca los tontos la urbe. 

Proseguimos. 

 

Ya no tengo ni idea de qué día es y no me apetece pensar, así que un día cualquiera y coincidente en su sucesión con el día anterior, tras unos generosos tramos asfaltados, algo inédito en Mauritania, somos capaces como quien no quiere la cosa de alcanzar el río Senegal y a 100 metros de él tener frente a nosotros el primer pueblo senegalés. 

 Fotos de rigor, cánticos, jolgorios diversos y estúpidos saltitos de alegría de “lo hemos conseguido”.   

Yo, que tengo la enfermedad del pragmatismo exacerbado, no entendía mucho“ ¿Que hemos conseguido? ¿Llegar a una puta mierda de río donde vamos a pillar la fiebre amarilla? Advertidos de la capulla mosca que allí habita y te pega tan platanera enfermedad y habiendo decidido previo al viaje no vacunarnos, llevábamos insecticida específico para dejar caos a esta mosca cojonera y contaminadora de sangres, y nos rociamos bien antes de salir del coche y empezar con los estúpidos bailes de alegría. 

 


Seguimos viaje para buscar pernocta. Seguimos acumulando retrasos, así que adelantamos la hora de diana a las 4 AM. 

Llegamos a Nuachott donde me espera mi trasmisión. El tráfico decir caótico es poco, pero como no se me ocurre definición mejor lo haremos en llamar porculero.

 Los coches reventados. Ni luces, ni matrículas, eran motores con una carcasa encima. En una mañana vimos 3 choques. Salen los interfectos, miran los daños que les ha producido el choque, que no se ve porque está en el mismo sito del choque de media hora antes, se miran entre ellos, pensamos, estos se fostian entre ellos. No, se saludan y se despiden a darse con el siguiente.

 

Tras un par de horas de gestiones, regateos y montaje de mi transmisión que empleamos en pasear tratando de que no nos atropellase nadie y a hacer algunas compras y adquirir el Boticario un traje de mujer en azul lapislázuli que previamente se probó tras el despiporre de las dos tenderás que debía de ser el primer hombre que veían vestido de pastora mauritana, nos retiramos a nuestros coches para seguir viaje y seguir recuperando tiempo perdido.

Caímos en la playa y tras unos kilómetros por la orilla y un baño nos dispusimos a comer y seguir ruta hasta el Cabo Tafarit donde nos esperaban una mugrientas haimas en un mugriento camping y un mugriento porche donde nos sorprendieron con un buen pescado. 

 

Tras las duchas de los asépticos a cubos, no había duchas, caímos redondos en nuestra haima y respectivas pajareras. 

 Nos vamos a frontera. Nuestro amigo Arturo nos mueve rápidamente los papeles y salimos disparados a la frontera marroquí donde vaya por dios. 7 horas atrancados en ella porque “se ha caído el sistema”. Desconocedores de qué pasa si el sistema se ha caído de por vida, desplegamos el material de camping o y comemos allí. 

 Una vez, se ha levantado el sistema, porque todo lo que cae, si hay voluntad se levanta, pasamos la frontera y de camino rompimos noche en las cercanías de Tantán donde dimos unas manguerazos a los bajos del coche para quitarle la sal, nos pimplamos un té y nos fuimos s dormir a una decaída fortaleza que nos alojó en su panza. Precioso lugar. 

Nos queda una larga tirada hasta Essauira. Donde nos damos el homenaje de cogernos un hotel de pro y turismo de hamaca y sombilla, ducharnos y salir a gastar los cuartos a tan turístico lugar. 

 


Cuando compramos todas las mierdas que se nos ponen a tiro y saludar a nuestro amigo Abdul de Zagora que se ha trasladado para mejorar su marroquinero futuro nos cenamos unos pescaditos y a dormir que al día siguiente tenemos que llegar al barco. 

 Tras un madrugón y otro aluvión de kilómetros llegamos a frontera. Hacemos las gestiones, embarcamos y charlamos sobre lo vivido acompañados del vaivén de las olas. 

En Algeciras nuestros buenos amigos Poti y Miriam nos dan hospitalidad en su casa despidiéndonos antes de la familia Colomés que deciden quitarse algo de distancia de su casa. 

 Al día siguiente todo ha terminado. Cada uno a su lugar.

 

REFLEXIÓN;

 No me apetecía bajar por segunda vez. Siempre me enredan.Tan viajado ya, dejé hace mucho tiempo de perseguir paisajes. Ahora ya no enriquezco los ojos ni lleno la memoria de una cámara de fotos, busco otro tipo de paisajes, el de las personas. De dentro afuera.

 

No soporto en mi ocio nuestro... ¿avanzado mundo?. Tan solo me encuentro bien en África, su hospitalidad, su soledad, su dureza, su áspero calor, la sed, superar el agotamiento, el dejar fuerzas en algún rincón de tu alma para cuando tus compañeros flojeen, enfermen, discutan, se enfaden, se asusten, se pierdan.

Y tenerles fuertes para cuando yo flojee, enferme, me asuste o me pierda, me asistan a mí.

Discutir o enfadarme verbos desterrados, muchos viajes ya y mucho aprendido. No necesito ayuda para evitar estos odiosos verbos habituales en el día a día en el diario vivir. Muchos viajes ya en la alforja y esos dos verbos ya aprendí a gestionarlos para no usarlos en África.

Los demás, los nuevos, debéis interiorizar que estos dos verbos solo deben ser usados antes o después del viaje. Allí no, allí todos somos amigos, compañeros. Hermanos.

Si hay cuitas pendientes aquí, ya llegados a casa se solucionan, y si la cerveza está suficientemente fría y la nobleza prevalece, poco habrá que dirimir. 

Ya estará olvidado y solo recordaremos lo que allí pasamos, los buenos y malos momentos, las encrucijadas solventadas, las ayudas y el cariño recibidos. Los que nos levantaron cuando caíamos. Los que nos regalaron un gesto de cariño cuando adivinaron nuestra necesidad de él, los que nos tocaron nuestra frente para medir nuestra fiebre, nos regalaron la palabra que necesitábamos oír y la preocupación por dar agua antes de que te la pidieran, ceder tu silla para que no tuvieran que sacar la suya, ceder el mejor colchón a tu compañero y pensar más en los demás que en ti. Esto es África. Sale solo. Sin esfuerzo.

 

Quien haya atravesado el desierto por primera vez y ya marcado en su arena su leve huella que el primer simún borrará, otra huella ya le habrá marcado y está no será tan exigua.

Quien se haya cruzado con los targui, se habrá ya impregnado de los valores que la urbe ya dejó atrás, la sencillez, la humildad, la hospitalidad, la inocencia, la generosidad, ofrecer sin intercambiar, agradecer lo que queda y dar sin esperar.

Quien haya entrado en el desierto, sufrido su abrumadora soledad, sentido su sed, su falta de vida, su silencio cruel, solo contará días.

Para regresar. (Ysea Lav). 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario