-NO TE PREGUNTES SI ERES FELIZ, PREGÚNTATE SI HACES FELICES A QUIENES TE RODEAN.

martes, 27 de junio de 2017

Cuarta Entrega los Grandes Raids



Normas básicas de comportamiento humano
Humanoide hallado en el interior de una grieta en las proximidades de Tissemoumine
En los lugares que visitemos encontraremos distintas formas, costumbres e idiosincrasias. Debemos ser corteses con sus moradores, respetar sus costumbres y mostrar interés por sus hábitos.
Si visitamos alguna ciudad marroquí en verano debemos evitar en la medida de lo posible el ir abrigados, por lo que un simple bikini en las mujeres será suficiente.
No se debe dar imagen de opulencia por lo que se debe de ir con el menor vestuario posible. Siempre se agradecerá que esos signos de riqueza tan característicos de los países occidentales no entren en conflicto con las costumbres más sencillas de los habitantes de los países africanos. Por lo tanto y como norma general, cuanta menos ropa mejor. 
En cuanto a la forma de comportarse, el simple sentido común es suficiente. Pongamos por ejemplo que estamos en un lugar multitudinario y queremos hacer una fotografía, bien, pues no la hacemos. Vayamos ahora al caso contrario, nos encontramos en una plaza atestada de gente, vemos un encantador de serpientes al que deseamos fotografiar. Antes de nada, se le pide permiso. Este accederá gustoso si se le compensa con unas monedas. Bastarán cuatrocientos o quinientos mil dirham, al cambio ahora es sencillo desde la instauración del euro en nuestro país. Se dividen los dirham entre seis mil setecientos cuatro con tres centésimas y nos da la cantidad a abonar.
Nunca debemos rechazar el té. Los marroquíes siempre sellan sus tratos invitándote a té. Te lo ofrecerán tres veces, no deberás rechazar ninguno. Tampoco debes transmitir la sensación de tener prisa, por lo que es muy recomendable, pedirle que te traiga los tres tes juntos, bebérselos de un trago y advertir que tienes que irte inmediatamente. Ellos lo agradecerán y te invitarán a ir a su casa donde su sentido de la hospitalidad les obligará a darte todo lo que posean.
En las playas conviene ir tapado de arriba abajo. No obstante te puedes quitar los guantes.
Nunca saludes o te dirijas a un musulmán con las gafas puestas, es de muy mala educación.
Para saludarles les tenderás la mano al estilo occidental e inmediatamente la llevarás a tu corazón en señal de hermandad.
Si tienes jamón conviene que no lo saques, pues como es sabido, no es de su gusto y les puedes poner en un compromiso. Igualmente con la bebida.
Los musulmanes son hospitalarios por naturaleza, no se debe abusar de esa generosidad, todo lo contrario, se debe de mostrar reciprocidad.
Si te quieres echar un cigarrito, antes les debes ofrecer a ellos y solicitar de su permiso sobre la conveniencia del acto. Si tiene algún inconveniente bastará con que te lo enciendas antes.
Al Berebere le gusta mostrar a su familia y ofrecer su casa por lo que siempre mostrarás predisposición a la invitación. Solo así conseguirás que lo que te vendan no pagues más de lo que pagaría un turista americano, vamos, no hacer el primo.
Tuaregeg con su traje de gala
Nunca debes de negar el agua y máxime si es en el desierto donde te la piden. Se aminorará la velocidad acercándose al sediento y se le ofrecerá un trago. Éste, con claro gesto de agradecimiento tomará la botella, beberá un poco y dando las gracias –sucram- se dará la vuelta y se alejará con nuestra botella. Una vez se nos haya quitado la cara de panolis viendo como nos han levantado nuestra botella, se pondrá el vehículo en marcha y se proseguirá la travesía.
A las cinco de la madrugada es la hora de la oración en todos los lugares que dispongan de torre del pueblo. Por lo que al oírlas se procederá a acordarte de la tía abuela del imán y se proseguirá con el reconfortante y reparador sueño sleepy.
Ya por la mañana lo primero es vestirse y después si procede, bajar a cenar.
Aquí no faltarán los productos típicos marroquíes que por su exotismo son muy valorados, nos referimos a las naranjas. Se trata de una pequeña bola de unos ciento cincuenta gramos, dentro de una serpentina de color naranja, de ahí su nombre. Una vez desprendida la serpentina se fracciona en gajos como allí los llaman y se ingiere.
                                               
Siempre hay que estar ojo avizor
  Próxima entrega : Actividades y elocuencias durante la travesía

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