Actividades y elocuencias durante la travesía
Es el momento de ponerse en marcha.
Eludiendo a los vendedores ambulantes se tratará de llegar al vehículo. Una vez
conseguido, para lo que inevitablemente habrá que adquirir varios llaveros de
camellos y pulseras de plata de las que cagó la gata, debemos dirigirnos a
cargar combustible. En Marruecos un depósito viene a durar entre 450 y 650
kilómetros de recorrido, al contrario que en la península que tan solo
tendremos para poco más de medio millar de kilómetros.
Berebere del Antiatlas, a la derecha su esposa. |
Las etapas en África son duras. El
anochecer será el protagonista de nuestras llegadas. Por fin agotados y si todo
ha ido según lo planeado estaremos en las puertas del desierto una vez
atravesado el Atlas.
Es hora de acampar, ahora es el momento de
poner en práctica todas las actividades preparadas en casa y que tantas
satisfacciones nos van a dar en las estrelladas noches del desierto.
Se puede empezar con el escondite inglés.
Continuaremos si nos quedan ganas con pies quietos o si encontramos en el
desierto alguna pared podemos jugar a “Dólar,” donde unos saltan a los lomos de
otros y sin que te vean les dices: Manga, media manga o manga entera. Si el
montado acierta, se vuelve a poner y otra vez se salta sobre él. Si por el
contrario falla, la vuelve a ligar por ignorante y todos se suben encima de él
hasta que le aplasten.
Hayedo de Montejo de la Sierra |
Luego para los chicos se puede jugar un
rato a pídola, a las gomas, la tricotosa o con el Dulcito, ese entrañable
muñeco de nuestra niñez.
Una vez finalizados los juegos es el
momento de tomar un 103 o en su defecto un Brandy para pasar estas frías noches
toledanas.
Una comisión se puede ir a buscar un bosque
cercano y proveerse de leña. En el desierto son abundantes los encinares y los
bosques de castaños. También hay acacias, pero estas normalmente se utilizan
para pinchar las ruedas de los coches, claro está, en el caso de que llevemos
coches, porque si no se da esta circunstancia, no habrá nada que pinchar.
A la mañana siguiente, si no hay prisa se
puede seguir con las actividades, como son montar el campamento y las tiendas
de campaña para pasar el día que se avecina.
A esto le dedicaremos un capítulo especial
en “supervivencia y sus patologías”.
En cuanto a las elocuencias,
nada más gratificante en las sombrías etapas del desierto que una buena emisora
de 27 megaberzios, más resolutivas y de mayor alcance que las de “2 metros”
pues para eso es mejor decirlo uno frente a otro.
Conviene advertir que en los
pasos fronterizos y en los controles policiales se deben esconder las emisoras
o si esto no es posible, al menos ocultarlas.
Esto es debido a que está
prohibido el manejo de estos altramujos en territorio marroquí, debido a que
está prohibido.
No obstante si fuese
localizada alguna de las emisoras lo mejor es decir que se trata de una emisora
de radiofrecuencia para la comunicación entre radioaficionados. Normalmente no
se dan cuenta de que es una emisora y te permiten su paso, eso sí, siempre que
no te la vean, porque si lo hiciesen te la quitarían debido a que está
prohibido el paso de emisoras en territorio marroquí.
Las emisoras funcionan
mediante dos botones. El botón uno es para que funcione y el dos para que se
oiga. Si hay interferencias, dispone de un segundo botón “el Pascuel”, si oyes
brrrrggggggg, le giras en el sentido de las agujas del reloj y la interferencia
se para drásticamente.
Conviene advertir de la
prohibición de estos elementos de comunicación en Marruecos.
Las elocuencias también
pueden ser a gritos, esto es, a voces. Para ello se gira la palanquita con
asilla en forma de tronco de cono en movimientos rotatorios y una vez bajado el
vidrio y puesto en perpendicular al coche advertido –el que habla es el coche
advertidor- se lanza una voz seca y concisa, por ejemplo YEEEEEEEH, a lo que el
advertido contesta QUIAAAAAAAAÁ, en este preciso momento se inicia el diálogo.
Próxima entrega el avance del vehículo y sus circunstancias. (PARTE I)
Próxima entrega el avance del vehículo y sus circunstancias. (PARTE I)
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