“Brutal, repito atroz”
17 de agosto 1.999
Empezamos La ruta en La Robla, un pueblo minero que es donde teníamos la primera reserva, allí nos encontramos con el resto del grupo.
Seguimos ya todos en caravana y cuando llegamos al pueblo buscamos nuestro Hostal, El Ordóñez de Celis. Cuando dejamos el equipaje nos acercamos a un restaurante que nos habían indicado en un complejo deportivo, pues en el hostal no tenían comida para todos los que éramos. El complejo estaba cerrado por lo que en un patio grande del hostal, donde teníamos aparcados los coches, montamos el chiringuito con nuestras viandas y algo de apoyo de la oronda y bien nutrida hospedera.
Entre orujos como es de rigor nos fuimos a gatas a dormir.
18 de agosto
Salimos camino de nuestra primera pista, que poco a poco nos iría metiendo en el corazón de Asturias.
Comimos en el monte, donde tuvimos que montar unas haimas para protegernos del sol. Después bajamos al pueblo que nos dejaría en la carretera. Antes de llegar a ésta, nos topamos con un puentecito con muy poca altura. Solo pudieron pasar El lada, Los Sanchis y los Torrentes, los demás como llevábamos cofres no nos era posible pasar así que buscamos un paisa de la zona que nos llevase por algún camino hasta la carretera. Por unos caminos muy cerrados, nos fue guiando, pasamos delante de la iglesia prerrománica de Santa Cristina de Lena, que es muy venerada por los amantes de los pedruscos.
Nada más pasarla, Chema tuvo un percance y una de las ruedas del Terrano se salió de la pista y cayó en un cortado. El coche tenía una inclinación lateral muy peligrosa, por lo que tuvimos que contrapesarlo entre varios mientras otros lo afianzaban con eslingas a los robles del otro lado del camino.
Luego tirando de cabestrante, lo fuimos devolviendo al camino.
Los demás se habían ido ya hacia el pueblo al Carrefour a comprar una tienda de campaña para Rafa y Pepa que se la habían dejado en Madrid, más tarde, a suregreso, la cambiarían en el Carrefour de Madrid por 2 pollos, lechugas y la compra d ela semana.
Nos juntamos en el hotel de Granda. No tuvimos mucha suerte con él. Estaba tras una gasolinera, lo que en Asturias es una incorrección de bulto, pero no siempre podemos tener suerte con las reservas.
Chema me estuvo ayudando a arreglar las válvulas de mis amortiguadores y después nos fuimos a acabar la tarde al bar del hotel. Después nos alcoholizamos y nos acostamos.
19 de agosto
Salimos camino de nuestra próxima ruta. No tiene mucho que contar.
Bueno contaré la verdad. No tengo ni idea de que hicimos, ni donde comimos, ni si pinchamos o volcamos.
Cuando la terminamos, en Villaviciosa, teníamos para los que nos habíamos quedado con hambre de pistas una segunda ruta y para los que ya estaban cansados, podían irse al camping Costa Verde en Colunga e ir montando el campamento.
Nos fuimos todos de ruta. Entramos en un riachuelo con grandes escalones y piedras y después de un par de kilómetros de técnica conducción seguimos un rato, hasta un punto donde un árbol cortaba la pista y que ya un año intentamos apartarlo y con 4 cabestrantes no hubo manera, por lo que nos dimos la vuelta y nos fuimos al camping.
Llegamos y como éramos muchos, nos habían reservado un espacio en el campo de fútbol, lo cual nos vino muy bien porque así nos apartamos de todo el chaboleo, que por estas fechas estaba a tope.
Montamos la ristra acostumbrada de mesas y sillas y cenamos y bebimos hasta la hora de dormir.
20 de agosto
Teníamos día libre. Un grupo nos fuimos de ruta, los cultos a ver monumentos, Los Torrentes a conocer los lagos de Enol y de la Ercina y el Santuario de la Virgen de Covadonga y los niños se quedaron en el camping y se acercaron a la playa que estaba al lado.
Habíamos quedado en Tazones con Antonio, Cuchica, Ringo y su mujer para ventilarnos una mariscada.
