Se acabó la partida de tute con la copa Chinchón al lado en mi
querido y mugriento bar con dos mirones por encima de nuestro hombro dándonos
codazos si no echábamos la carta adecuada. Se acabó.
Mi compañero ya echa esas partidas por internet. Incluso me ha invitado a ser su pareja virtual
y jugar contra no sé quien, uno que tiene un nick como “Vengador” o “Lustroso”, no recuerdo, una estupidez.
Se acabó la cita con
mi gran amigo en ese bis a bis que tan lejos nos llevaba compartiendo en un
también mugriento banco del parque que nos pillaba a mitad de camino de su casa
y la mía ese viaje recién terminado, ese disgusto que le ha dado su hijo
adolescente, ese mal momento que está pasando..... se acabó.
Ahora mi amigo me manda un wasab para decirme que está
jodido, que está triste, que está alegre, que es feliz, acompañado de unas estúpidas
caritas parecidas a unos huevos fritos.
-¿Juan.... nos vemos y me lo cuentas?
-No puedo Ignacio, ando justo de tiempo, luego te mando un
email y te lo explico más detenidamente.
Buff…No
puedo dejar de pensar que no me apetece leer sus
letras en una pantalla acompañadas de esas puñeteras caritas de
solecitos tristes y estúpidos monos tapándose los ojos, no puedo dejar
de pensar que quiero que me lo diga a voz, como siempre joder,
mirándonos
¡Coño como hemos hecho desde niños en esos “benditos bares” que ahora
reivindica la
bebida negra!
El otro día quedé con
mis amigos de toda la vida, con los que quedaba en la cafetería Riofrío
de Colón mientras hacíamos pellas, con los que quedaba a "no hacer
nada" solo a estar juntos. Con los que quedaba a mirarnos, o a mirar al
aire, que más daba, oía su respiración junto a mí.
No es habitual, pero ese día sucedió.
Nuestras mujeres de viaje de solteras, estábamos de Rodriguez y decidimos hacernos una barbacoa. Éramos cinco. La barbacoa terminó. Estaba riquísima.
Llegó la hora de la sobremesa, de la charla, de las risas, de las gracias sobre nuestra condición de Rodriguez o... sobre lo que fuera. No fue así. A los 10 minutos mis cuatro amigos sostenían cada uno un celular en su mano ¿chateaban, buscaban en Internet? no lo sé….tenía sueño, quería madrugar para salir en bici y mis amigos charlaban con sus celulares o igual tan solo estaban viendo los últimos avisos del facebook......me despedí, y triste me fui a dormir. Esa noche no había charla, ni risas, ni bromas. Esa noche tocaba charlar con el celular.
No es habitual, pero ese día sucedió.
Nuestras mujeres de viaje de solteras, estábamos de Rodriguez y decidimos hacernos una barbacoa. Éramos cinco. La barbacoa terminó. Estaba riquísima.
Llegó la hora de la sobremesa, de la charla, de las risas, de las gracias sobre nuestra condición de Rodriguez o... sobre lo que fuera. No fue así. A los 10 minutos mis cuatro amigos sostenían cada uno un celular en su mano ¿chateaban, buscaban en Internet? no lo sé….tenía sueño, quería madrugar para salir en bici y mis amigos charlaban con sus celulares o igual tan solo estaban viendo los últimos avisos del facebook......me despedí, y triste me fui a dormir. Esa noche no había charla, ni risas, ni bromas. Esa noche tocaba charlar con el celular.
Antes,
"tenía" que salir todas las mañanas de un sábado con mi
bicicleta para poder ver a mis amigos, para cuando llegara el llano
sincerarse conmigo, sincerarme con ellos… me encantaba ¡que tiempos! Ya
no es necesario
madrugar, desplazarte a un punto a compartir una mañana con ellos. Ahora
tenemos un grupo abierto en Facebook, y poquito a poquito, como de
rondón, a
todos, sin saber porqué ni como, nos han ido surgiendo espontáneas
obligaciones para el sábado por la mañana y ya a nadie
nos queda tiempo para compartir una mañana juntos ¿Para qué? ¡Ya nos
vemos en
Facebook y nos contamos lo que sea!... Es que ando fatal de tiempo.
Como leí en un chiste de los que corren por esa maldita a
veces red social:
¿No tienes tiempo de echar un par de horas conmigo? ¿Y si no
tienes tiempo como coño has llegado al nivel 250 del Candy Crush?
Me quedo obsoleto, lo sé, pero mi celular no vendrá a ningún
lugar conmigo cuando esté contigo. Si salgo contigo, es para estar contigo,
escucharte, mirarte, ver que me dicen tus gestos, ¿Alegría? ¿Decepción? ¿Estás
enfadado conmigo? Disfrutar de esa espontánea charla no escrita y revisada antes tres
veces por Word y mandándome “caritas” para que interprete tu estado de ánimo.
¡Vaya mierda!
Me
gustaría que mi sentimiento fuera bidireccional, que tu
celular no interrumpiese lo que trato de contarte, lo que necesito
explicarte sin darle al corrector.
Que no me digas: disculpa Ignacio que me llama mi mujer en seguida estoy
contigo. ¡Joder!, a tu mujer la ves todos los días, incluso de vez en
cuando te acuestas con ella, conmigo no… ¡Ya, pero a lo mejor es
importante! Ya…..yo pensé, como antes, yo también soy importante.... o
lo era.
Ya hace tiempo que no comparto una larga charla, un largo
paseo, una encadenada cerveza tras cerveza en nuestro bar, ni siquiera una marcha por la
sierra sin que suene un puto celular a romper mi mañana, mi magia, tu compañía y
alguien me diga: Espera Ignacio que me llaman…..a lo mejor es importante.
Puto Facebook, puto email, puto wasab y puta falta de
discriminación de lo que hay que saber hacer en cada momento.
Cuando estés conmigo no te interrumpirá mi celular porque no
es que lo lleve en silencio. Es que no lo llevo. ¿Para qué? El próximo rato es
para ti.
Se nos ha ido de las manos. Lo peor no es esto, es que lo sabemos, pero no podemos o no queremos evitarlo. La tecnología ha terminado con el calor de "tú y yo"....nadie más.
Se nos ha ido de las manos. Lo peor no es esto, es que lo sabemos, pero no podemos o no queremos evitarlo. La tecnología ha terminado con el calor de "tú y yo"....nadie más.
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