Primera
entrega en tirada nacional de 12 ejemplares
LOS
GRANDES RAIDS
1.-Preparativos
del viaje y trayectorias.
Grajo de Erg Chebbí en labores de
apareamiento
El
viaje no empieza arrancando el coche así, sin más y ya está. ¡Qué va, que va!
El viaje comienza tirado en un sillón, dándole forma a ese sueño que tanto
tiempo llevamos planificando y que por unos motivos u otros no llega el momento
de emprenderlo. ¡Ahora sí es posible!
Una
vez decidido el destino, lo primero de lo que nos debemos ocupar es saber
adónde vamos a ir y si vamos a acometerlo solos, o por el contrario lo vamos a
realizar en solitario.
Cuando
por fin hemos decidido hacerlo en grupo, por eso de no ser multitud, hay que
formar éste de una forma homogénea para que no todos pensemos lo mismo. Cuando
más heterogéneo sea el grupo de amigos que lo formen y peor se lleven, menos
discrepancias habrá.
La
primera reunión se puede realizar en un restaurante o casa de comidas
propiamente, donde en una primera toma de contacto regada con un buen vino se
pueden marcar las pautas que deben tenerse en cuenta.
Primero
el destino. No es lo mismo preparar un viaje al continente africano que cruzar
el estrecho y desembarcar en África. Estos últimos conllevan una serie de
preparativos que ni mucho menos son comparables al primer destino, bastante más
europeo y al uso.
Acordado
ya el lugar, la siguiente misión es el reparto de tareas que cada miembro va a
acometer.
Mientras
unos se pueden encargar de los alimentos, otros pueden hacerlo de la comida.
Con lo que quedaría para un tercer grupo el acopio de la intendencia como
bebida, comida, avituallamiento y un cuarto se podría encargar de la
obstetricia y diferentes formas de parto, eso allá cada cual.
Si
queda alguien libre se puede encargar del trayecto, aunque esto no es necesario
y si no se dispone de tiempo o personal es una cuestión menor, pues ya lo dijo
Oncónides, “Todos los caminos llevan a Roma y por peaje más”.
Repartidas
las tareas se pueden preparar sub-reuniones entre los sub-grupos para sub-inspeccionar
y zanjar la cuestión y matices más intrascendentes como si hay viaje o qué.
El
grupo encargado de la comida puede ir a una de las grandes superficies y
comprar lo necesario, mientras que los encargados de la alimentación lo pueden
hacer en algún centro comercial.
Conviene
tener en cuenta que los artículos perecederos se pueden adquirir meses antes,
no así los enlatados que deben ser comprados a ser posible en el día con el fin
de que ocupen la parte superior de los contenedores preparados al efecto y así
no aplastar los perecederos que siempre deberán ir ubicados en la parte más
baja del vehículo.
Como
norma general, galletas, bollería, pan integral, alcaparras, huevos etc. en la
parte inferior.
Latas,
botijos, porrones, contrapesos, bebidas en envase de cristal, etc. Parte superior. Así será la única forma de
poder disponer en perfectas condiciones de nuestros alimentos en el momento de
ser consumidos.
Todo
lo que haya caducado se puede echar sin problemas al maletero, alguien se lo
comerá.
Pasemos ahora a la comisión
encargada de la trayectoria.
Estos
deben situarse sentados cómodamente el uno frente al otro, así siempre se
cubrirá cualquier ángulo muerto en el estudio cartográfico del recorrido.
Si
se dispone de mapas, que como ya hemos comentado anteriormente no son
necesarios aunque si convenientes, se despliegan y se miran. Una vez vistos se
pliegan y se trasladan las coordenadas bien ordenadas.
Esto
labor no tiene que llevar mucho tiempo. Una norma muy aconsejable es mirarlos solo
hasta que pensemos que lo tenemos claro. Después lo mejor es improvisar.
Para
trasladar las coordenadas de la trayectoria se hace de arriba a abajo si
nuestro destino es el sur, aunque sobre esto ya hablaremos en capítulos
posteriores.
Bien,
tenemos los alimentos, tenemos el recorrido, solo nos falta saber qué día vamos
a partir. Para este asunto se nombrará una comisión que decida por todos los
demás, por ejemplo si el grupo expedicionario está formado, pongamos por
setecientas personas, lo ideal es que se elija a seiscientas setenta y cinco,
que son las que de común acuerdo pondrán fecha al evento en nombre de todos.
Con eso se evitan las grandes aglomeraciones que supondrían cifras superiores a
seis o siete personas que tantos trastornos acarrearían.
Pero
es posible que el grupo no sea tan numeroso, por ejemplo que el viaje lo vayan
a realizar veinte personas (es un ejemplo, pueden ser más). Esto ya es otro
cantar, aquí cuantos más se junten para decidir fechas mejor. Por lo que se
recomiendan dos personas, a lo sumo un par.
Ya
está nuestro viaje preparado. Sabemos que vamos a algún sitio, entre veinte y
setecientas personas y lo más importante, sabemos la fecha.
Solo nos queda esperar y soñar.
Siguiente entrega:
El Vehículo y su acondicionamiento estatutario
El Vehículo y su acondicionamiento estatutario
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