Tazones es un pequeño pueblecito de pescadores. Aquí Carlos V, cuando venía de sus jolgorios navales, tomó tierra por primera vez en la península. También son curiosas en este pueblecito las huellas de dinosaurios que han quedado marcadas en la roca. Y ya menos histórico pero también original, la casa que un menda se ha forrado de chirlas.
Comimos en uno de los numerosos garitos que hay en el pueblo y como era de esperar, nos pusimos ciegos a pelar.
Después de comer quedamos con Antonio, Ringo y respectivas –queda puntito machista pero me aburro de estar poniendo todos los nombres continuamente- en que luego nos visitarían en el camping para cenar todos juntos.
Al anochecer nos volvimos a juntar todos con nuestros invitados, que como antes lo habían sido por nosotros en Tazones, se sintieron obligados y nos atiborraron de fiambre Asturiano, quesos de la zona y dos cajones de sidra, uno para desperdiciarlo mientras escanciábamos y otro que ingerimos.
Antes de las doce, que cerraban el paso para los vehículos en el camping nos despedimos y se marcharon. Comenzó a chispear, mala cosa para mí, que últimamente soy hostigado para dormir al raso, pues la familia va aumentando de tamaño y ya no cabemos en la tienda.
Con mi carné de apátrida en la cartera, me guarecí bajo una mesa y allí pasé la húmeda noche con un chorrillo de agua que me entraba por el agujero de la sombrilla..
21 de agosto
Al día siguiente empapado, tomé la decisión de jubilar mi vieja tienda canadiense por otra de las de nueva ola que las llaman de igloo.
Secamos todas las tiendas antes de emprender la salida hacia los Picos. Haciendo tiempo dimos un paseo por el camping, donde debajo de un montón de tiendas, nos encontramos acampados a Ángel y su familia, el de los Ruteros. Con cuidado para no pisar a nadie, nos acercamos y charlamos un rato sobre nuestras vidas. Después nos pusimos en marcha. Nos íbamos a nuestro Santuario, Los Picos de Europa.
Hicimos un enlace por carretera y en Arenas de Cabrales nos desviamos a la garganta del Cares. Luego en la carreterilla que a la izquierda lleva a Sotres, vimos la boca del polémico túnel que han hecho para poder llegar al pueblo de Bulnes, único pueblo de la geografía española que aún está incomunicado y que únicamente se puede llegar a él en mula o andando una hora y media.
Ahora este túnel, por medio de un funicular, comunicará a sus 20 o 30 vecinos con el resto del mundo.
La polémica radica en si el funicular va a ser de uso exclusivo de los habitantes de Bulnes o si por el contrario se abre al público en general con el correspondiente impacto ambiental que tal medida conllevaría. Se baraja una tercera opción que es la de limitar el número de visitantes diarios.
Entre reunión y reunión para tomar la decisión, se les ha acabado el dinero y el túnel está terminado pero les faltan 700 kilos para montar el funicular.
Cogimos la carretera de Sotres y de ahí nos dirigimos a la pista del Jito de Escarandi. Allí estuvimos parados una hora, pues nos cruzamos con una furgoneta y como no había manera de pasar y el chaval estaba asustadísimo de ver donde se había metido, le ayudamos a dar la vuelta. Después de lo complicadísimo de la tarea seguimos hasta Bejes y en la pradera del año pasado, comimos y en el bar del pueblo nos tomamos unos cafés y unos helados y subimos otra vez para hacer la pista, esta vez por el Macandiú.
La hicimos como siempre, unos andando por el temblor de ver la caida y otros en coche y tras descansar un rato en el Casetón de Ándara salimos hacia el Refugio de Áliva, donde haríamos noche.
Cenamos y comentamos el plan del día siguiente, que al ser día libre ofrecía varias alternativas.
22 de agosto
Hicimos varios grupos, uno formado por Chelo, Esparteros, Marisa y los niños se dirigieron al teleférico, que tomarían para bajar a Fuente Dé y allí montar a caballo. Consuelo y los Rafas se pusieron mirando al norte y comenzaron a andar hacia Tresviso, unos doce o catorce kilómetros, donde teníamos reservada mesa a las tres. Hernán y familia se quedaron en el refugio y el resto nos encaminamos a hacer la subida a pata hasta el refugio de la Cabaña Verónica.
