No sé si he llegado al mapamundi tarde o pronto pero no asimilo al paso de los
que vienen detrás. O yo corro poco, o ellos arrean fuerte.
Yo soy de la generación de los que bajaba a jugar a la calle
en enero con unos pantalones cortados por la ingle para no gastar, faja porque mi madre me obligaba y verdugo
para sujetar los mocos antes de caer.
Era de los que echaban la tarde con la pelota, las canicas, el taco
provisto de chinchetas para resbalar mejor, o la chapa cargada de plastilina
con los vecinos de los portales de la misma calle y con licencia de juego hasta
que el farolero encendía una a una todas las farolas y un poquito más.
Era de los que cuando volvía tarde, con mis padres, les miraba como daban palmas y gritaban al sereno, un señor de 1.60 con gorrilla y chambergo apulgado y raído, silbato y garrota, alguno con chuzo que imponía más y que apresurado se acercaba haciendo sonar las docenas de llaves que cargaba en una mano mientras la otra la presentaba lo suficientemente hueca para que en ella cayera alguna moneda.
Era de los que cuando volvía tarde, con mis padres, les miraba como daban palmas y gritaban al sereno, un señor de 1.60 con gorrilla y chambergo apulgado y raído, silbato y garrota, alguno con chuzo que imponía más y que apresurado se acercaba haciendo sonar las docenas de llaves que cargaba en una mano mientras la otra la presentaba lo suficientemente hueca para que en ella cayera alguna moneda.
Yo era de los que iba a la lechería, donde me enviaba mi abuela y donde además de leche había vacas
dentro del local ¡claro! Si la leche sale de la vaca ¿dónde van a estar? Ahora
no sé de donde viene la leche, en las lecherías no hay vacas. La harán de otra
cosa, igual de soja o, quién sabe, con lo que dura dentro de esos cartuchitos.
También recuerdo las tahonas, donde un señor pintado de blanco hacía el pan, ¡claro! si hay pan es que lo tienen que hacer ahí. Ahora no sé de dónde viene el pan,
cuando lo veo comprar ya está ahí, dentro
de una congeladora, lo sacan y lo meten en otro compartimento a quitarle el hielo y el aspecto piedra,
y darle calor, a la derecha un cartel: ¡PAN RECIEN HECHO! … se hará en la
congeladora de alguna forma...
Yo era de los del capón del profe, me llevaba unos cuantos,
más que cuantos, muchos. Cuando le dolían los nudillos –éramos cincuenta en
clase y no había nudillo para tantos- o su hastío ya era noble, nos agarraba a
dos manos de las patillas y nos elevaba, alguno se atrevía a aferrarse a sus
antebrazos para amortiguar, yo no, prefería evitar efectos secundarios y luego
ya tranquilo en mi pupitre secar lagrimones. Ahora ya o no tienen
nudillos o fuerza para izar a los muchachos bulliciosos. Prefieren llamar a los
padres y largarles el muerto de la educación a los que aquí les han echado. A
veces con la sugerencia, "debería verle un psicólogo"…
Pero todo cambia, ya, lo sé, ¿pero tan deprisa? niños, casi
bebés, que cambian el sonajero por la tablet que ya han intuido por mimetismo que moviendo el
dedo atropelladamente pasan pantallas y que una X cambia el juego, ese juego
que no saben de qué va.
Niños que antes de tener balón ya tienen celular en las manos... “para estar controlados ¡mira que si pasa algo!” No sé…. a mí no me sucedió nada que no fuera sangrar o tener que ir a urgencias y que cualquier vecina me acercara a la Cruz Roja que cura más y mejor que el celular.
Niños que antes de tener balón ya tienen celular en las manos... “para estar controlados ¡mira que si pasa algo!” No sé…. a mí no me sucedió nada que no fuera sangrar o tener que ir a urgencias y que cualquier vecina me acercara a la Cruz Roja que cura más y mejor que el celular.
Es verdad, antes estábamos muy "desprotegidos", sueltos,
alguno nacido a partir de los 90 diría que incluso desatendidos. Bendita
desatención que nos enseñó a salir solos de los agujeros donde solos nos metíamos, solucionar nuestras
primeras dificultades, solos, sin celular.
Generaciones de niños
negligentes, flojos, dependientes, subordinados. Generación de adolescentes
algunos inservibles, no funcionan, están rotos.
No, tampoco debo de dramatizar, los chicos ahora tienen una capacidad innata para aprender en décimas como funciona cualquier artefacto, necesitan poco tiempo por necesidad, si no apremian pronto quedará obsoleto y hay que comprar el siguiente. Antes un balón, un muñeco duraba toda una niñez y parte de una juventud, incluso degollado servía. Los artefactos de hoy son lo que su fabricante quiere que duren, lo que tarde en publicar Iphon 3, 4, 5 el plus, el plas. Play Station 1, 2, 3 “mejorados los píxeles”. Y el niño pide y el padre y “padra” pagan. Hay que estar al día, y mi niño más.
No, tampoco debo de dramatizar, los chicos ahora tienen una capacidad innata para aprender en décimas como funciona cualquier artefacto, necesitan poco tiempo por necesidad, si no apremian pronto quedará obsoleto y hay que comprar el siguiente. Antes un balón, un muñeco duraba toda una niñez y parte de una juventud, incluso degollado servía. Los artefactos de hoy son lo que su fabricante quiere que duren, lo que tarde en publicar Iphon 3, 4, 5 el plus, el plas. Play Station 1, 2, 3 “mejorados los píxeles”. Y el niño pide y el padre y “padra” pagan. Hay que estar al día, y mi niño más.
Estamos en el momento de los niños hiperactivos, antes agitados,
de niños disléxicos, niños con déficit de atención, niños con iphon, tablet,
play, cuenta en face, twiter e instagram.
Estamos en el momento de la igualdad, de no dejarse a nadie
fuera de la frase, por eso ahora, todos tienen mención, y ya no se habla de
abogados, de padres, de compañeros, ahora hay tiempo y espacio para no dejar a
nadie de lado. Padres y madres, profesores y profesoras, abogados y abogadas.
Me viene a la cabeza ese chiste:
Me viene a la cabeza ese chiste:
- Mamá en el colegio me llaman estúpido.
-¿Quién cariño?
-Todos y todas, mis compañeros y compañeras.
Paro por no seguir, quizás cuando tenga tiempo y tiempa,
quizás, solo quizás, me dé por escribir un libro y libra que hable de muchas
más cosas… “y cosos”, que también los varones queremos ser mentados.
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