Si te lo cruzas corre. Aunque... te va a da igual. Aunque sea cojo te alcanzará.
Los quejicas, cada vez más. Y a más edad, peor
vamos. Tienen un sexto, séptimo y octavo sentido para encontrar el gusano
en la ensalada, el pelo en los macarrones, entrar en el aseo cuando
acaba de salir otro de liberar naturaleza. Y por supuesto contarlo (lamentarlo).
Son los vegetarianos de hoy en día, que es magnífico que vegetaneen al gusto, lo
malo, o peor, es cuando reprochan tu dieta, te degüellan al mirar, y si estás en una red social no te vas sin el, "asesino" "depravado" o "consumidor de cadáveres". Te lo llevas bien puesto porque el quejica, además de serlo, ahora no le gusta como ha comido él hasta ese momento. Ya no le va la dieta que llevamos millones
de años haciendo y lo pagan con las plantas....y contigo. Por toparte con el quejica.
El quejica no descansa, está siempre alerta para ver
lo que otros no ven y advertirles. No se satisfacen con su propio
quejido, lo deben de compartir. Si no es así sufren y se quejan con otro, el primero que topen.
El quejica es un localizador impusivo de barandillas oxidadas, peldaños sueltos, y si es en el Ayuntamiento, acabáramos. Detectan al olfato si hay un árbol en proceso de
putrefacción entre cientos y dedican su tiempo libre, y no libre a
escribir la oportuna carta a la autoridad competente, desplazarse,
contarle al bedel, telefonista, administrastivo y al que tiene delante en la cola (después al de atrás) la tristeza de país en
el que vivimos y salir con su copia, bien sellada para luego darte la
murga mostrándotela a tí, persona relajada y laxa que hasta ese momento creías ser feliz y pensabas que no te habías metido con nadie para merecer lo que te vas a llevar. Te lo tragas
sí o sí.
El quejica está normalmente enfermo, te cuenta lo suyo y que su abuelo
también lo tuvo, (será que es hereditario). Te suelta diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y
secuelas. No queda satisfecho aún, te pregunta si tú has pasado situación
parecida. Da igual la respuesta, no le interesa, es su estrategia natural de
enlace para la siguiente queja que te va a soltar y que no debes luchar por
evitar. Te la tragas.
El quejica tiene problemas con la alimentación, con la suya y con la
tuya. Con el tiempo, da igual si llueve, hace frio o templa, le pilla
desprevenido y sufre. Pero no puede sufrir solo, tú también debes sufrir.
Se queja del gobierno. Da igual cual toque. De los
cazadores, los niños que juegan a la pelota, las fiestas de los pueblos
que tienen la desagradable costumbre de acabar en petardos y fuegos
artificiales y que un día -parecen no darse cuenta- provocarán un desastre, se quejan del perro del vecino que
tenía que tenerlo en el garaje, por lo menos por la noche. Del campanario de la iglesia y su
insensible badajo, la caca el perro mal colocada, la colilla en la zona
niños, los embalses vacios y los que desbordan. Y si no del charco.
Si topas con un quejica, peor aún, si se te cuela en tus redes sociales
tendrás que sufrir en hacerle el feo de darle de baja o sufrirlo.
El quejica sanea la sociedad en algunos casos, cumple función. Lo malo es que quiere compartir su sentir contigo.
En fin, este es un sufrido quejido de un quejica.
El quejica de los quejicas.
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