Nos fuimos agrupando los Aventurameros en el puerto de Almería. Las navieras deben de pensar que sus clientes nos tele-trasportamos y nos dan cita cinco horas antes de zarpar.
Hacía frio y sin lugar donde cobijarnos optamos por buscar una terraza cubierta en el mismo puerto que llevaba chapada dos años y que una ardua gestión con la posadera explicándola que era el "no-cumpleaños" de Iratxe, se resignó a habilitarnos el espacio tras la promesa de que no consumiríamos productos ajenos al local, ofreciéndonos sus bocadillos de tortilla de queso sin queso y calamares de la ria y permitiéndonos tan solo consumir la tarta de cumpleaños que nunca llegó.
33 aventureros ansiosos de cruzar el continente nos fuimos juntando en la dicharachera celebración y entre cánticos, presentaciones y charlas africanas empezamos a conocernos.
Zarpamos ya cenados y tras la búsqueda de un lugar donde juntarnos en la nave, rematamos la noche y fuimos cayendo ordenadamente en nuestros camarotes.
Ya en África, todavía en España, Melilla, nos acercamos a la ágil, talentosa y fluida frontera marroquí, donde tras las habituales gestiones papelísticas fuimos cruzándola y agrupándonos a comprar pan, sortear plastas, cambiar billetes y sacar las tarjetitas de teléfono.
¡Las tarjetitas! Que tiempos en los que una vez en África quedábamos al pairo en nuestras relaciones con España y los ratos se echaban charlando entre nosotros y no con la pantallita.
Ahora la tecnología nos lleva atados a nuestras obligaciones y contactos peninsulares y África ya no es el lugar de la desconexión de nuestra urbanita vida. NOTA.- Esto no es bonito Manolo.
Por fin todas las labores resueltas. Ponemos en marcha nuestros GPS y nos espera un largo y tedioso viaje al sur. Erfoud.
Pasamos a saludar a nuestros amigos Zacarías y Abdul y a dejarnos los primeros cuartos en aras de mejorar su economía en detrimento de la nuestra. Churros, churretes, forflullos y tafiletes. Compramos un poquito de todo para su alborozo y el de su cuenta corriente.
Día 2 Erfoud- ciudad de Orion-Carcel Portuguesa-Rissani-Merzouga.
Fría mañana. El coche de Manolo no quiere arrancar. Eslingamos hasta el taller de Moha donde nos quedamos el coche enfermo y el nuestro de compañía, mientras el grupo empieza a restar kilómetros al viaje visitando la ciudad de Orión del alemán chalado.
Nos emplazamos según se nos dé la reparación en salir en su persecución, o si esta se dilata “no prisa amigo", juntarnos en la cárcel portuguesa, donde entre dimes, diretes, averías y circunstancietes (es lo único que me pega con diretes), no he podido visitar a mis amigos Ahmed y Abdelghani en los últimos viajes. Esta vez no quiero faltar.
Echamos parte de la mañana con nuestros amigos de Erfoud tomando té y nash nash mientras en el taller buscan la vena que no funciona y a media mañana con el coche reparado, nos dirigimos a Gara Medouar, la cárcel portuguesa, que ni es cárcel ni portuguesa.
Allí esperamos al grupo que ya comenzamos a escuchar por las emisoras. Nos reunimos, les hacemos alguna compra a nuestros amigos que tantas horas y vida pasan allí con sus pequeñas bandejitas de fósiles, collares y adornos con los que alimentar a sus familias.
Dos días antes unos desaprensivos les han quemado sus pequeñas posesiones de la gran roca. Poco tienen y nada les dejan. Nuestras pequeñas ayudas las agradecen.
Tenemos hambre, nos despedimos y nos dirigimos a Rissani, la ciudad de donde procede la familia real y una de las puertas del desierto. Nuestro regordete amigo Musta, dueño del restaurante Panorama no está pero nos encomendamos a su hermano, quien nos da como siempre tan bien de comer y nos recibe con la alegría propia del que va a ver billetes frescos en un par de horas. “Bienvenidos hermanos a nuestra casa”.
Después de comer el grupo se va a visitar el mercado y nosotros nos vamos con Marc e Iratxe a Merzouga donde nos espera Enmanuel y su esposa que se unirán con nosotros la mañana siguiente a pasar el día y dunear juntos.
Marc está ansioso por conducir la moto de Enmanuel que le va a prestar y detrás de la Kasbah Jasmina, donde nos alojamos, toma sus primeros contactos con la moto.
Tranquilo en sus ensayos se le cruzan dos…. (no perdamos las formas)… personas en moto y Marc no acostumbrado al nuevo tacto del freno trasero, tan diferente de su moto, no encuentra el pedal o lo encuentra pero tiene más recorrido de lo que él conoce, lo que le obliga a tirar en seco del freno delantero. Sale por delante de la moto y esta le cae encima.
