Quien haya atravesado el desierto por primera vez y ya marcado en su arena su leve huella que el primer simún borrará, otra huella ya le habrá marcado y está no será tan exigua.
Quien se ha cruzado con los targui, se habrá impregnado de los valores que la urbe ya dejó atrás, la sencillez, la hospitalidad, la humildad, la inocencia, la generosidad, ofrecer sin intercambiar, agradecer lo que queda y dar sin esperar.
Quien haya entrado en el desierto, sufrido su abrumadora soledad, sentido su sed, su falta de vida, su silencio cruel, solo contará días.
Para regresar.
Ysea Lav.
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