Llegamos agotados y ahí estaba el hijo del guarda del refugio que sus vacaciones las dedica a poner unos montones de nieve sacada de los neveros que incluso en esta época del año aún quedan en los Picos y en ellos coloca a enfriar refrescos. También vende gorras para el sol y crema solar, todo a precio de timo.
Charlamos con él y nos comentó que su padre se sube desde el teleférico a la chepa la botella de butano con la que se calienta la comida en el refugio. Viendo la agotadora senda que asciende hasta la madriguera, se te queda la cara de pasmo de escucharle.
También nos contó como los mozos de Espinama se subieron a los lomos el refugio. Algo que él definió perfectamente con una frase que hoy todavía utilizamos, el sufrimiento de la misión.
¡Brutal, repito atroz!
Era tarde, no nos daba tiempo a subir hasta los horcados rojos a contemplar el Urriellu, por lo que iniciamos el descenso a paso ligero hasta el refugio de Áliva.
Cuando llegamos, yo me adelanté a Tresviso para ir cogiendo el sitio en el restaurante, no fuese que llegásemos tarde y se lo diesen a otros.
Ya a un par de kilómetros de Tresviso me encontré a Los Rafas y Consuelo, les recogí y juntos nos fuimos al restaurante.
Desde este pueblo sale otra de las conocidas rutas de los Picos de Europa. La subida de Sotres, que en un empinadísimo zigzag, va ganando los 800 metros de desnivel desde la central eléctrica de Urdón, en el Cares. Tres horas y media de dura subida.
Este pueblecito que perteneciendo a Cantabria solo cuenta desde esta comunidad con este acceso, es utilizado por el cartero del pueblo para llevar el correo. Pues la otra entrada a él, la reciente carretera por la que nosotros hemos accedido, pertenece a Asturias.
Ya comidos, nos volvimos al refugio a asearnos pues por la noche teníamos reserva en el restaurante el Balcón, en Potes. Al anochecer por la pista de Mogroviejo alcanzamos Potes.
Después de cenar, optamos por subir nuevamente al refugio por la pista de Espinama. Llegamos tarde, charlamos un rato y nos fuimos a dormir.
23 de agosto
Empezaba nuestra ruta a tocar a su fin. Como siempre, Áliva huele a regreso.
Bajamos por Pembes a la carretera y en Cosgaya subimos al puerto de San Glorio. Luego, llegamos a Ledantes. Aquí teníamos que subir a la otra vertiente que nos llevaría por el Carrión hasta Castilla León. Paramos a tomar el almuerzo y charlando con un chaval de la zona, nos informa que la pista está cerrada y vigilada por el Seprona, al parecer queda una osa viva en los Picos y ahora está en celo. ¡Joder con la osa que delicada! Como nos jugábamos 50.000 púas por res de sanción, debatimos nuestro futuro en un consejo de desesperados y decidimos intentar llegar al Carrión por la pista que sube desde Caloca. Al llegar, un forestal con el ímpetu que proporciona un uniforme, nos da el alto y nos pregunta que a donde nos dirigimos, se lo explicamos y nos dice que por ahí también está cortado, ¡vamos que la osa está en todo Asturias, Cantabria y León! Nosotros, que entendemos de osas, decidimos visitar sus parajes y si podíamos, ayudarla en la busca del oso, ¿Habrá oso?, Como no haya oso mal asunto para la osa.
Le decimos al forestal que no vamos a subir hacia el Carrión, que solo vamos a buscar una explanada para comer. Nos deja pasar y nos vamos al Carrión donde el forestal se apuntó a las viandas que íbamos a zamparnos.
Llegamos y comimos allí, tras una roca, la única roca. Agazapados para que el sol no nos pillara, echamos un par de horas y luego por el Carrión, silenciosamente, nosotros también respetamos a la osa que amablemente nos ha invitado a visitar su provincia, alcanzamos San Salvador de Cantamuda el mismo sitio del año pasado.
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