Un texto y un vídeo.....
http://www.youtube.com/watch?v=da5kZpZ_lcw
Hace
muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un Hospital de
Stanford, conocí a una niñita llamada Liz quien sufría de una extraña
enfermedad.Su única oportunidad de recuperarse, aparentemente, era una
transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido
milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los
anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad.
El doctor explicó
la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a
dar su sangre a su hermana. Yo lo vi dudar solo por un momento antes de
tomar un gran suspiro y decir: “Si, lo haré, si eso salva a Liz”.
Mientras
la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la
de su hermana, sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su
hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña.
Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció.
Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa “¿A que hora empezaré a morirme?”
Siendo solo un niño, no había comprendido al doctor; pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aún así se la daba.
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