Afortunadamente solo un codo dislocado y algún tendón que necesita atención. Tras el primer susto comprobamos que no es grave, pero necesita atención por lo que gestionamos con la ayuda de unos chicos de los que pululan por la arena buscando plan una ambulancia que lo traslada a Er Rachidia donde de madrugada será atendido.
Cuando llega la ambulancia y vemos salir al que la lleva, más camellero que sanitario, dudamos si llevarle nosotros mismos mejor a hombros. Le sube a la camilla como el que coge un saco peras y lo mete (tira) dentro de la ambulancia. Esperamos y deseamos no llegue peor de lo que sale.
Los dos moteros que se le cruzaron no hicieron ni amago de parar. En fin….. mejor.
Día 3 Merzouga-Ouzina
Al día siguiente, tras acercarnos al taller que habíamos
dejado una rueda a reparar, nos emplazamos, -tras las primeras instrucciones a
los nuevos de conducción en dunas-, a cruzar el erg Chebbi hasta el oasis de
Oubira. ¿Lo conseguiremos?
El grupo progresa bien y son pocos los enganchones. Vamos cogiendo mano a las dunas y conseguimos llegar al oasis donde echamos el rato almorzando y la chavalería y alguno no tan chaval y bofe fuera, trepan la duna y bajan surfeando unos, rodando otros.
¡Es todo tan bonito!
La mañana se echa encima, el sol calienta la arena, va a costar salir.
Decidimos salir de las dunas por donde hemos venido, una gran rampa de arena delante deja a algunos coches en mala posición. Tras los rescates y los nervios de algunos de los participantes los solventamos y salimos de las arenas. ¡Nos espera en el Nora la pizza bereber!
Después de comer vamos a visitar el museo de coches y a repostar. Nos esperan dos días sin gasolineras, hay que llenar hasta los ceniceros de combustible.
Llegamos a la Kasbah Ouzina de nuestro buen amigo Brahim anocheciendo. Las obras de la nueva carretera nos obliga a tomar muchos desvíos y olvidarnos del track.
Llegamos y mientras cenamos llegan Marc y Sergio que ya le han dado el alta en el hospital. Aplausos y gran alegría de volver a estar el grupo reunido al completo.
Nos vamos a la cama con permiso de los hippies que curiosamente han llegado en autocar pero no les gusta el ruido de nuestros motores. A nosotros no nos gustan sus canciones.
Vienen en autocar a meditar y encontrarse consigo mismos… o algo así.
Al día siguiente, sigilosos para que los hippies no pierdan el contacto del buen fluir al que vienen encomendados por el maestro ying yang, salimos por el lado contrario de donde meditan entre sueños en sus haimas de lujo con baño y clima y cuidando de no despertarles con el ruido de nuestros motores interrumpiéndoles el karma. Tenían clase de espiritismo a las 9 y estaban roncando. Es lo que tiene el fluir.
Mientras parte del grupo descansa, nos vamos a hacer unas dunas e intentar crestear la gran duna poniendo a prueba nuestros motores.
El grupo ya se empieza a perfilar y algunas cosas me causan sorpresa, admiración e incluso pasmo:
-Lo bonito que todo le parece a Manolo.
-La apertura oficial del catarro de la mano de Marc y que fue compartiendo con el grupo en desbocado contagio y que hizo ir cayendo uno a uno. ¿Aventúrame o Cúrame?
-La progresión de Juan Carlos de “Ímpetu Sublime” en su whtasapp, que con un coche comprado 2 semanas antes y 4 explicaciones nos dio una lección a todos del buen hacer. Cuando me dijeron que no había hecho TT nunca, me entraron unos sudores fríos con temblor de falangetas que me dió a pensar que íbamos a quemar más de un winch, incluso que podíamos alguno entrar en franca depresión. ¡Que crack!
-También un Granadier o como quiera llamarse ¿Lineux? que más parecía furgón que TT. ¡Ay madre este tío vuelca! me dio por pensar en primera visión. Tenía buenas manos su piloto. Yo lo cogí un rato y acostumbrado a mi “deportivo” achaparrao, lo llevé en cuidadosa conducción y sin volantear más que lo necesario y con clara vista al frente por inseguridad.
…la verdad es que es todo muy bonito. O a Manolo y a mí nos lo parece y con eso debe bastar.
Seguimos ruta hasta Ramilia donde nos aposentamos en el tugurio de nuestro amigo Ahmed y observamos de reojo a los asalvajados niños del pueblo que se matan entre ellos por una galleta. Niños que si vas por la mañana les preguntas si van a la escuela y te dicen que tienen turno de tarde y cuando les encuentras por la tarde te dicen que están en turno de mañana.
Llegamos tras largas hamadas a Mhamid, mi coche va a hacer una visita al taller de Tagounite que mi winch está perezoso y llego justito para cenar.
Amanece el día 31. Tenemos un bucle y volvemos a celebrar el fin de año al mismo hotel, por lo que algún enfermo y participantes cansados, optan por ese día quedarse a recuperar.
El resto del grupo una vez proveídos de pan y agua en el pueblo iniciamos camino del desconocido morabito de Mauro Properi. Un lugar aislado lejos de caravanas y viajeros inmerso en las dunas.
Mi coche va cerrando el grupo y solo tengo a la vista al que me antecede, el resto del grupo va más adelantado.
Me encuentro dos propios atascados en la arena y paro a sacarles con lo que pierdo conexión con el coche que llevo delante. El grupo más adelantado toma el desvío al morabito y Vicente se pasa de largo. Por la emisora no podemos contactar por lo que mientras el grupo sigue y nosotros vamos en su persecución confirmando con las caravanas de camelleros que nos encontramos que va un coche solo por el desierto. Nos cuesta una quincena de kilómetros de ida y otros tantos de regreso darle alcance y retornarle al rebaño. Juntos llegamos al morabito, tomamos fotos de tan curioso lugar que incluso tiene un pequeño cementerio que el viento ha dejado los restos a la vista.
Seguimos viaje, comemos en un ruinoso fuerte que nos protege del sol y tomamos camino de vuelta no sin antes pasar por el oasis sagrado y su famoso y famélico land Rover desguazado.
Bueno tengo vacíos mentales así que esto me lo invento si es que no ha pasado, total, todo es desierto.
Llegamos
al hotel y empiezan los preparativos y acicalamientos propios de la última
noche del año. Yo me he dejado el rimmel en casa por lo que temo no doy la
talla festiva pero pongo voluntad jaranera dentro de lo que mi sueño y cansancio permite. Es decir, miro.
Comemos las uvas, abrazos, jolgorios y demás farras pero el cansancio aprieta y tomo camino del colchón. El grupo se encomienda a una sesión de algo de comerse algodones.
Día primero de año. Destino Zagora.
Gran día de dunas donde cruzamos una parte importante del Erg Chegaga. El grupo va genial y poca guerra damos a la organización.
Ya se va haciendo tarde y decidimos salir de las dunas y cambiar el recorrido hacia Tagounite que nos dejará antes en destino. Algunos coches van secos y con la luz de reserva pidiendo clemencia.
Tres coches nos hemos adelantado para pasar a saludar a nuestros amigos de Zagora finalmente, entretenidos, decidimos tomarnos unas pizzas en el taller. Al llegar al hotel los mayores ya duermen. Los jóvenes echan la noche jugando a las cartas y dando porrazos a la mesa.
Regresamos por la mañana a Zagora a ver como andan un par de coches que les queda algo de taller y los demás a que nos timen en la tienda de Abdul. Creo que les hemos hecho una buena caja por los efusivos abrazos que nos dan al irnos, por lo que empiezan el año contentos.
A los
coches averiados les queda un buen rato por lo que el resto seguimos ruta y
tras atravesar el Jbel Saghro y subir las gargantas del Dades, gestionamos la
comida en el bareto de arriba donde el meritorio nos permite usar nuestra
comida y él pone la bebida. La verdad es que es todo muy bonito. Bueno a 2 euros los cafés no parece bonito, pero a Manolo sí.
Seguimos viaje llegando al Thodra y sus impresionantes gargantas. Algunos coches nos engorilamos y ponemos a prueba los motores. Ya reunidos en el Thodra con los dos coches rezagados, tenemos que desviarnos a Tinerhir a reparar un amortigüador. Nos acercamos, el coche interfecto y el nuestro, para no desviar a todo el grupo que sigue ruta hacia Er Rachidia donde a 40 km. recibimos noticias de que el HDJ-80 de Marc ha roto motor y va eslingado al hotel. Gestión de mecánicos que llegan de madrugada y verifican que el motor se ha rendido a la conducción de Marc. Gestión de grúa y al puerto.
Al día siguiente nos dirigimos a frontera. Antes recorremos el recién bautizado “Cañón de Manolo” donde tras una ceremonia formal marcamos el lugar con una estaca y su cartelillo que esperamos aguante unas generaciones sin ser deteriorado por los amigos del molestar.
¡Pero qué bonito!
Comemos en Missour y llegamos a frontera. Unas pizzas en el bar París y al barco.
Al día siguiente entre abrazos, efusiones varias y demás gaitas emprendemos el retorno a la vida real.
Que BONITOOOO!!! 🇲🇦🐪.
ResponderEliminarMuy !!!BONITOOO!!! @©️manolo_4x4
ResponderEliminarEspectacular relato, con toque de humor, de una gran persona en todos los aspectos, q aparte de preocuparse de todos y por todo ahora nos deslumbra con este maravilloso texto, haciendo q salga una linda sonrisa al leer y recordar esta fantástica aventura.
ResponderEliminarGracias Ignacio
De parte de Oscar